La inteligencia artificial y su presencia en las ciudades inteligentes

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Según pública el portal muyinteresante.es

¿Te imaginas vivir en una ciudad que se adapta a tus necesidades, que te ofrece servicios personalizados y que cuida del medio ambiente? Esto es lo que prometen las ciudades inteligentes, que aprovechan la inteligencia artificial para mejorar la gestión urbana y la calidad de vida de sus ciudadanos.

Veamos primero cuál es el concepto de «Smart City», un concepto que emerge como una solución prometedora para abordar la complejidad creciente de nuestras urbes. Una Smart City se define como una ciudad que utiliza tecnologías de la información y comunicación para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, optimizar la gestión de los recursos urbanos y reducir los costes y el consumo de energía. Es una ciudad que, a través de la integración de dispositivos conectados y sistemas interoperables, busca ser más interactiva y eficiente.


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Las Smart Cities se sostienen así en tres pilares, la sostenibilidad, la participación ciudadana y la economía inteligente. Los elementos clave de una Smart City incluyen, pero no se limitan a, infraestructura de banda ancha, sensores IoT (Internet de las Cosas) diseminados por toda la ciudad, plataformas de datos abiertos y sistemas de gestión urbana integrados.

La relevancia de la IA en el desarrollo urbano

Aquí es cuando llegamos al punto clave, al papel de la inteligencia artificial, que es el motor que impulsa esta transformación urbana. Al ofrecer la capacidad de analizar grandes volúmenes de datos generados por los sensores urbanos, la IA puede descubrir patrones, predecir tendencias y automatizar respuestas en tiempo real. Esto permite una gestión más dinámica y adaptativa de los servicios urbanos, desde la movilidad hasta la sanidad pública y la gestión de energía.

En la gestión urbana, la IA se traduce en sistemas de transporte inteligentes que optimizan las rutas en tiempo real, en aplicaciones de monitoreo ambiental que predicen la calidad del aire y en infraestructuras que anticipan sus propias necesidades de mantenimiento. Más allá de la eficiencia operativa, la IA se convierte en un instrumento para la planificación a largo plazo, proporcionando a los tomadores de decisiones insights que antes eran inalcanzables.

El papel de la IA en el desarrollo urbano no solo está limitado a la eficiencia técnica; también tiene un impacto social profundo. Por ejemplo, puede contribuir a la equidad urbana al asegurar que los recursos y servicios sean accesibles para todos los residentes, sin importar su ubicación o estatus económico.

Muchas de las ciudades que presentaron sus soluciones en el congreso mostraron también cómo la IA puede jugar un papel crítico en la gestión de crisis, como la coordinación de respuestas durante emergencias naturales o de salud pública.

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El Big Data urbano

Si tenemos datos, tenemos una IA que los digiere. La IA permite transformar estos datos en información valiosa para la toma de decisiones y la automatización de procesos.

Es ahí donde aparece el concepto de Big Data urbano, el conjunto de datos generados por una ciudad y sus habitantes. Incluye información de tráfico, patrones de consumo de energía, datos demográficos, indicadores económicos, y mucho más. La gestión eficaz de estos datos es fundamental para el desarrollo y la operación de las Smart Cities. La IA entra en juego como una herramienta de análisis y síntesis capaz de procesar y entender estos vastos conjuntos de datos de manera eficiente.

Los sistemas de IA aplican algoritmos de aprendizaje automático y análisis predictivo para identificar tendencias, realizar diagnósticos y pronosticar necesidades futuras de la ciudad.

Veamos algunos ejemplos:

  • Se pueden analizar patrones de consumo de energía para optimizar la producción y distribución de electricidad, lo que puede llevar a una gestión más sostenible de los recursos.
  • Se pueden evaluar datos históricos y en tiempo real para optimizar la respuesta a incidentes, como la asignación de personal de emergencia durante un desastre natural.
  • Una red de sensores de agua puede detectar fugas y, a través de la IA, activar los mecanismos adecuados para su reparación antes de que se convierta en un problema mayor.
  • Los sensores de tráfico no solo podrían reportan la congestión sino que también podrían sugerir medidas correctivas, como ajustes en los semáforos o desvíos de tráfico, para aliviar la situación rápidamente.

La monitorización constante es una función esencial de las Smart Cities, y se realiza a través de una red densa de sensores y dispositivos IoT dispersos por todo el entorno urbano. Estos dispositivos recopilan datos sobre una variedad de factores urbanos, desde las condiciones del tráfico hasta la calidad del aire y la actividad en espacios públicos. La IA procesa esta información para ofrecer una vista integral y en tiempo real de la ciudad.

Una de las soluciones más interesantes que vi en el congreso estaba relacionada con los sensores que miden el ruido en ciudades como Barcelona. Estos sensores envían los datos a un sistema central que permite que se tomen decisiones sobre una enorme cantidad de temas, incluyendo los carriles para coches en cada calle.

Desafíos y consideraciones éticas

El despliegue de la inteligencia artificial en las smart cities trae consigo un aumento significativo en el consumo de recursos, principalmente energéticos. La sostenibilidad de estas tecnologías se cuestiona bajo la perspectiva del uso intensivo de la computación para procesar y analizar grandes volúmenes de datos. Las infraestructuras de IA, como los centros de datos, requieren una considerable cantidad de energía no solo para operar sino también para mantener sistemas de enfriamiento eficientes. Esto plantea la necesidad de buscar fuentes de energía renovable y estrategias de eficiencia energética para mitigar la huella de carbono.

La sostenibilidad también se extiende al diseño y la construcción de hardware que debe tener un ciclo de vida más largo, con posibilidades de actualización y reciclaje, evitando así la obsolescencia programada y la generación excesiva de residuos electrónicos.

Por otro lado tenemos el tema de la privacidad, algo crítico en la implementación de la IA en las smart cities. Los dispositivos y sensores distribuidos en el espacio público recopilan una gran cantidad de datos personales, a menudo sin el consentimiento explícito de los individuos. El riesgo de vigilancia masiva y el uso indebido de datos personales por parte de entidades gubernamentales o privadas es un tema de preocupación considerable. De hecho, durante el congreso, era curioso verificar como algunas ciudades tenían soluciones implantadas que otros países no podrían tener nunca por sus propias leyes de privacidad.

Lo que está claro es que la IA en las smart cities debe equilibrar la recopilación de datos necesaria para mejorar los servicios urbanos con el derecho a la privacidad de los ciudadanos, y eso requiere un diálogo constante entre tecnólogos, responsables políticos, y la sociedad civil para establecer límites éticos claros y mecanismos de supervisión que aseguren que la tecnología sirve al interés público y no al revés.