Jaime Quirós – La compra en línea ha revolucionado el mundo. Con más de 4.000 millones de internautas, el modelo de negocio del e-commerce está en auge. Sólo considerando Estados Unidos, este modelo representó el 10% de las ventas al por menor en el 2017. Globalmente, se generaron 2,3 billones de dólares en ventas.
No es sorprendente que la población mundial aprecie la posibilidad de comprar online: valoramos tremendamente nuestro tiempo. La posibilidad de llevar a cabo nuestra compra desde nuestros hogares (o desde nuestros móviles) y recibirla en casa, sin tener que ir a una tienda física ni volver cargando bolsas, es algo extremadamente práctico. Además de la suma de horas ahorradas, los e-commerce normalmente ofrecen descuentos y promociones, presentando así otra ventaja más frente a las tiendas físicas.
Sin embargo, hay también otro beneficio que nos ofrecen, el cual está intrínsicamente ligado al ambiente digital: los algoritmos. Estos sitios, a diferencia de las tiendas físicas, tienen ‘memoria’ de lo que compramos. El sistema no es perfecto, pero lo que hacen es personalizarse en base a lo que asume que son tus gustos y necesidades individuales. A su vez, suelen tener en cuenta lo que compraste o buscaste en otras páginas de internet. Todo esto incentiva la ‘compra por impulso’. Eso sí, nunca falta una web que cree que, por comprar una tapa de inodoro, has comenzado una colección y te recomienda diferentes modelos. Por otro lado, muchos miran con desconfianza el hecho de que sus datos estén tan ampliamente disponibles en internet.
Siga leyendo aquí.