Según pública el portal forbesargentina.com
Si somos herederos de la era de la Internet, nuestros hijos lo serán de la era de los datos. Para cualquier organización, es fundamental tomar conciencia sobre la enorme importancia que han adquirido los datos en cualquier situación. Pero atención: tener la información ya no es suficiente. Tan relevante como el qué, se ha convertido el cómo y para qué de esos datos.
Hoy, de poco sirve disponer y exhibir que tan bien trackeado tenemos lo que pasa con la operación -incluso qué tan detalladamente conocemos el mercado y a los clientes- si no compartimos esa información con el resto de la organización. No sólo para democratizar el conocimiento, sino pensando en inspirar ideas en el resto de los colegas y equipos.
Contrariamente a lo que se suele suponer, expandir la utilización de datos en la toma de decisiones diaria no requiere la adopción de tecnologías de vanguardia. Sí, modelos como el random forest o LGBM, o dashboards actualizados en tiempo real generados con alguna tool, están buenísimos y pueden revelar insights muy valiosos. De todas maneras, a menudo el primer paso se da cruzando dos planillas tabuladas. Ir de lo simple a lo más complejo siempre es lo más aconsejable a la hora de innovar.
En los equipos de trabajo data-driven, todas las decisiones están basadas en datos y evidencia para ofrecer experiencias personalizadas. Hay un concepto fabuloso en el mundo del retail que habla de cumplir la promesa que se asume cada vez que un consumidor hace clic en “comprar”. ¿Se imaginan la cantidad de datos que la plataforma analiza en apenas unos segundos para garantizar la disponibilidad de stock y la logística de entregar el producto en el tiempo pautado?
Claramente, estos sistemas llevados a escala sólo pueden funcionar y seguir optimizándose en base a la inteligencia artificial, un nivel mucho más avanzado de trabajo de manejos y análisis de datos. Sin embargo, existe un común denominador. Una variable que atraviesa todas estas tecnologías -desde el Excel al Deep Learning- y es el recurso clave para liberar el potencial de los datos de una organización. Son las personas.
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En la era de los datos, es imprescindible contar con equipos de trabajo que estén altamente capacitados. Y a aquellos cuya formación o expertise técnica no esté enfocada 100% en la generación, manejo y análisis de información, hay que acompañarlos en un viaje de reskilling para que adquieran un nuevo mindset, digital y data-driven. Esta es una tarea que requiere de liderazgo. Sea que provenga fundamentalmente del conocimiento o del rol que se desempeña, aquellos que detentan posiciones de liderazgo deben encabezar esta auténtica transformación cultural.
La manera en que los datos están impactando en industrias tradicionales y tecnológicas es asombrosa, y el sector financiero no es la excepción. Desde la prevención de fraudes vinculados a las finanzas personales y defaults de deudas, hasta el forecast de demanda de productos y servicios con una precisión cada vez mayor. La integración de nuevas soluciones y recursos para los clientes es permanente, y encuentra un límite sólo en la imaginación. Al fin de cuentas, los datos que movilizan la innovación son infinitos.
