Tener una agenda gubernamental en temas de electromovilidad es un paso importante, y más si Santiago se propone que ¼ de su flota de transporte público sea eléctrica para 2022.
Queda pendiente, o al menos a la expectativa, ver cómo se impulsará la movilidad eléctrica en regiones, además de hacer que nuestras ciudades sean verdaderas smart cities. Sería ingenuo pensar que un buen transporte público borrará del mapa al transporte privado contaminante, por lo que urge aplicar innovación y tecnología en urbes de manera integral.
Dicho eso, espero que el buen ejemplo del transporte público sea visto como un llamado de atención para el transporte privado y de empresas, donde no siempre se pone el foco y vaya que hay cosas por hacer.
Si bien el cambio a vehículos eléctricos es lento, ¿qué hacemos con los autos que ya tenemos para optimizar sus rutas y quemen menos combustible? Hoy el valor en la última milla es quién te ofrece el producto más rápido en tu puerta, y no siempre importando el cómo. Probablemente, lo que importe en unos años es quién entrega el producto con la menor huella de carbono posible, o qué gobiernos se proponen que su logística no sea aparatosa, sino que eficiente.
Por Álvaro Echeverría, fundador y CEO de SimpliRoute.
