El resultado electoral reciente en Argentina ha generado un profundo pesimismo en Wall Street y entre los observadores internacionales preocupados por el futuro económico del país sudamericano. La incertidumbre se ha disparado con Sergio Massa emergiendo como el favorito en la segunda vuelta junto a Javier Milei. Massa, que representa al kirchnerismo/peronismo, es visto con escepticismo por los mercados internacionales, quienes no ven con buenos ojos su propuesta económica.
Esta percepción contrasta con la visión que se tenía del candidato libertario, que, si bien no era del todo atractivo para los mercados, al menos enfocaba la cuestión fiscal como una prioridad. Desde Londres, EMFI Group, una boutique financiera, considera que Massa está en camino de convertirse en el próximo presidente de Argentina, en parte debido a la percepción de que la posición extremista de Milei en temas como los derechos humanos y el cambio climático limita su capacidad para atraer a nuevos votantes.
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No obstante, la llegada de Massa al poder podría desencadenar desafíos significativos en las relaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), ya que su gobierno ha incumplido repetidamente los objetivos del programa acordado con el FMI. Esto podría resultar en una postura más estricta por parte del FMI, lo que podría tener graves consecuencias para la economía argentina, incluyendo la posibilidad de una segunda reestructuración de la deuda o incluso un default duro.
Bank of America también señala que el nuevo presidente heredará una economía con condiciones extremadamente difíciles, incluyendo una grave sequía, reservas internacionales negativas y una alta inflación. En Washington, el resultado electoral fue visto con decepción, y se considera que las opciones para la segunda vuelta no son alentadoras, ya sea con un gobierno kirchnerista/peronista o un candidato libertario excéntrico que plantea incertidumbres en cuanto a su capacidad para llevar a cabo reformas económicas.
En resumen, el panorama económico de Argentina enfrenta desafíos significativos y una creciente incertidumbre, tanto a nivel nacional como en las relaciones internacionales, lo que aumenta los riesgos para la estabilidad económica y la gobernabilidad en el país en los próximos años.
Con información de El Economista
