Precio del vino en Argentina subió más que la inflación en junio

catador de vino

El precio del vino subió más que la inflación en junio y en la industria dicen que el sector atraviesa una “crítica” situación

Según un informe de la UBA, el valor en góndola avanzó 11,2% el último mes; los empresarios vitivinícolas advierten por la caída del consumo local y de las exportaciones, pero celebran la quita de retenciones


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En octubre del año pasado, antes del amanecer, los productores vitivinícolas fueron sorprendidos por la inusual llegada de una helada tardía. La temperatura se mostró por debajo de los cero grados en diversas zonas productivas del país, un fenómeno que se repitió en los días posteriores y que dañó los cultivos de forma irremediable. Dentro del sector, hablan de la peor cosecha de la historia y de un fuerte golpe para la industria, que se suma a las distorsiones en el comercio exterior y a la caída del consumo local, una combinación de factores que explican por qué en las góndolas las botellas de vino sufrieron una remarcación de precios por encima de la inflación.

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En junio, la variación mensual del Índice de Precio del Vino (IPV) marcó un aumento del 11,2% mensual, de acuerdo con el informe Vinodata elaborado por el Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Este movimiento casi duplicó la inflación en el mismo período, que fue del 6%.

En las góndolas de los supermercados y vinotecas, el 56% de las etiquetas sufrió una variación al alza de sus precios, con un promedio del 14,9%. La tendencia se observó sobre todo en las botellas que cuestan menos de $1041 (14%), seguidas por la gama de $1041 a $1784 (12,4%). En el resto de los casos, los incrementos fueron menores al 10%.

Para Martín Hinojosa, productor y presidente del Instituto Nacional Vitivinícola (INV), estas alzas fueron explicadas por la cosecha “más baja de la historia”. La cosecha de uvas de 2023 alcanzó los 14.000 millones de quintales, cuando el promedio suele rondar los 22.000 millones.

“El precio de la materia prima trepó rápidamente (por faltante) y, sin dudas, impactó rápidamente en el valor del producto final. Veníamos arrastrando caídas en los despachos desde que se produjo este fenómeno climático. Muchas bodegas cuidaron sus stocks de vinos hasta conocer los resultados de la cosecha 2023, que finalizó en mayo de este año”, le explicó a LA NACION.

Desde el Observatorio Vitivinícola Argentino (OVA), unidad de investigación dependiente de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), señalaron los mismos motivos. Pero compartieron otros números. En junio, el precio promedio ponderado de vinos en botella, espumantes y cartón fue de $1202 para el consumidor final (valor por un litro, sin IVA). Significó un aumento del 8% frente a mayo, dos puntos porcentuales más que la inflación. Pero, al observar el recorrido del año, los vinos acumularon un aumento del 54%, mientras que el índice de precios al consumidor (IPC) registró un alza del 51%.

“Venimos acompañando la inflación, cuando en realidad deberíamos haber aumentado mucho más. El precio de la uva se disparó entre 200% y 300%, a lo que se le suma la inflación real, los insumos secos dolarizados [como corchos, botellas y etiquetas] con lista actualizada del 20% para agosto, paritarias y baja competitividad por el tipo de cambio. Es una bomba explosiva. ¿Pero cuánto podemos aumentar si tenemos que participar de Precios Justos para acceder al Plan de Incentivo a las Exportaciones?”, confió un bodeguero.

La cosecha fue históricamente mala. Los precios aumentaron y el consumo local no acompañó. Durante el primer semestre del año se registró una merma del 10% interanual, según el INV, aunque esperan que en los próximos seis meses las ventas repunten a medida que se equilibren los stocks vínicos de seguridad. El vino tinto sufrió una caída del 8,1%. El vino blanco, del 16,1%.

“La retracción del consumo se lo atribuyo a varios factores. Por un lado, a la disponibilidad de ingresos de los consumidores. Por el otro, por esta cautela que hubo en los despachos, donde mantener inventario fue considerado resguardo de valor. Y, también, por la competencia. Particularmente, la cerveza, ya que tiene una mayor flexibilidad para manejar precios y aumentaron por debajo de la inflación. También impactó este auge de las bebidas de coctel, un fenómeno que afecta a la Argentina y el mundo entero”, reflexionó Daniel Rada, titular del OVA.

Dólar: otro frente “crítico”

Días atrás, las empresas socias de Bodegas de Argentina lanzaron un comunicado para advertir sobre la “crítica” situación que enfrentan las exportaciones del sector. En el primer semestre del año, se hundieron un 26,8% los envíos de vinos fraccionados fuera del país y del 44,5% para los vinos de granel. Una disminución total del 31,7% del volumen de las botellas despachadas al exterior, según el INV.

“Las caídas de volumen y facturación citadas se deben fundamentalmente a la falta de competitividad del tipo de cambio, frente a los incrementos de costos que han tenido los componentes de los productos (insumos de packaging, materias primas, mano de obra y gastos en general)”, advirtieron. También mencionaron las restricciones de transferencias al exterior, ya sea para importar insumos o pagar servicios, así como “la situación generalizada de la macroeconomía”.

“Nos resulta muy difícil desarrollar un mercado. Requiere de años de inversión sostenida. Más difícil nos resulta sostenerlos en las condiciones descritas. Las bodegas argentinas han realizado grandes esfuerzos para no perder lo construido, pero llevan mucho tiempo exportando en condiciones que claramente les son desfavorables”, sentenciaron, aunque celebraron el reciente anuncio de quita de retenciones a partir del 1° de septiembre. Era uno de los pedidos que le hacían al Gobierno.

Con obstáculos por todos los frentes, el sector sufrió una pérdida de la superficie cultivada. Actualmente, ronda las 207.000 hectáreas, casi un 10% menos que en 2015, indicaron. Para Hinojosa, esto se debió a la falta de inversión en obras de riesgo para cultivos, el cambio de variedades cultivadas y la pérdida de los productores ante las contingencias climáticas “cada vez más severas”, que incluye desde granizo, pasando por heladas y hasta la polilla de la vid.

“La situación requiere de inversión por parte del sector privado, provincias y el Estado nacional. Por eso insistimos tanto en la aprobación del Proviar II, demorado desde 2016 y que logramos activarlo el año pasado, con una inversión total cercana a los US$50 millones a través del BID. Es la parte que nos toca, trabajar junto a productores y bodegas en todo el país en la asistencia técnica y ejecución, para que tengamos más productores de uva, calidad en los cultivos y tecnología industrial que permita recuperar el terreno perdido. Tenemos que volver a festejar”, cerró.

Fuente: La Nación

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