El precio de la carne sube y el salario se devalúa

En nuestra ciudad el mayor consumo de carne vacuna se realiza en los pequeños comercios de cercanía. Tanto los carniceros de barrio como los consumidores, vieron con asombro cómo en noviembre el precio de los distintos cortes cárnicos siguieron aumentando.

Algunos decidieron definitivamente sacar la carne de su menú y reemplazar esas proteínas con más pollo o cerdo en su dieta en un contexto de pérdida del poder adquisitivo.


Banner_frasco-suscripcion-800x250

El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) informó que una familia de cuatro integrantes necesitó en octubre un ingreso mensual de $72.365 para no ser considerada pobre, una cifra que muchas familias gualeguaychuenses ni siquiera hoy pueden alcanzar con la ayuda social del Gobierno nacional.

Ya ni los cortes populares, desde la pulpa, la carne picada son accesible para algunos hogares de la ciudad. Los pizarrones de las carnicerías de barrios intentan atraer a los clientes con ofertas de cortes populares reduciendo sus márgenes de ganancias, pero las ventas siguen disminuyendo en los mostradores.

La intervención del Estado y el mismo final

En las últimas experiencias que vivimos donde el Estado intentó bajar los precios de los productos en los supermercados con la Ley de Góndolas, mejorar la oferta de viviendas en alquiler, con la Ley de Alquileres, fracasó rotundamente.

La intervención del mercado de la carne con el cierre de las exportaciones por 30 días el 18 de mayo, con el fin de regular el precio de los cortes cárnicos en las góndolas, tuvo el mismo final, productos más caros y menos ofertas de vacunos para la faena al bajar la inversión en la actividad.

Desde mayo toda la cadena se vio afectada, la industria frigorífica, redujo su faena, el productor se retrajo, y el consumidor ve precios más caros y si este proceso se prolonga en el tiempo ¿Podría dares haber desabastecimiento?

El mercado ganadero es muy difícil de regular en su totalidad, al contar con 250 mil productores en todo el país y 400 usuarios de faena que trabajan con los frigoríficos que interactúan entre sí.

Cualquier intervención altera todo un ecosistema económico, que volver a normalizarlo requerirá de tiempo y estabilidad.

Escenario de escasez 

La ingeniera agrónoma Milagros Sobredo, es analista de mercado ganadero en la consultora Globaltecnos y adelantó que en los próximos meses “veremos un escenario de escases” de carne.

“El mercado interno consume novillos más livianos, de menos de 390 Kg, y es un animal que se termina más rápido. Se tiene una recría corta de cuatro a cinco meses y luego se termina en un corral. Esto tarda desde que el ternero sale del pie de la madre a los ocho meses, luego tiene los meses de recría y va a corral otros 90 días para su terminación y venta.

En cambio el novillo de exportación necesita más volumen, tiene una recría más larga y más tiempo de terminación en corral. Es por eso que todas las veces que hubo intervenciones generó dificultades para un negocio que es a largo plazo. Pensemos que se tiene que preparar la vaca para que sea madre, hay nueve meses de gestación para que nazca el ternero, luego mientras el ternero está lactando se debe nuevamente preparar a la vaca para la próxima crianza.

Después hay que tener en cuenta la inversión en personal, infraestructura, aguadas, molinos, son inversiones de largo plazo en la cual se necesitan reglas claras. Cada vez que hay intervención o se cambian las expectativas se genera un ruido muy grande en las decisiones de los productores que tiene un negocio y deben hacerlo rentable.

Si un productor va a sembrar una pastura, cuyo costo de implantación por hectárea está en 390 dólares, para que le dure entre cuatro a cinco años con fertilización. Pero este año hubo productores que decidieron sembrar pastura en marzo, se encontró en mayo, cuando aún la pastura no pudo ser aprovechada, el gobierno les cambió las reglas de juego al cerrarles las exportaciones de carne por 30 día y la inversión del productor ya está enterrada en la pradera”.

La profesional remarcó que: “La lógica nos dice que la obtención de la carne vacuna es mucho más cara que otros productos cárnicos como el pollo  y el cerdo por el capital inmovilizado que se tiene por tanto tiempo. Los argentinos somos la excepción en cuanto a la cantidad de proteínas que ingerimos de carne roja, en el resto de los países se consume más pollo y cerdo que carne vacuna”.

La baja en el consumo

Sobredo expresó que: “El problema de la baja en el consumo de carne (46 Kg per cápita) tiene que ver por la pérdida de poder adquisitivo por la inflación. Y si uno observa la evolución de la venta de otras carnes, hubo una disminución en la venta de todas las proteínas. Hoy el ruido lo hace la carne vacuna porque saltó el precio en noviembre, pero un salario medio en un año perdió tanto valor adquisitivo que si destináramos todo el sueldo a la compra de proteínas, se podría adquirir un 25 por ciento menos de carne de pollo que en 2020; un 23 por ciento menos de carne de cerdo y un 30 por ciento menos de carne vacuna”.

Al consultarle por cómo se absorberá, las pérdidas en la cadena productiva de la carne si el consumo en góndola sigue disminuyendo, Sobredo manifestó que: “Esperemos que esta situación se revierta, se pone sobre la mesa la gran suba de la carne, pero la verdadera discusión que tenemos que dar es que el salario se sigue deteriorando.

Luego tenemos que estas constantes intervenciones del Estado en la actividad generaron un impacto negativo en la producción. Hoy estamos faenando entre un 6 a 7 por ciento menos que el año pasado y gran parte de esa merma en la producción se dio por el cambio de reglas. No hay especulación porque una vez que el novillo está terminado, el productor no tiene la capacidad de retenerlo si o si lo tiene que vender porque no le resultará rentable seguir teniéndolo.

El productor tiene uno o dos momentos en el año para decidir si acelera su producción, si invierte para intensificar su producción y sacarla más rápido. Una vez que decidió ir sobre un sistema ya no puede dar marcha atrás, un animal que está encerrado en un corral y se alimenta de una dieta que es cara, se tiene que terminar lo antes posible para ir a la venta.

Son decisiones que ante los cambios de escenario que generan incertidumbre, el productor decide guardarse, no invertir más y trato de ir a un sistema más defensivo que intensivo.

Es decir que en mayo cuando se dio el cierre de las exportaciones, el ganadero que tenía la decisión de meter animales a un corral, decidió dejarlo a pasto (en el campo) bajo la taza de ganancia y de peso del animal, para poder bajar costos porque tiene un mercado intervenido y no sabrá a qué precio venderá su novillo”, concretó.

Banner_azules
Reciba las últimas noticias de la industria en su casilla:

Suscribirse ✉