Horsebit, el mocasín de Gucci cumple 70 años

Según publica harpersbazaar.com Creados por Aldo Gucci en 1953, estos zapatos con guiño al mundo ecuestre han conquistado los pies de iconos tan dispares como Madonna, Jane Birkin o Francis Ford Coppola. Siete décadas después de su nacimiento siguen resultando tan contemporáneos como deseados.

Bastaba darse una vuelta por cualquier campus universitario estadounidense en los años 50 para comprobar que el calzado que pegaba fuerte en aquel momento y lugar era el mocasín. Este zapato que, a priori, podría parecer un poco aburrido era entonces símbolo de una estética preppy reservada a la élite intelectual juvenil. Y a Aldo Gucci no se le pasó por alto cuando viajó a Nueva York. Curtido en la empresa familiar desde los 20 años y lo suficientemente avispado como para detectar las posibilidades comerciales de aquel zapato, el hijo del fundador de la casa italiana lo vio claro: tenía que incorporar a la firma unos mocasines con sello Gucci.


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Dicho y hecho. El mocasín Gucci tenía que ser flexible, cómodo y realizado a mano siguiendo la tradición zapatera italiana. Pero, sobre todo, reconocible. Así fue como Aldo decidió añadirle un detalle que ya usaba su padre, Guccio Gucci, desde los años 30: el horsebit. Esta pieza de metal, una versión en miniatura del bocado que llevan las bridas de caballo, fue incorporada al universo de la casa italiana en referencia a la obsesión de la aristocracia inglesa con el mundo del caballo, una pasión que el fundador de la firma y padre de Aldo observó en primera persona cuando trabajaba en el Hotel Savoy de Londres. Aplicar detalles ecuestres a las creaciones de su firma elevaría sus productos haciéndolos deseables por los más refinados jinetes. La misma premisa que llevó a Aldo a incorporar este adorno a sus mocasines negros, color elegido en un primer momento por su elegancia y carácter urbano como mejor alternativa al marrón que imperaba entonces. Su éxito fue el esperado: al principio solo podían comprarse en Italia –a día de hoy se siguen fabricando en un taller de Florencia dedicado solo a ellos– y eran exclusivos del zapatero masculino, pero pronto se convirtieron en un calzado global disponible también para ellas.

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Jane Birkin los llevaba en las playas de Cannes a principios de los setenta demostrando que los mocasines no eran exclusivos de los ambientes formales; Francis Ford Coppola era inmortalizado calzándolos en su estudio en la misma década y también se los pusieron entonces Fred Astaire, Alain Delon o una Jodie Foster fotografiada con ellos en 1977 mientras practicaba skate. En los ochenta, además de convertirse en símbolo de poder en Wall Street, entraron a formar parte de la colección permanente del Museo Metropolitan de Nueva York. En la década siguiente y en su versión con tacón firmada por Tom Ford se los puso Madonna para asistir a los MTV de 1995. Y sí, hasta la reina Isabel II lució su par.

Desde entonces todos los directores creativos de la firma han aportado su granito de arena para actualizarlos y hacerlos inmortales. Alessandro Michele ha sido, sin embargo, el que mejor ha sabido trasladar su estética a los códigos actuales haciéndolos destalonados, forrándolos con pelo –el mocasín Princetown con forro de vellón es su nomenclatura oficial– o llenando su tacón de pequeñas perlas. Katie Holmes, Alexa Chung, Julianne Moore, Dakota Johnson o Gigi Hadid, por citar solo algunos ejemplos de distintas edades y estilos, son algunas de las devotas contemporáneas del mocasín Jordaan de Gucci. Pero también se lo ponen hombres con armarios tan distintos como Harry Styles o A$AP Rocky reforzando su carácter unisex.

Con sus 70 años recién cumplidos la firma italiana inauguró en el marco de la semana moda masculina de Milán la exposición Gucci Horsebeat Society, una muestra que rinde tributo al icónico diseño a través de una serie de instalaciones concebidas por diez artistas, diseñadores y creativos internacionales. La prueba de cómo este zapato emblemático, famoso y muy deseado ha resistido el paso del tiempo confirmando que los clásicos nunca mueren.

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