Hasta la fecha, casi 637,000 personas en los EE. UU. Han contraído COVID-19 y más de 28,000 han muerto. Todos los estados de la nación y todos sus territorios han tenido casos reportados, y es probable que haya muchos otros aún desconocidos debido a la falta de pruebas exhaustivas.
A pesar de que los gobernadores en algunos estados que han emitido órdenes de quedarse en casa y de estricto distanciamiento social se sienten más seguros de que estas medidas los tienen cerca de la cima de sus respectivas curvas de enfermedad, los expertos médicos advierten que reabrir la economía y relajar estas medidas prematuramente podría traer otra ola de casos, amenazando los recursos humanos y físicos ya escasos para combatir el virus.
El impacto de la pandemia en el comercio minorista estadounidense ha sido profundo. Las ventas de la industria cayeron un récord de 8.7 por ciento el mes pasado, más del doble del récord anterior durante la Gran Recesión, según las cifras del Departamento de Comercio. Muchos expertos esperan que la disminución en abril sea aún más pronunciada, ya que muchos minoristas cerraron tiendas cerca de finales de marzo.
A pesar del consenso generalizado en los círculos médicos de que se requiere un enfoque conservador, hay elementos de los estados de cabildeo político y de clase empresarial para levantar rápidamente las restricciones y «reabrir la economía», como ha dicho el presidente Trump. En una conferencia de prensa el martes, Trump dijo que algunos gobernadores «estarán en muy buena forma para abrirse incluso antes» que el 1 de mayo.
A medida que avanzan las discusiones sobre el momento y el alcance de una reapertura, un nuevo artículo de la escuela de salud pública de Harvard publicado en la revista Science ve un escenario por el cual «puede ser necesario un distanciamiento social prolongado o intermitente en 2022».
Los investigadores llegaron a la conclusión basándose en varios factores, incluido el comportamiento probable de COVID-19 en función de cómo otros virus relacionados han actuado en el pasado. Una conclusión es que, si bien el calor de los meses de verano en los EE. UU. Puede retrasar la propagación de COVID-19, es poco probable que lo venza. Un gran número de personas que no han estado expuestas al virus y no son inmunes al virus y la falta de una vacuna contra la enfermedad podría proporcionar un terreno fértil para una mayor propagación en el otoño. Observados estacionalmente, los investigadores concluyeron que el virus alcanza «picos más bajos» en el invierno / primavera y «brotes más agudos» en otoño / invierno.
El estudio, que consideró docenas de escenarios potenciales para el virus, concluye que sin una vacuna, se requerirán «varias rondas» de distanciamiento antes de que los Estados Unidos alcancen un estado de inmunidad colectiva.
