La inauguración del Metro de Quito ha desencadenado un fenómeno económico notable en el corazón de la ciudad. Miles de personas, provenientes de las profundidades del sistema de transporte, han inundado iglesias, museos y locales comerciales, generando un impacto significativo en la actividad económica local. Este cambio se refleja en la masiva presencia del público en los centros comerciales del ahorro, donde la clientela se ha triplicado desde el inicio de la operación del metro, transformando por completo el panorama de la capital ecuatoriana.
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La heladería San Agustín, un establecimiento tradicional en el Centro Histórico, ha experimentado una demanda sin precedentes, alcanzando su máxima capacidad desde el primer día de operación del metro. Los comerciantes autónomos también han aprovechado esta afluencia, y hasta los artistas populares han encontrado un nuevo público ávido. Incluso los parqueaderos municipales están saturados, con 260 autos estacionados hasta la bandera, evidenciando el cambio radical en la movilidad y la afluencia de personas.
Los ciudadanos, incentivados por la accesibilidad del metro, han explorado museos, templos y disfrutado de la comida tradicional en los establecimientos del Centro Histórico. Este flujo de visitantes ha dejado a los comerciantes locales satisfechos por el aumento en las ventas, generando optimismo en la expectativa de que el flujo de turistas se mantenga. Sin embargo, la esperanza va de la mano con la necesidad de implementar planes de seguridad para asegurar un entorno propicio para el crecimiento continuo de la actividad económica en la zona.
Con información de Ecuavisa
