Argentina: “El que no exporta a China es porque no entendió el mundo”

La visión de Federico Braun

“Estamos en un piso y veremos si van a poder poner plata en el bolsillo a la gente”, contó el presidente de La Anónima. ¡Date una vuelta por este mano a mano imperdible!


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Con más de 160 sucursales en todo el país y dos frigoríficos, supermercados La Anónima logró compensar la fuerte caída del consumo en el mercado interno con un crecimiento de sus exportaciones de carne a China y a Europa, que ya representan cerca del 20% de la facturación. Su presidente, Federico Braun (también accionista de Grupo Financiero Galicia), no tiene dudas: “hoy el que no exporta a China es porque no entendió el mundo”, asegura. En esta entrevista con Infobae considera que el sector —con más de un año de caída— está en “un piso” y que el dependerá de la macroeconomía si el próximo Gobierno puede o no ponerle plata en el bolsillo a la gente.

– ¿Cómo afectó la caída del consumo, que acumula 15 meses, al negocio de La Anónima?

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– Afectó mucho. Tomé julio, agosto y septiembre de 2015 y lo fui comparando año tras año y hay una constante caída. El máximo llegó a ser del 18%, que para el negocio de consumo masivo es muchísimo. Agravado por los impuestos. Hay un impuesto provincial, que se llama Ingresos Brutos, que desgraciadamente en los últimos años más que se duplicó a pesar de que cuando fue la reforma impositiva se hablaba de bajarlo. Es el impuesto que más afecta a nuestro negocio. Un 5% para supermercados es muchísimo. Un supermercado que gana buena plata gana 3% en la última línea. Pero para mi tristeza no solo no bajaron el impuesto a Ingresos Brutos de los comercios, sino que lo subieron. Le pusieron un tope de 5 por ciento. Muchas provincias que tenían el 3% o el 2,5% lo llevaron al máximo de 5 por ciento. La ley de reforma impositiva lo mantiene, no lo baja.

– ¿Cómo atravesaron estos años?

– A uno no le gusta despedir gente. En los últimos 40 años, desde que estoy en la empresa, pasamos de 265 personas a 10.800. Hemos crecido todos los años, excepto en las crisis. En 2001-2002 fue muy fuerte. Pero pasó 2016, 2017 y la crisis que empezó en abril de 2018, con la enorme suba de la tasa de interés, nos obligó a a decir “no, paremos de ser optimistas de que esto va a crecer” y tomamos la decisión, sin prisa pero sin pausa, de ir ajustando las dotaciones para recuperar la eficiencia perdida por la caída de ventas. Además estuvo impactado por las altas tasas de interés y por la suba de impuestos que, a su vez, genera competencia desleal. Es la curva de Laffer. Cuando aumentás las alícuotas se generan más impuestos cobrados hasta que llega a un punto donde mucha gente sale de la formalidad, se “negrea” y cae la recaudación total. La Argentina está ya en un punto máximo. Los impuestos en la Argentina, de los que pagamos impuestos, son tremendos.

– ¿Qué diferencias observa entre esta crisis y la crisis de 2001?

– El punto de contacto es la gravedad de la caída. La diferencia es que cuando esto ocurre durante tanto tiempo, el consumidor empieza a ponerse en “modo austero” y a encontrar la forma de defenderse del aumento de precios. Comprar ofertas, comprar por bulto en el mayorista, consumir menos. Un tema que en la crisis 2002 pasó muy rápido ahora se convirtió en un hábito.

Eso hace más complejo el negocio porque el supermercado le tiene que vender a todos, no solo a los ricos. Más en el interior, en un pueblo perdido en la Patagonia. Tenés que vender a todos y tener el volumen necesario para ser eficiente. Estamos en pueblos de 4.500 habitantes como Tolhuin.

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Esa es la diferencia. Es como el “cuento del sapo”, que te vas calentando hasta que te morís. En febrero de este año dijimos “esto está para quedarse”, no cometamos el error de ser optimistas, aunque siempre lo hemos sido. Pero en cuanto al cálculo de la venta partimos de la base de que es el piso. Yo creo que estamos en un piso y veremos qué pasa con la macro para ver si van a poder o no ponerle plata en el bolsillo a la gente. Es fácil de decir pero no es fácil de hacer. La situación argentina es compleja.

– Se viene, por lo que fue adelantando el equipo de Alberto Fernández, un acuerdo de precios, ¿cree que puede funcionar?

– En 41 años que tengo en la empresa he estado involucrado en precios congelados, precios máximos, precios cuidados, esenciales. Precios Cuidados, que nació con el gobierno anterior, si lo manejás bien, si entendés la naturaleza de los productos que están ahí y si estás dispuesto a actualizar los precios cuando tenés una inflación acelerada, es una cosa. Se generó un sistema de alarmas para que se pueda corregir cuando hay problemas. Porque cuando el precio es muy barato, todos vendemos más y la fábrica no puede responder. No hay nada peor que el precio de un producto que no está. Eso genera una frustración en el consumidor. Cuando el actual Gobierno decidió mantenerlo, estuvimos de acuerdo. Siempre la preocupación es que se maneje bien. Puede ser una alternativa que ayude en una transición ordenada de los problemas que tiene la Argentina y depende mucho de la macroeconomía. Si tenés una inflación desbocada, el control de precios dura muy poco. Tenés que tener un plan económico integral, ver qué pasa con la deuda, qué pasa con el dólar, los precios y los salarios.

– ¿Qué expectativa les genera este posible acuerdo, a partir de diciembre?

– Depende de cómo se arme y se comunique el plan económico y qué vaya a pasar con la deuda y con el dólar. Todos sabemos lo que pasa con los precios y el dólar. La voluntad de estar en esa mesa está, pero hasta ahora no hemos sido convocados.

– ¿Qué efecto esperan si se llega a implementar la Ley de Góndolas?

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– La Ley de Góndolas se divide en dos conceptos. Uno que hace a la regulación del espacio que le tengo que asignar a determinados productos, al proveedor más importante, a las empresas familiares o indígenas. Como lo tengo que exhibir, si en el primer estante o en el del medio. Mientras que el otro capítulo, que es el que comparto, es sobre el abuso de poder entre las grandes cadenas y las pequeñas y medianas empresas. En Europa muchos países han adoptado reglas para proteger al pequeño del poder de compra que tienen las grandes cadenas. Pero lo de la exhibición en góndola de determinados productos el único país que tiene una ley al respecto es Ecuador. ¿No es raro que se ponga a la Argentina a copiar qué hacer con la góndola cuando hay otros mecanismos? Está la ley de Defensa de la Competencia, Defensa del Consumidor. Que en un país como en la Argentina no te cumplan con el pago, con una inflación de 30%, 40% o 50% al año, puede ser la vida o la muerte para una pyme. Generalmente tienen problemas de financiación. En nuestro caso, lo hacemos naturalmente. A veces cuando tengo que transportar, el costo del flete es mayor que el contenido.

Este es un país enorme donde hay un alto costo involucrado de transporte para llevar, por ejemplo, agua mineral desde Mendoza pasando por Buenos Aires a Ushuaia. Si logro que se instale una fábrica de agua mineral en Ushuaia resuelvo costos, soy más ecológico y doy trabajo en donde estoy

– ¿Se logró mejorar algo de los abusos de los supermercados sobre las pequeñas empresas?

– Creo que ha habido excesos en el pasado y eso ha marcado mucho. Hay algunas empresas que no le quieren vender a los supermercados. Son años y años. Las que se acercan a nosotros saben que vamos a cumplir con esas reglas de juego.

– ¿Cuánto tienen que ver hoy los supermercados en la formación de precios?

– El consumidor se enfrenta con la realidad cuando va al supermercado. Una vez le expliqué a una clienta que se quejaba de los precios que tenía razón, que los precios son altísimos. Pero lo que yo puedo hacer, en términos relativos, es ser más barato que la competencia. Nosotros somos responsables y, creo que lo hacemos bien, en todo lo que es el margen. Pero si puedo ser lo más eficiente a los gastos asociados a poner el productos en la góndola, la línea de cajas, la logística, a los sistemas. Pero puedo hacer poco respecto del costo del producto.

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Pero hay una alta concentración de pocas empresas en varios rubros.

– Eso es así. Hay familias de productos donde hay muy pocos productores. ¿Qué hacemos nosotros frente a eso? Nos gusta comprar lo más barato posible, hacer competir a los proveedores de una categoría.

– ¿Qué le pediría al nuevo gobierno?

– Diálogo. Que se entienda la problemática de cada sector. Que la evasión es un problema de Estado y que la Argentina no puede tener los niveles de evasión que tiene. El Estado tiene que hacer gasto y para eso cobra impuestos y la mejor manera de cobrar impuestos es ampliando la base. Que todos paguemos. En este país no pagar impuestos está visto como algo bueno, “sos piola”. Vamos a impulsar que no nos pongan impuestos absurdos y hacer lobby en el buen sentido.

En este país no pagar impuestos está visto como algo bueno, “sos piola”. Vamos a impulsar que no nos pongan impuestos absurdos y hacer lobby en el buen sentido

– ¿Qué balance hace de los últimos cuatro años?

– Así como tenemos problemas con el negocio de supermercados, tenemos un muy buen negocio con la carne. Al tener negocios en la Patagonia y ser una zona libre de aftosa, con La Anónima teníamos que comprarle a los frigoríficos de exportación. Y ya a fines de la década del ’90 empezamos a trabajar para tener nuestra propia carne. Hoy tenemos dos frigoríficos y apareció la posibilidad de exportar. Fuimos mejorando y vimos que era un negocio muy virtuoso. Aunque parezca raro, en Europa le dan más valor a determinados cortes que en la Argentina no queremos. Cuando tenés un frigorífico le mandas a cada supermercados o a cada mercado lo que te pide. Hay una asociación virtuosa entre el mercado interno y el mercado externo, a extremos inimaginables. Algunos países compran rabo, sangre o bilis. Estamos exportando a Europa, hemos logrado con el tiempo una importante cuota Hilton; a China, porque hoy el que no exporta a China es porque no entendió el mundo. De la Argentina, el 77% de las exportaciones de carne van a China. También se abrió Estados Unidos, le estamos vendiendo a Israel. Le pusimos a los frigoríficos la mejor tecnología del mundo que está en Islandia; es fascinante el grado de automoatización y la eficiencia. Si tengo que ponderar algo del gobierno de Macri es lo que se logró trabajando con los distintos sectores que nos juntamos en la Mesa de las Carnes. Es un cuento para contar. La Argentina va a cerrar con USD 3.000 millones de exportaciones y con la posibilidad de crecer muchísimo. No tiene límites si la Argentina tiene estabilidad en la aplicación de reglas. Tiene todo para ser exitoso con la carne. Lo ven como un commoditie, pero tiene mucho valor agregado.

– ¿Tiene intenciones de volver a incursionar con La Anónima en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o el conurbano?

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– En principio, no nos gustan las grandes ciudades. Nos gusta esa integración que se produce entre nosotros y la comunidad. Ya estamos en Santa Fe, Córdoba y Goya, Corrientes. Tenemos un plan de crecimiento que lo hicimos hace cuatro años con el firme propósito de estar cubriendo casi todo el país. Hemos tenido que ser prudentes por el tema financiero –hay que ser prudente en la Argentina– y lo tenemos demorado. Pero apenas se clarifique el aspecto financiero lo vamos a poner en marcha.

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