El sector lácteo atraviesa una encrucijada en Argentina

Transcurren tiempos de tormentas en el ámbito de la producción doméstica de lácteos.

Ocurre que la estructura de tambos, pilar base de la generación de leche en la Argentina, no deja de achicarse período tras período. Y esa pérdida de tamaño, además de estimular la concentración, pega de lleno en el rendimiento de las principales compañías del rubro.


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Según estudios del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) a los que accedió iProfesional, el número de establecimientos productivos se reduce a razón del 3 por ciento anual, y hoy se encuentran en peligro de cierre al menos 10.000 tambos. En el sector señalan que el 70 por ciento de los actores del sector está amenazado.

La organización detalló que sólo en la última década los productores más chicos perdieron 10 puntos porcentuales de la participación en la torta de la actividad. Hoy por hoy, sólo aportan el 16,4 por ciento de la leche que se genera.

Semejante diferencia complica tanto a los propietarios de los establecimientos como a la cadena de procesamiento y comercialización, que tampoco ha podido mover demasiado los valores más allá del contexto de incremento permanente en los costos. Este aspecto explica, en gran medida, las dificultades que atraviesan algunos de los nombres más potentes del mercado.

En esa dirección, La Serenísima, controlada por Mastellone, perdió 600 millones de pesos en lo que va del año.

Mastellone no recibió ni en el 2020 ni en lo que va de 2021 ningún tipo de asistencia económica o impositiva, por parte del Estado, ya sea mediante aportes de ATP, Repro o de algún otro plan oficial.

Por el lado de SanCor, la unión de cooperativas sigue perdiendo tamaño. Hace muy pocos días, el grupo venezolano Maralac se hizo cargo del gerenciamiento de Alimentos Refrigerados (ARSA), empresa que ostentaba el control de los yogures, postres y flanes de la marca argentina.

La empresa gestiona menos de 400.000 litros diarios siendo que en su mejor momento llegó a «mover» alrededor de 6 millones.

En los últimos años, este emblema de la lechería doméstica se desprendió de sus plantas en Charlone, Pozo del Molle y Centeno, transfirió su unidad de yogures, y luego vendió sus plantas de Morteros y Chivilcoy a la compañía Adecoagro –controlante de la marca Las Tres Niñas–.

 

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