Tecnologías emergentes: Robótica e inteligencia artificial para salir del hambre

Cestas de legumbres, frutas y hortalizas

Las estimaciones más recientes de FAO muestran que antes de la pandemia de la COVID-19, casi 690 millones de personas, es decir, el 8,9% de la población mundial, estaban subalimentadas.

Además, las previsiones basadas en las últimas perspectivas económicas mundiales sugieren que la pandemia de la COVID-19 puede añadir entre 83 y 132 millones de personas a la cifra de personas subalimentadas en 2020. Por otro lado, la población sigue creciendo, así como crece la demanda mundial de dietas más equilibradas.


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De este modo, alimentar a casi 10 mil millones de personas para 2050, intentando mantener el nivel de crecimiento económico y proteger al medio ambiente, es un desafío complejo, enorme y urgente. Se trata de encontrar un equilibrio entre la necesidad inmediata de aumentar la producción de alimentos y el objetivo a largo plazo de conservar los ecosistemas.

El mundo, de hecho, necesita aumentar las calorías alimentarias en un 50% e impulsar el sector primario, para contribuir al crecimiento económico inclusivo y al desarrollo social. Los sectores agrarios emplean al 28% de la población mundial y siguen siendo una de las vías más importantes para ayudar a las personas a salir de la pobreza y el hambre.

También es urgente reducir el impacto ambiental. La agricultura tiene un importante papel que desempeñar en la senda hacia la sostenibilidad, dado que, tal y como indican los últimos cálculos de FAO, la producción agrícola de regadío es responsable de más del 70% de las extracciones mundiales de agua y, en general, el 41% de las extracciones no son compatibles con el sostenimiento de los servicios ecosistémicos.

La agricultura, además, aporta hasta el 29% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero mientras la expansión de las tierras de cultivo y los pastizales socava la capacidad de los ecosistemas para sostener la producción de alimentos. El cambio climático, finalmente, aumenta los riesgos de inseguridad alimentaria en las economías emergentes.

Los peligros de la variabilidad climática van más allá de los fenómenos meteorológicos extremos e incluyen cambios en los patrones meteorológicos, provocando una gran incertidumbre y volatilidad en la producción agrícola.

Gracias a los rápidos avances tecnológicos de los últimos vente años, la robótica y la inteligencia artificial serán nuestros principales aliados ante estos retos y transformaciones.

Desde robots recolectores de fresas hasta técnicas de teledetección satelital y sistemas de información geográfica (GIS) que pronostican el rendimiento de los cultivos, la integración de la robótica y la inteligencia artificial en la agricultura jugará un papel clave para satisfacer de manera sostenible la creciente demanda de alimentos del futuro.

El bigdata ya se encuentra integrado en la agricultura para seguir el ritmo de la demanda de alimentos y la pandemia ha aumentado la automatización de manera generalizada. La agricultura digital también representa una oportunidad en términos de empleo, especialmente para los jóvenes, ya que se crearán nuevos empleos de servicios en las zonas rurales.

Sin embargo, a medida que las tecnologías digitales evolucionan, los riesgos de acceso desigual y exclusión del mundo digital cobran una cada vez mayor importancia. Es fácil entender como cierta población, como los pequeños agricultores y los hogares rurales, pueda resultar alienada, ya que las tecnologías digitales requieren posibilidades y habilidades de mayor nivel.

Los países deben realizar inversiones en capital humano y establecer políticas y regulaciones para minimizar esos riesgos y garantizar que todos, especialmente los pequeños agricultores que producen la mayor parte de los alimentos del mundo, puedan participar de esta nueva economía digital en la que estamos ya inmersos.

Al invertir en la formación de la población rural, y en particular de los jóvenes, y haciendo que las nuevas tecnologías sean accesibles, podremos lograr una producción sostenible y utilizar la tecnología como motor del desarrollo, haciendo además de la agricultura un sector atractivo para los jóvenes y luchando, así, contra el despoblamiento rural.

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