El juicio: Asesino de tu crecimiento en ventas

Mujeres en blue jean, zapatos deportivos blanco y bolsas de colores

«¿Cómo es tu clienta?», le pregunté al equipo de una tienda de alimentos saludables.»Es una mujer hipócrita, mantenida y superficial», me respondieron.

Esto ocurrió en medio de un taller para diseñar la experiencia del cliente para un negocio dedicado a vender productos «healthy».


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Mi objetivo con esa pregunta era llevar al equipo a empatizar con las personas a las que servían para poder darles una experiencia que las lograra satisfacer.

Sin embargo, entró a escena uno de los peores asesinos de la empatía: el juicio.

Este puede ser el causante de que no logres conectar con tus clientes, ni darles lo que necesitan y que, por lo tanto, no puedas vender más.

Vender es una forma de servir a alguien más y, para hacerlo, hay que comenzar por entenderlo.

Pero, cuando tu propia historia (tus miedos, tus frustraciones y tus angustias) se meten en el camino terminarás por juzgar a tu cliente, en vez de ponerte en sus zapatos.

Si te encuentras a ti mismo juzgando a tu cliente lo que en realidad está pasando es que estás evaluando tu propia vida en comparación con la de él y estás proyectando tus frustraciones en él.

Si lo haces estarás privándote de la posibilidad de servirlo en realidad y de todas las recompensas que eso trae consigo.

«Entonces, ¿qué hago para evitar hacerlo?»

Cuando tengas un impulso por comenzar a juzgar a tu cliente:

  1. Haz una pausa y recuerda que cualquier cosa que pienses o digas de él/ella en realidad es un reflejo de ti.
  2. Reconoce tus sentimientos (miedos, frustraciones, ansiedad, angustias) y acéptalos. Sentirlos no tiene nada de malo, ocultarlos en un juicio a alguien más sí.
  3. Pon tu propia historia (que ya reconociste) a un lado y busca ver la vida desde la mirada de tu cliente.

De esta manera podrás darle lo que necesita (una marca, un producto, un servicio, una experiencia) y obtener la recompensa que tú mismo estás buscando.

Recuerda: No puedes ponerte en los zapatos de alguien más mientras lo juzgas (porque al hacerlo estás mirando su vida desde tu propia perspectiva).

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