Criptos, NFT, metaverso y otras burbujas digitales

NFT

Por: JAVIER ARMESTO

Criptomonedas, NFT y metaverso. Los tres conceptos tecnológicos de los que más se ha hablado en los últimos años, hasta el punto de que, si no estabas al tanto, estabas «fuerísima», como me dijo un compañero cuando le confesé que no conocía a una famosa influencer española (lo siento, se me ha olvidado el nombre…) cuyas fotos incendiaban las redes.


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El bitcoin empezó a operar en el 2009 y luego aparecieron otras divisas virtuales como ethereum o dogecoin, con un denominador común: el complejo e intrincado proceso para producirlas —se necesitan granjas de ordenadores potentísimos y, por tanto, con un consumo energético desaforado, para minar estas monedas—; y su volatilidad extrema, que hace que su cotización se multiplique por miles o se desplome en la misma proporción en cuestión de pocos meses. Daba igual, si no invertías en bitcoins, estabas fuerísima y quedándote al margen de una revolución digital que iba a transformar el mundo. Historias apocalípticas como la del tipo que guardó 256 millones de dólares en bitcoins en un disco duro y «perdió el papel donde escribió la contraseña y solo le quedan dos intentos para averiguarla o lo perderá todo»; y la charlatanería sin límites de algunos brokers de telerrealidad (sí, ese que están pensando, de nombre impronunciable y cuerpo ultratatuado) contribuyeron a inflar el globo.

¿Qué decir de los NFT? De la noche a la mañana, cualquier garabato que pudiese guardarse en un pendrive, asociado también a la tecnología blockchain, se valoraba más que un Picasso o un Van Gogh. Un mono con gorra de colores y cara de aburrido se subastó en Sotheby’s por 3 millones de euros… y había otros 10.000 dibujos de la misma serie. Como ocurrió con las cripto, el mercado de los NFT se ha desplomado, las transacciones han caído un 92 % y los garabatos vuelven a ser eso, garabatos sin valor alguno.

Nos quedaba el metaverso, pero el autor del invento, Mark Zuckerberg, acaba de rebajar el número de ingenieros que tenía previsto contratar para desarrollar este universo virtual e incluso amenaza con despedir a los que ya trabajan en el. ¿Otra burbuja? Lo único que sé es que llevo probando gafas de realidad virtual desde hace una década y no aguanto más de diez minutos con ellas puestas.

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