Hacia una industria textil más responsable

Actualmente, se promueven estrategias para frenar el desecho de las prendas de vestir en todo el mundo.

Frente a las toneladas de prendas de vestir desechadas en los desiertos, en las playas, en el mar y en las diferentes zonas naturales, es necesario cuestionar si realmente estamos comprometidos con la salud del planeta y la sostenibilidad de la cadena de valor textil. De nada sirven los esfuerzos por realizar una producción de fibras amigables con el medioambiente si los eslabones posteriores de la cadena no cuentan con planes para el destino final de un producto, después de su tiempo de uso.

Según datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente, anualmente, 500,000 kg de micro plásticos contaminan el océano, canales, lagos, e incluso el ártico a nivel mundial. En este sentido, el teñido de fibra sintética es responsable entre 16 y 35% de la contaminación global del agua. Muchos de estos materiales son encontrados en los órganos de los peces y las aves marinas.


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Se estima que prendas de poliéster demoran hasta 400 años en degradarse; mientras que, según el estudio Fios da Moda (Hilos de la Moda), las prendas de algodón demoran entre 10 y 20 años, lo que demuestra una de las ventajas medioambientales de esta fibra natural. Si consideramos la magnitud de desechos de prendas a nivel mundial, se obtiene que cada año se arrojan 92 millones de toneladas, segundo informe de Global Fashion Agenda 2017. Estos datos resaltan la grave amenaza ambiental de una industria sin planificación de sus desechos.

Por esta razón, la confección de prendas y el avance de la producción textil no pueden ir acorde al capricho de una sociedad inconsciente y las tendencias establecidas por la industria de la moda.

Actualmente, se promueven estrategias para frenar el desecho de las prendas de vestir en todo el mundo. Argentina, Chile, Estados Unidos y Suiza son ejemplos de países donde la recuperación, reciclaje y la reutilización de estas son las principales llevadas a cabo. Se estima que un 12% de las prendas de algodón son recicladas y un 13% de las fabricadas con poliéster, lo que abre la oportunidad a implementar soluciones de este tipo.

Un ejemplo concreto es lo que se desarrolla en el proyecto +Algodón, implementado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Agencia Brasileña de Cooperación (ABC). Desde el 2013, el proyecto viene apoyando a los países latinoamericanos en el desarrollo del sector algodonero en bases sostenibles, a partir del fomento de estrategias de cultivo, de comercialización de la fibra y del producto final enfocados en la oferta de materia prima a través de modelos de negocios más inclusivos socialmente, más sostenibles ambientalmente y más justos económicamente.

Una iniciativa reciente de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para la Europa (Unece), con apoyo del proyecto +Algodón, pone en marcha en Latinoamérica un piloto inédito de trazabilidad y rastreo de la fibra del algodón. A través de la tecnología blockchain se permitirá conocer las prácticas sostenibles de las agricultoras y los agricultores familiares que cultivan el algodón. El objetivo es promover más transparencia en los procesos desde la producción hasta la llegada al consumidor final. Esta acción de blockchain es llevada a cabo en la región con la Cooperativa Agraria de Servicios Múltiples “Tallan-Chusis” Ltda (Costach), que reúne a 5,200 agricultores y agricultoras familiares de Piura, y permite verificar el origen premium del algodón Pima peruano en la pieza, por medio de la trazabilidad del “ADN de la fibra”.

El algodón pima peruano de Costach con trazabilidad y rastreabilidad fue adquirido por la empresa Creditex, en septiembre del 2021, y el resultado final estará en las tiendas muy pronto, por medio del lanzamiento de una colección de pijamas por la marca Cat’s Pajamas.

Este piloto nos lleva a reflexionar acerca de la importancia de la sostenibilidad en la cadena algodonera, desde los aspectos de producción, laborales, sociales y medioambientales; y como las tecnologías contribuyen en volver eso posible tomando en cuenta procesos más transparentes en toda la cadena. Esta iniciativa también nos deja como lección el importante rol que cumplen las fibras naturales en la apuesta por la sostenibilidad. Además, por detrás del producto, hay una historia que nos permite saber quiénes son los protagonistas que forman parte de la cadena; dar visibilidad, por ejemplo, a miles de familias agricultoras que cultivan la materia prima: el algodón.

A modo de conclusión, como FAO proponemos algunos ejes para avanzar en los desafíos hacia una industria textil más responsable, en especial con el medioambiente: 1) avanzar hacia espacios institucionales que involucren a la sociedad civil, a los gobiernos y al sector privado, en los desafíos de transformación sostenible de la producción textil; 2) apoyar a los países a que establezcan marcos legales con parámetros para la industria textil, para evitar el malgaste de recursos, el desperdicio de las prendas y la contaminación del medioambiente; 3) promocionar y sensibilizar sobre la sostenibilidad en el sector textil en todos los eslabones de la cadena; 4) concientizar a la población sobre el impacto medioambiental que producen sus hábitos de consumo y comerciales y, al mismo tiempo, sancionar y regularizar la sobreproducción de prendas y su desechado por parte de la industria; 5) unir esfuerzos entre todos los eslabones de la cadena de valor del algodón y fibras naturales para lograr los compromisos asumidos en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

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