Sostenibilidad: La falta de inversión en agua y saneamiento cuesta dinero y vidas

Puede que España sea uno de los países que más motivos tiene para alcanzar el ambicioso objetivo de desarrollo sostenible (ODS) número 6 de la Organización de Naciones Unidas, que pretende garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para toda la población mundial. Principalmente, porque es el segundo país europeo y el octavo del mundo con mayor consumo y producción, recoge la organización internacional de huella hídrica Water Footprint Network.

“España es el huerto de Europa”, afirma Cristina Sánchez, directora ejecutiva de la Red Española del Pacto Mundial. Un sector, el agroalimentario, que utiliza abundante agua y, de hecho, el 70% que se extrae de los ríos, lagos y acuíferos en todo mundo es para el riego.


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El 17% de las compañías del Ibex tiene en marcha proyectos que priorizan la sostenibilidad y el ahorro del consumo hídrico.

Además de este, con mucho peso en la cuenca mediterránea, “España es también un país grande donde los sectores energéticos, así como el turístico, implican un elevado consumo”, añade la responsable de la entidad sin ánimo de lucro.

La demanda mundial de agua ha crecido mucho en el último siglo por el alza demográfica, la urbanización, el desarrollo económico y los hábitos de consumo. Pero, además, se está intensificando con el cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes como son las sequías e inundaciones.

Se da la circunstancia de que en España, junto a las sequías, existe una sobreexplotación del agua de los ríos y acuíferos, sobre todo en algunas zonas del sur y este del país, de los peores de Europa. “Habría que revisar los planes hidrológicos y hacerlos más eficientes”, considera Sánchez, quien asegura que “el 25% de los acuíferos españoles están gravemente sobreexplotados y hay medio millón de pozos ilegales”.

En un estudio realizado por el Banco Mundial, Unicef (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia) y la OMS (Organización Mundial de la Salud) se ha calculado que dotar de servicios básicos de agua y saneamiento a las poblaciones desatendidas tendría un coste de 28.400 millones de dólares desde el año 2015 a 2030 o, lo que es lo mismo, el 0,10% de toda la producción mundial. Una financiación del todo inasumible solo por los Gobiernos de los 196 países adheridos al Pacto Mundial, sin el apoyo del sector privado.

Pero la contrapartida es aún más desmotivadora. No invertir en agua y saneamiento tiene un impacto económico negativo que solo en toda África subsahariana asciende al 4,3% del PIB y el 6,4% de la India, de acuerdo con el Banco Mundial, sin contar los dos millones de muertes anuales.

El foco del ODS 6, puesto en 2030, tiene unos objetivos muy ambiciosos, y por eso, a juicio de Sánchez, “es imprescindible entablar alianzas entre la Administración y empresas, entre las propias empresas y con el tercer sector”.

Además de lograr el acceso universal al agua potable a un precio asequible, saneamiento adecuado, otra de las metas es mejorar la calidad del agua, eliminar los vertidos…, así como rebajar al 50% las aguas residuales sin tratar y aumentar el reciclado. También es clave implementar el uso eficiente asegurando la sostenibilidad de la extracción.

 

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