Humphreys mantuvo la clasificación de los títulos de deuda de La Polar en “Categoría C”

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Humphreys decidió mantener la clasificación de riesgo de los títulos de deuda de Empresas La Polar S.A. (La Polar) en “Categoría C“, mientras que la tendencia cambia desde “Estable” a “Favorable”. La clasificación de las acciones se ratifica en “Segunda Clase”.

El cambio de tendencia, desde “Estable” a “Favorable”, responde a que, no obstante la recesión de 2020 y que los resultados siguen siendo negativos, se observa una tendencia a revertir esta situación, lo cual se evidencia en el crecimiento del EBITDA en cerca de un 85% con respecto a diciembre de 2019 alcanzando los $ 17.573 millones y un cambio en el FCLP, pasando de un valor negativo $ 3.487 millones en diciembre de 2019 a $ 9.339 millones a diciembre de 2020. Por otra parte, si bien se espera que una segunda ola podría afectar el negocio de la compañía, el impacto sería menos relevante que el del año anterior tomando en consideración el proceso de inoculación que se está llevando a cabo en el país.


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La clasificación de riesgo en “Categoría C“ se debe a que  los efectos de la crisis por el Covid-19, han significado una reducción relevante en las ventas, las que probablemente se mantengan bajas durante gran parte del año 2021, además, un deterioro de las cuentas por cobrar. Estos efectos -aunque comunes a la industria-, afectan particularmente a una empresa con un reducido nivel de EBITDA y dificultades para acceder a financiamiento externo. Sin perjuicio de ello, se reconoce el adecuado manejo de la empresa durante la crisis con efectos positivos en su generación de caja.

La empresa ha financiado sus operaciones recurrentemente con entidades financieras no bancarias, apoyándose en su stock de cuentas por cobrar. Al margen que el emisor mantiene cartera disponible para este tipo de operaciones, dado el escenario actual dicha alternativa eventualmente podría resentirse, en cuyo caso la empresa requerirá una inyección de recursos por parte de sus accionistas para sostener su estructura operacional en un entorno de flujos deprimidos.

Cabe señalar que el resultado operacional (EBIT) reportado por la compañía evolucionó desde un valor negativo de $ 14.085 millones en 2019, a un valor negativo de $ 956 millones en 2020. Si bien la pandemia, y su impacto en la economía, provocó una caída en los ingresos y nuevamente se registraron pérdidas, estas se redujeron en comparación con años anteriores debido a que las ventas se realizaron con un mayor margen, mejorando la posición de la compañía de cara al futuro.

Según lo que ha señalado esta clasificadora, el desafío de La Polar es generar los excedentes necesarios que le permitan responder a las obligaciones financieras contraídas y acceder a nuevos créditos (hecho vital para el crecimiento del negocio financiero). La firma requiere incrementar significativamente su escala de negocios y sus niveles de eficiencia. Cabe señalar que, con los márgenes con que opera, al cierre de operaciones del 2020, logró cubrir los costos de operación y gastos de administración con la ganancia bruta (la suma de los costos de distribución y gastos de administración totalizaron los $ 100.027 millones, mientras que la ganancia bruta, en 2020, fue de $ 128.827 millones). Sin embargo, este desafío se vuelve más difícil de alcanzar en un entorno de bajo crecimiento, débiles indicadores de consumo y cierre prolongado de tiendas, que no podrían ser compensados por el incremento de ventas por canales online.

Por otra parte, el negocio crediticio es altamente intensivo en capital de trabajo y el emisor presenta bajas alternativas de acceso a las fuentes de financiamiento. En consecuencia, más allá de la adecuada gestión llevada a cabo por la administración actual, La Polar aun presenta los riesgos propios de un proyecto aún no consolidado.