“No es una decisión que tomo yo, es una decisión que toma mi cuerpo”.

De acuerdo al portal de noticias elpais.com

El físico, por encima de los pensamientos

  • Conforme pasan los años, el equilibrio de fuerzas se va inclinando en favor del cuerpo. Es un gran reto mental, especialmente para personas que aman la competición por encima de todo como Rafa Nadal

“No es una decisión que tomo yo, es una decisión que toma mi cuerpo”. Estas palabras de Rafa Nadal resumen muchas situaciones del deporte profesional. Circunstancias que tantas veces quedan lejos de la mirada de los aficionados, de las crónicas de los medios e incluso, en ocasiones, de nuestros seres más cercanos. El atleta convive llevando al límite su cuerpo y eso tiene un peaje contra el que siempre luchamos.


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Si hago memoria sobre mi paso por el circuito, si intento recordar entre todas las vivencias, la derrota nunca fue la más dura de todas. Un partido perdido se compensa con un esfuerzo pleno, un marcador adverso no lo es tanto si saliste de la cancha totalmente vacío. Lo más complicado es sentir que no puedes darlo todo, que tu cuerpo no responde como siempre lo hizo. En definitiva, que el físico decide por encima de tus pensamientos.

Conforme pasan los años, este equilibrio de fuerzas se va inclinando en favor del cuerpo. Las decisiones, paulatinamente, van estando en sus manos. Es un gran reto mental, especialmente para personas que aman la competición por encima de todo.

La grandeza deportiva de Rafa es muy complicada de definir. Es sencillo repasar todos sus números, perderse entre récords no exige demasiado esfuerzo y hay torneos que llevan asociados su nombre de campeón, como si hubiese una necesaria relación entre ambos. Más allá de todo ello, Rafa ha logrado escribir una carrera de oro con una colección de bajas por lesión. Sabiendo escuchar a su cuerpo y entrenando su mente para afrontar nuevos comienzos. Y, créanme, es más complicado retomar el camino cuando se está bien arriba en la montaña.

Rafa merece poder completar su carrera por decisión propia, haciendo lo que tanto adora y compitiendo con la honestidad que siempre nos ha demostrado. Su legado ya está más que escrito, hay hazañas que pertenecen a la historia del deporte y la última página de este viaje merece llevar la firma que él quiera. Desde luego, esbozarla dentro de una cancha de tenis, vibrando como ha hecho en las últimas dos décadas, es algo que se ha ganado con total merecimiento.

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No hay sensación más amarga que un obstáculo en el camino indicándote la puerta de salida. Es algo contra lo que cualquier deportista profesional desearía luchar. Como ustedes bien saben, hablo por experiencia personal. Y me llena de satisfacción ver cómo Rafa busca darse la mejor oportunidad de completar el camino en sus propios términos.

Me parece muy inteligente no ponerse una fecha de regreso, sino aceptar con naturalidad la evolución de los acontecimientos. En la rutina de un atleta como él, tan ligado a horarios y exigencia, acostumbrado a tener tantas miradas sobre los hombros, espero que esta nueva etapa le aporte salud y tranquilidad. Siempre ha demostrado un enorme sentido común para tomar decisiones importantes, y esta parece una de las más especiales de todas.

La vida posterior al circuito es muy amplia. Aunque siempre quedará fijado como un icono del deporte mundial, Rafa se ha ganado en todos estos años la felicidad fuera de las canchas. Y eso tiene una relación directa con la etapa que está viviendo. La salud de un deportista es la base de su alegría, el motor de sus rutinas diarias. Cuidar el cuerpo con prioridad absoluta es el torneo más importante a disputar en momentos así.

Si finalmente 2024 es su última temporada en el circuito profesional, ojalá podamos verle disfrutar en las pistas. Con una sonrisa en la cara, gozando con el cariño que merece tras tantos años siendo un ejemplo para todos.