Intel construye fábricas en Arizona y refuerza la de Costa Rica

Logo de Intel sobre fondo blanco

La tecnología ha refirmado su papel como aliada para que el mundo siga funcionando en medio de la pandemia por Covid-19, pero ¿de qué depende? En buena parte, de los microchips, donde Intel es pionera en el desarrollo de placas de silicio, plataformas, software, empaque y fabricación a gran escala.

Con el objetivo de sostener la demanda presente y futura de esta tecnología, así como para diversificar su cadena de suministro, hoy concentrada un 80% en Asia, y por ello, la compañía decidió invertir $20 mil millones en la construcción de dos nuevas fábricas en Arizona, Estados Unidos, y de $600 millones en la ampliación de la planta de prueba y ensamblaje en Costa Rica.


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Y es que el gigante tecnológico buscará balancear su cadena de suministro para 2030, donde un 50% del trabajo se realice entre América y Europa y el restante en Asia.

Actualmente, los procesadores funcionan como la base y el cerebro que impulsa a toda infraestructura digital moderna, además de numerosas industrias a nivel global.

De acuerdo con la Asociación de la Industria de Semiconductores, en el mundo existen más de 100 mil millones de circuitos integrados en uso diario, y a raíz de un incremento exponencial en su demanda a inicios de 2021, se comenzó a escuchar sobre su escasez e impacto en diversas industrias.

El diseño y la manufactura son de los procesos de ingeniería más complejos que realiza la humanidad, pues tarda hasta 20 semanas en completarse, a lo largo de seis etapas: diseño, creación de mascarillas, fabricación, individualización y clasificación, prueba y ensamblaje, y almacenamiento.

La investigación es una de las fases que se realiza antes de que inicie la producción y en la que participa Latinoamérica. Aquí, los ingenieros y científicos de Intel Guadalajara Design Center en México, desarrollan tecnologías que serán utilizadas en el proceso de fabricación de un semiconductor.

Por su parte, Intel Costa Rica participa en varias de estas fases como la creación de mascarillas que contienen la información que se utilizará para cada paso del proceso de fabricación de un semiconductor.

Otra de las etapas en las que Latinoamérica juega un papel relevante es en la prueba y el ensamblaje. Cuando las obleas de silicio están listas, se cortan en chips individuales y se colocan en bovinas mediante el proceso de individualización y clasificación. Cuando los chips son cortados y clasificados, son llevados a una planta de prueba y ensamblaje, siendo Intel Costa Rica, una de las pocas plantas en el mundo que realiza este proceso, donde cada chip se ensambla en un empaque que lo protege y le permite conectarse a otros componentes, para finalmente probar su funcionalidad.

“Orgullosamente nos sumamos, junto con Asia, como los únicos sitios de Intel en realizar labores de ensamble y prueba a nivel global, convirtiendo a Intel Costa Rica en el primer país de Latinoamérica en realizar esta función. En septiembre iniciamos operaciones en nuestra nueva planta y hoy tenemos la capacidad inicial para incorporarnos a la producción, creciendo paulatinamente en lo que resta de éste y los próximos años”, comentó Max Ramírez, director de fábrica y operaciones de manufactura en Intel Costa Rica.

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