Opinión: ¿La tecnología puede ayudar a hacer el mundo más humano?, se pregunta Eliana Kaplan

Red de luces de neón que forman una telaraña

Hoy, la tecnología y la digitalización nos brindan herramientas y nos invitan a desafiarnos constantemente y a explorar distintas plataformas como una clara oportunidad para facilitarnos la vida. De esta forma, se convierten en las verdaderas impulsoras de cualquier transformación.

Tanto la inteligencia artificial como la realidad virtual, la realidad aumentada, los videos inmersivos 360º, el deep learning, el machine learning, la deep nostalgia y los NFTs, entre muchos, siguen avanzando. GPT-3, la inteligencia artificial más potente creada hasta la fecha, que esencialmente absorbió todo el conocimiento humano más relevante que hemos publicado en la red hasta el momento, es capaz de aprender tareas intelectuales como lo hacen los humanos. Spatial web, que conectará todas las fibras digitales y físicas, creará una realidad unificada gracias a la cual nuestras vidas ―la digital y la física― se volverán una.


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En base a esto, la discusión que surge tiene que ver con la exploración de cómo se articulan estos desarrollos para potenciar la experiencia humana sin reemplazarla. Se está pensando en estas tecnologías como una forma de ayudar a los humanos a desempeñarse mejor en sus tareas y ser más eficientes, no de reemplazarlos. Aplicaciones en el territorio de la salud y la educación podrían ser contribuciones importantes. Las primeras interacciones que estamos viendo son los asistentes de voz, pero todavía en un estadio de conexión entre usuario y máquina, muy coloquial; en un futuro se buscará mejorar la asistencia de estos desarrollos para que ofrezcan una respuesta más empática luego de detectar tu estado de ánimo.

Marvin Minsky, considerado uno de los padres de la disciplina, creía que la inteligencia artificial consistía en crear una máquina que realmente pudiera replicar la inteligencia humana. Ante esa definición, lo que una se pregunta es qué pasa con los sentimientos, las emociones, la capacidad de sorprendernos, la curiosidad y las cualidades, aspectos meramente humanos.  Si pensamos en un posible mundo regido por IA, spatial web, deep learning, ¿qué rol tendremos como seres humanos, como marcas y como empresas?

Pensamos en la transformación digital como un must en nuestras compañías para poder funcionar, porque el hoy nos invita y en parte nos obliga a mirar el futuro y acompañar su evolución. Pero casi sin pensarlo entonces decimos que esa evolución debe ser tecnológica, que necesitamos cambiar plataformas, sistemas… pero si seguimos profundizando nos daremos cuenta de que la transformación debe ser, ante todo, cultural y humana. Si nosotros no acompañamos estas transformaciones más duras, no entenderemos plenamente el contexto.

En definitiva, buscamos poder construir relaciones más humanas. ¿Y si pensamos en cómo ser más eficientes para no ser reemplazados? Lo que este contexto nos propone es pensar la tecnología como un desafío en sí mismo, que nos desafía en cada avance de forma continua.

¿Y cuál es el desafío?

Repensar nuestras estructuras, enfocándonos en las personas, en nuestras skills más blandas, en esta flexibilidad y esta resiliencia que hoy tenemos en la nueva realidad que nos convoca. Se busca desafiar constantemente a través de la experiencia. Hoy las empresas compiten contra la última mejor experiencia que tuvo una persona con cualquier otra marca.

Las marcas se definen por las experiencias que dan, por cómo hacen que la vida de las personas sea mejor, más fácil, más ágil y más simple.

Para concluir, les comparto esta cita de Antonio Damasio, neurocientífico, de su libro El error de Descartes: “No somos máquinas pensantes que sienten. Somos máquinas con sentimientos que piensan”.

Pensando, cuestionando, construiremos un mejor futuro.

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