La pandemia se extiende irremediablemente. Sus consecuencias transforman nuestro entorno de manera acelerada. De repente, algo inesperado y ficticio se convierte en real y cotidiano. El provocador ‘Cisne Negro’ de Nassim N.Taleb se manifiesta en su versión más global.
No queda nadie en la oficina. En apenas unos días hemos aprendido a trabajar de manera remota con aparente normalidad. Organizamos reuniones, compartimos proyectos y damos servicio a nuestros clientes para garantizar que la economía sigue activa. Porque ese es sin duda el siguiente de nuestros problemas: una vez hayamos mitigado la pendiente de la maldita curva de contagio de COVID19, nuestro próximo reto será salvar la economía. Habrá que hacerlo de manera sensata, desde un comportamiento ético y solidario.
Pero volviendo a lo nuestro, ¿qué tiene que ver el marketing en toda esta crisis colosal? No hay más que ver lo que está ocurriendo desde que toda esta pesadilla comenzó… A diario se está monitorizando la evolución de contagios. Se analizan las curvas de propagación para que nuestros dirigentes sepan tomar las decisiones más acertadas (?). Se definen objetivos colectivos. Se reorganiza la oferta de servicios de asistencia para adecuarse a las necesidades reales de atención médica. Los ciudadanos hemos modificado nuestro comportamiento y cambiado patrones básicos de consumo. Y no sólo para este periodo de confinamiento. No es atrevido asegurar que las prioridades vitales de las personas van a redefinirse, y las marcas deberán adaptarse irremediablemente.
También se ha iniciado un proceso masivo de comunicación informativa, en todos los canales posibles, compartiendo datos, mientras se lanzan campañas de concienciación y responsabilidad (#IStayAtHome), junto con mensajes optimistas y motivadores (Este Virus lo Paramos Unidos, aunque paradójicamente alejados).
Análisis de datos y predicciones, necesidades de usuarios y comportamientos, toma de decisiones estratégicas, campañas de comunicación… todo para alcanzar un objetivo. Se parece bastante a lo que algunos de nosotros acostumbramos a hacer a diario con nuestros brillantes equipos. Ahora quizás de forma distinta, en formato remoto desde casa, pero con la misma profesionalidad, rigor e ilusión. Descubriendo el impacto de lo improbable. No sé si se llama marketing, pero se parece bastante.
Por Sergi Bru, Founding Partner de Relevance.
