Siete lecciones de la era de Tom Ford en Gucci

  • El paso de Tom Ford por la casa Gucci fue tan extenuante para el diseñador como definitivo para la historia universal del estilo: así es como el sexo se hizo moda.

Según publica harpersbazaar.com El adiós de Tom Ford a su firma homónima, vendida a la compañía Estée Lauder el pasado mes de noviembre por 2.800.000 millones de dólares, cierra uno de los capítulos más celebrados de la historia de la moda. Mientras el futuro del multidisciplinar texano de 61 años suscita numerosas incógnitas, su pasado lo que provoca es vértigo: el ex director creativo de Gucci e Yves Saint Laurent también bordó con buena nota su conversión a cineasta con Un hombre soltero y Animales nocturnos.

Su nombre es sinónimo de un estilo tan depurado como reconocible desde hace más de tres décadas gracias a un talento único, polivalente y genial. Desde su llegada a Gucci en 1990 (en 1994 sería nombrado director creativo) hasta su abrupta salida de la casa italiana en 2004, el diseñador llegó a trabajar a un ritmo de 18 horas al día que se tradujeron en una revolución sexual que cambió para siempre la publicidad, la pasarela, la alfombra roja y la forma de entender el estilo y la industria: llegó a una firma en bancarrota y salió de una empresa valorada en 10 mil millones de dólares.


Banner_frasco-suscripcion-800x250

Con formación como actor y como arquitecto (estudió diseño de interiores en la Parsons The New School for Design, donde se formaron Edward Hopper o Jasper Johns) y muchas noches en Studio 54 a sus espaldas, Ford fue, según la mítica Dawn Mello (su antecesora como directora creativa de Gucci), uno de los pocos entre las decenas de entrevistados que aceptó trabajar para la enseña (entonces de capa caída) y el único dispuesto a mudarse a Milán (cosa que hizo a principios de los 90 acompañado del periodista de moda Richard Buckley, con quien viviría una de las historias de amor recientes más conmovedoras, hasta el fallecimiento de este en 2021).

Ford escribió para Gucci un código tan glamuroso como sensual que, aunque bebía de los años 70, era totalmente inédito y propio. En este código reprogramó las once líneas de productos que personalmente ideaba, diseñaba, supervisaba y convertía en superventas. Antes de Ford, Gucci solo era reconocida por la calidad de sus artesanales accesorios. Gracias a él, también el prêt-à-porter entró en la champions league de las semanas europeas de la moda, una herencia que supieron continuar su sucesora Alessandra Facchinetti y, más tarde, Frida Giannini y Alessandro Michele. Los ecos de aquellas creaciones se dejan sentir periódicamente, reivindicadas por celebridades como Bella Hadid, una de las muchas admiradoras de su archivo. Estas fueron las claves de una era irrepetible.

tom ford gucci

Victor Virgile//Getty Images

1. La pasarela puede ser sexy

Ni insinuado ni sugerido: el sexo en las colecciones de Tom Ford para Gucci era evidente y, aún así, elegante: lencería a la vista (sí, tangas con el logo de la doble GG también), transparencias impúdicas, escotes de infarto, cut-outs imposibles y hasta elementos del BDSM. Con él arrancó la era del pornochic, que coincidió en el tiempo con el final del reinado de las supermodelos de los 90. En la imagen, Kate Moss en el desfile de primavera/verano de 1996.

gucci testino tom ford

D.R.Publicidad

2. Las campañas deben provocar

Esa pátina erótica también la aplicó sobre la publicidad de la firma. Con estilismo de Carine Roitfeld y ante el objetivo de Mario Testino (aunque también firmarían algunos anuncios los fotógrafos Luis Sanchis y Terry Richardson y los estilistas Gabriel Feliciano y Camilla Nickerson), Tom Ford apostó por una audaz estética (instantáneas de jugoso brillo que parecían relatar encuentros sexuales) que en su momento fue tan criticada como exitosa en ventas. Hoy, esas fotografías son objeto de culto. Especialmente, la imagen de un modelo masculino dibujando el logo de Gucci sobre el pubis de Carmen Kass en 2003, que llegó a prohibirse en Reino Unido.

charlize theron tom ford gucci

Ian West – PA Images//Getty Images

3. La alfombra roja es una extensión de la pasarela

También fue visionario Ford al comprender que cantantes, actrices y otras estrellas eran embajadoras perfectas de su visión más allá de la pasarela. En 2004, Charlize Theron revivió el glamur del Hollywood dorado con un diseño del texano para Gucci que le dio suerte: ganó el Oscar a mejor actriz por Monster. También fue un talismán para Madonna, que recogió cinco galardones en los premios VMA de 1995 con una camisa de raso azul, en la noche de su épica pelea con Courtney Love. Otras celebridades de la época que vistieron de Tom Ford para Gucci fueron Beyoncé, Nicole Kidman, Sarah Jessica Parker y Salma Hayek.

gucci tom ford

Victor Virgile//Getty Images

 

4. El minimalismo puede ser elocuente

Tom Ford, que evita el color tanto en su propia ropa como en sus casas, también fue en Gucci un profeta del menos es más: vestidos columna inspirados en su querencia por el mundo helénico, slip dresses en satén y seda, líneas fluidas, patrones sencillos y pocas extravagancias cromáticas son sus coordenadas habituales, tanto cuando estuvo al frente de la casa florentina como a día de hoy. Sobre estas líneas, Diana Gärtner con un vestido blanco en el desfile de primavera/verano de 2002.

tom ford gucci gwyneth paltrow

Ron Galella, Ltd.//Getty Images

 

5. Una nueva androginia es posible

Tirando del archivo rico en sastrería de Gucci y de su obsesión personal por Halston (el genio olvidado en cuya residencia neoyorquina residen hoy Ford y su hijo de diez años, Alexander John Buckley Ford), el diseñador diluyó fronteras entre sus colecciones de mujer y hombre y creó para ellas trajes y camisas fluidos y setenteros que convencieron a críticos y a celebridades como Gwyneth Paltrow, quien debe tres de sus mayores momentos de moda al texano: la armadura con la forma de su busto en la portada de la edición estadounidense de Harper BAZAAR de febrero de 2020; el vestido blanco con capa que llevó en los Oscar en 2012 y el traje de dos piezas de terciopelo rojo que convirtió en noticia por sentarle tan bien en 1996 como en 2021.

gucci runway springsummer 2002 milan fashion week

Victor Virgile//Getty Images

 

6. Narcisismo a raudales

Ford, que había trabajado como modelo hasta que empezó a perder densidad capilar, también sacaba crédito de su propia imagen, un asunto que le obsesiona: «vestir bien es una muestra de respeto» es uno de sus mantras. En la colección de verano de 2002 de la era Gucci, convirtió en accesorio viral las gafas que eran y son su seña de identidad (hasta tal punto de que en el retrato oficial que presenta a Peter Hawkings como su sucesor al frente de la firma Tom Ford, Hawkings lleva una versión de estas gafas como guiño a su maestro, para quien ha trabajado los últimos 25 años). El paso de Ford por Gucci, como el de John Galliano por Dior o el de Lagerfeld por Chanel, marcó el comienzo de la una nueva era de reconocimiento a los diseñadores estrella, convertidos en poderosos directores creativos, responsables tanto de la estética como de las decisiones de venta.

jennifer lopez tom ford gucci

Frank Trapper//Getty Images

tom ford gucci

PATRICK HERTZOG//Getty Images

 

7. Vestir sexy es empoderante

“No hay nada más fuerte y poderoso que una mujer hermosa. No creo que expresar lo que la naturaleza pretendía que fueras sea otra cosa que poderoso. Mis mujeres no están sentadas esperando a alguien, se hacen cargo de las cosas. No importa si están desnudas: son poderosas, inteligentes y no las tendrás si ellas no quieren”, declaró en una entrevista a The Guardian. Sobre estas líneas, Jennifer Lopez vestida de Tom Ford para Gucci en el estreno de Gigli en 2003 y un vestido de la colección de invierno de 2004/2005, con la que el diseñador se despedía de la casa italiana.

Banner_azules
Reciba las últimas noticias de la industria en su casilla:

Suscribirse ✉