La ciudad que queremos, el alcalde que escogemos

Juan Manuel Álvarez Cruz
Tw: @juanurbanismo
Con la Revolución Industrial en marcha, el crecimiento de las ciudades exigía mejores condiciones de habitabilidad y movilidad para los miles de migrantes que llegaban a Londres buscando mejores condiciones de vida que el campo no ofrecía. Fue así como en 1863 se construye la primera línea de Metro con una longitud inicial de 6 kilómetros de lo que hoy conocemos como el “Underground”, cuya idea con el tiempo se expandió a más de 180 países en el mundo. En Colombia, a pesar que la capital contaba con un sistema de tranvía que suplía las necesidades de transporte en una ciudad en expansión, en 1942 el alcalde Carlos Sanz de Santamaría propuso por primera vez la construcción del sistema metro en una franja paralela a los cerros orientales, siendo después de casi un siglo, el gran anhelo no solo de los bogotanos, sino de los colombianos en general, que esperamos se materialice gracias a un acuerdo entre la alcaldesa Claudia López y el presidente Gustavo Petro. Sin embargo, queda la inquietud, ¿Por qué después de más de 80 años no se ha construido el Metro en Bogotá?.
Si bien la pregunta puede tener múltiples respuestas de tipo técnico, nivel freático del suelo bogotano o falta de cierre financiero de la construcción, la ausencia de un proyecto de ciudad con la continuidad suficiente que permita el desarrollo de ideas a mediano y largo plazo, asegurando la materialización de un propósito con base en un plan establecido sin depender de los vaivenes de la política, con recursos asegurados, es en mi concepto la explicación mas certera del porqué las obras del Metro de Bogotá no han iniciado, y cientos de proyectos de infraestructura en diferentes municipios del país se quedan a medias, impidiendo la prestación óptima de servicios públicos a la población colombiana; muy diferente a ciudades como Curitiba, en Brasil, paradigma de la planeación latinoamericana donde urbanistas como Jaime Lerner, alcalde durante tres periodos dejan su impronta para que sucesores como el actual “Prefeito” Rafael Greca, de la misma línea del anterior, den continuidad a un proyecto de ciudad basado en la movilidad, protección del medio ambiente, integración metropolitana, arquitectura y políticas públicas en favor de la población.

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Para nadie es un secreto que en Colombia, de los cuatro años de gobierno que un alcalde tiene para ejecutar su programa, el primero se va en la construcción del Plan de Desarrollo Municipal, conocimiento de la administración y composición de gabinete, y el último en cierre de proyectos y preparación para las próximas elecciones, teniendo en cuenta la Ley de Garantías, quedando solo dos años de ejecución de la idea que lo llevo a ostentar la mayor dignidad local; razón por la cual, ante dicha dificultad, son los ciudadanos quienes deben tener la claridad de la ciudad con la que sueñan, pensando en el colectivo ciudadano, porque “la ciudad no es el problema, sino la solución”, pues en ella “están todas las respuestas a la solidaridad: vivienda, salud, atención a los niños, la movilidad…”
En momentos post covid, la crisis económica y social que se avecinaba era previsible, fue imposible salir indemnes después del encierro y las dificultades no solo económicas sino mentales están pasando factura. Así como en otras ciudades del país, los municipios que componen el Área Metropolitana de Bucaramanga afrontan retos de expansión de invasiones y construcciones  informales con ocasión del alto costo de la vivienda, alta inflación, informalidad laboral creciendo, lo cual trae como consecuencia el aumento de los niveles de percepción de inseguridad e inconvenientes en la movilidad, siendo uno de los problemas que más aquejan a los ciudadanos.
Siendo conscientes de las dificultades que tiene un alcalde para desarrollar un programa de gobierno por el tiempo y los retos que enfrenta la ciudad, este es el momento para que en nuestra intimidad pensemos la Bucaramanga, la Floridablanca, la Barrancabermeja, la Piedecuesta que queremos para nuestros hijos y vecinos siempre con el horizonte de un proyecto de ciudad a corto, mediano y largo plazo.
¿Estamos satisfechos con lo que tenemos hoy en día? ¿Vamos por el buen camino o es necesario un cambio? ¿Cuál es la prioridad que tiene la ciudad? ¿Es el momento del voto de opinión? ¿Es la oportunidad para que una mujer tome el bando? ¿Mejor malo conocido que bueno por conocer?

La construcción de ciudad es responsabilidad de todos, para no quejarnos es nuestro deber elegir a conciencia teniendo en cuenta que el perfil del candidato, su programa de gobierno y la gente que lo acompaña se adecué a la ciudad que visualizamos para hoy y a futuro.


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