Claves para hacer tu empresa sostenible

Descarbonización
  • La sostenibilidad se está convirtiendo en un elemento diferencial estratégico para cualquier empresa. Te contamos cómo están las compañías españolas en este terreno y su esfuerzo por ser más sostenibles.

Analizamos cómo está el panorama empresarial español en materia de sostenibilidad y cuáles son los principales retos a los que se tiene que enfrentar el ecosistema emprendedor para poder cumplir con los objetivos de la Agenda 2030.

Aunque nos parezca de lo más moderna, en realidad la palabra sostenibilidad cuenta con más de tres siglos de existencia. En concreto, tiene su origen en el término alemán Nachhaltigkeif que usó por primera vez el jurista Hans Carlowitz en 1713 para referirse a la utilización óptima de los bosques como fuentes de energía.


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Hoy, el concepto ha evolucionado hasta el punto de convertirse en un auténtico fenómeno de masas, una tendencia social y política y el faro que guía gran parte de las iniciativas empresariales y políticas a través de las ESG y los ODS, respectivamente.

¿Qué significan las siglas ODS y ESG?

¿Pero, que quieren decir estas siglas? Los ODS son el acrónimo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible proclamados por la ONU en 2015 y suscritos por 193 países para cumplir con la Agenda 2030. Son en total 17 objetivos, que incluyen aspectos tan utópicos como el fin de la pobreza o el hambre cero, junto a otros como la educación de calidad, la igualdad de género, agua limpia, energía asequible y no contaminante, ciudades y comunidades sostenibles o producción responsable, entre otras.

La cruda realidad es que, como recuerda Pablo Sánchez, director ejecutivo de B Lab , “sólo el 25% de las pyme saben lo que son los ODS, frente al 80% de las grandes corporaciones”. El informe Cómo va el cumplimiento de la Agenda 2030, realizado por Javier San Martín, profesor de Operaciones Sostenibles de OBS , eleva esa cifra un poco más, hasta el“42% en el caso de las pymes y el 39%, en el de los autónomos”. En cualquier caso, queda mucho por hacer en la divulgación y formación de objetivos.

ESG, por su parte, es el acrónimo de Environmental, Social and Governance, o ASG por sus siglas en española (Ambiente, Social y Gobernanza) y hace referencia a los parámetros que debe evaluar toda empresa para medir el impacto de su negocio. Tienen una relevancia creciente porque cada vez son más las administraciones, consumidores y grandes corporaciones que tienen en cuenta estos criterios a la hora de valorar inversiones, compras o contrataciones públicas.

Como resume Johanna Gallo, CEO y cofundadora de Aplanet, consultora especializada en ESG, “la sostenibilidad está más en alza que nunca. Antes era algo más voluntario, por decirle a los grupos de interés lo que estabas haciendo. Y ahora es una obligación. Y la parte de ESG se ha equiparado ya a la parte financiera. Ahora está basado en datos y se puede medir.”

Así están las empresas españolas

Llegados a este punto, ¿cómo están las empresas españolas en materia de sostenibilidad? Pues, según el Índice de Riesgo y Rendimiento de la Sostenibilidad Empresarial publicado por EcoVadis, “en global, las empresas españolas alcanzan una puntuación de 54,6 sobre 100, situándose muy cerca de la media europea (55 puntos).

Las grandes empresas son las que registran mejores resultados (55,1 puntos), pero las pymes confirman su compromiso con la sostenibilidad en todos los ámbitos con 54,6 puntos. Las políticas en derechos humanos (57,3) y medioambientales (56,3) son las principales áreas de actuación para las organizaciones españolas, que obtienen peores puntuaciones en la variable ética (51) y especialmente en las compras sostenibles, que siguen siendo la gran tarea pendiente a nivel español (43 puntos), europeo (44,8) y mundial (40,6)”, explica Giulia Borsa, Senior ESG Solution Advisor en EcoVadis.

Unos datos que coinciden a priori con los que recoge el informe Small Business, Big Opportunities de Sage, según el cual el 55% de las pymes españolas considera la sostenibilidad como algo importante para su negocio, pero sólo el 29% piensa que está haciéndolo bien y únicamente el 12% conoce con exactitud el volumen de sus emisiones de carbono.

Por otro lado, la consultora alemana TÜV SÜD puso en marcha un test de autoevaluacion “donde quedó de manifiesto que el 60% de las pymes no había implementado acciones de desarrollo sostenible ni tenía un compromiso ni plan de acción a futuro en cuanto a los ODS”, recuerda Lourdes Ferrer, CEO y cofundadora de Percentil, ecommerce de ropa de segunda mano.

Diferencias entre la pyme tradicional y la de nuevo cuño

Sea como fuere, dentro de las pymes, en general, hay que diferenciar dos posturas. “Por un lado, la pyme tradicional que es más reticente a implantar medidas de sostenibilidad porque lo ve como un gasto extra y, por otro, la pyme de nuevo cuño que la lleva implantada en el ADN”, explica San Martín.

Aunque, como bien matiza Clara Navarro, cofundadora y CEO de la Fundación Ship2B, todas las pymes sin excepción tienden a estar comprometidas con su entorno, pudiendo ser consideradas como responsables socialmente. “Las empresas pequeñas o medianas, especialmente si son familiares, tienen una relación más estrecha con su gente, el territorio, los proveedores y clientes… Esto hace que la responsabilidad empresarial sea algo mucho más cercano. Sin embargo, en materia de sostenibilidad medioambiental, políticas de cambio climático, regeneración de la naturaleza, biodiversidad, no tienen los medios siquiera para tener información de cuál es su estado y su impacto real”, insiste

Frente a este perfil, la empresa de nuevo cuño arranca con la preocupación sostenible. Algo en lo que incide Amaia Rodríguez, CEO y cofundadora de Gravity Wave , “ahora la mayoría de las empresas nacen con el componente sostenible desde el principio. Ya nos llaman antes de arrancar sus negocios porque quieren generar un impacto positivo y un proyecto sostenible”.

Esta dicotomía la refleja muy bien José Antonio Gavilán, CEO de Proecoway y desarrollador de negocio en la greentech plastiks.io que busca minimizar la contaminación plástica en el planeta. “Cuando hablamos de empresas españolas con cultura internacional, están totalmente alineadas con dinámicas de sostenibilidad europeas y de países más desarrollados, pero cuando entramos en el entramado mayoritario de las pymes, el comentario más común es ‘suficiente tengo con sobrevivir’”.

Ahora bien, cada vez está habiendo una mayor concienciación y la normativa juega a favor de obra en este cambio de mentalidad. Como recuerdan desde EcoVadis, “el Parlamento Europeo ha aprobado recientemente su Directiva sobre Diligencia Debida de las empresas en materia de sostenibilidad, que exigirá la entrega de informes y reportes acerca de las acciones en sostenibilidad de las empresas y sus socios comerciales”.

Principales retos para ser más sostenibles

A la hora de afrontar el reto de ser más sostenible, la pyme, la micropyme y los emprendedores en general tienen que hacer frente a estos obstáculos.

Ausencia de demanda. Tal y como recuerda Raúl González, CEO de Ecodicta, empresa de moda por suscripción, “las empresas sostenibles están lastradas fundamentalmente por la falta de demanda”. En efecto, el consumidor todavía está lejos de asumir su parte de responsabilidad en el fomento de la sostenibilidad y es reticente a invertir más en productos de menor impacto, aunque las encuestas digan lo contrario.

De hecho, “según datos de la OCU del 2019, el 73% de los consumidores españoles toma decisiones de consumo siguiendo criterios de sostenibilidad. Se han incrementado en un 80% las búsquedas en internet de soluciones para reducir el desperdicio de alimentos y un 58% de los consumidores asegura que aumentaría su gasto en aquellos establecimientos que ya están actuando frente al desperdicio alimentario”, defiende Marie Lindström, directora en España de Too Good to Go, la app que lucha contra el desperdicio de alimento.

Sin embargo, la realidad es la que es. Como resume González, “las empresas sostenibles tienen productos y servicios a precio más elevado y el consumidor no percibe el valor de pagar más, y por tanto, no hay tanta demanda”.

Algo en lo que coinciden Gala Freixa y Gonzalo Mestre, cofundadores de Sheedo , empresa especializada en el desarrollo de materiales sostenibles para marketing, “aunque cada vez más personas están interesadas en el tema, aún se requiere una mayor difusión y sensibilización para que la sostenibilidad. El consumidor tiene el poder de decisión de poder cambiar las cosas. Por ello, es importante entender que el cambio empieza en uno mismo”.

Falta de formación y educación. Es necesario formar a toda la plantilla en materia de sostenibilidad. “Es importante ponerse objetivos para ser más sostenibles y transmitírselos a todos los miembros de la organización para que el concepto cale en todos los ángulos”, insiste San Martín. Además, desde un punto de vista más global, falta sensibilización y educación a nivel social sobre la importancia de desarrollar hábitos más sostenibles.

Es, como denuncian desde BCorp, el reto cultural: “las pymes aseguran que no tienen tiempo y recursos, pero yo creo que en el fondo lo que hay es un problema cultural porque no lo consideran relevante. No asocian sostenibilidad como elemento diferenciador que es beneficioso para la compañía y que te puede aportar nuevos clientes y nuevos  socios”, insiste Sánchez.

Falta de colaboración con las empresas grandes. Lo deseable sería que las grandes corporaciones actuasen como tractoras promoviendo la sostenibilidad en sus proveedores, algo que la nueva normativa europea de Diligencia Debida lo establecerá como obligatorio.

Incertidumbre regulatoria

Por un lado, como recuerda González, “hay falta de legislación que ayude a las pymes que favorecen la transición económica en forma, por ejemplo, de ventajas fiscales. Por eso, hemos lanzado la campaña #Iva- Verde para que las empresas que tienen productos y servicios circulares, tributen al 5% en el IVA”.

Pero, por otro, existe, además, como recuerda David Esteban, CEO de Ecopackaging ideas, Retoornado y Rebottle, un entorno de incertidumbre: “normativas que aunque están anunciadas con antelación se imponen con poco margen, a lo que se añade la confusión que crean los distintos lobbys sobre qué envases deben primarse. Hay todavía mucho greenwhashing (falsas campañas de sostenibilidad) de grandes operadores que distraen a los pequeños”.

A todo esto hay que añadir, como avisa Gallo, “el tsunami legislativo que está a punto de llegar”. Algunas de las normas que están sobre la palestra son la Ley de Información No Financiera 11/2018 (que hasta ahora afectaba a las empresas de más de 250 empleados, pero que está previsto que baje a las de100) y la CSRD de junio de 2024, que va a ser más restrictiva. Va a empezar por las grandes compañías, pero el objetivo es que vaya extendiéndose al resto de las empresas. En muy corto espacio de tiempo, tanto las pymes como las micropymes tendrán que reportar su información en torno a estos aspectos que no son financieros. “Para que las grandes cumplan en ASG, necesitan que su cadena de valor también se ponga las pilas, y ahí es donde están las pymes.”

Trabas burocráticas. Como recuerda San Martín, para las pymes y micropymes es muy “complejo y costoso tener a una persona preparando continuamente reportes o certificaciones. Deberían simplificarse todos los trámites burocráticos. Según vaya avanzando la normativa de descarbonización serán más obligatorios estos  informes”.

Falta de fondos e inversión. Desde Ecodicta denuncian que “falta apuesta público-privada por invertir en startup de economía circular”, pero, también, entre las pymes y micropymes es evidente que hay una clara falta de recursos que destinar a estos conceptos. “Sería importante que desde el sector público se ofrecieran herramientas, apoyo técnico y financiero para la puesta al día de las pymes y para poder contar con expertos que les ayuden en esta transición. De lo contrario, hay un gran riesgo de dejar fuera de juego a las empresas pequeñas por no poder cumplir con la legislación,” insiste Navarro.

Falta de conocimiento de la propia empresa. A la hora de valorar tu sostenibilidad, debes analizar qué impacto tiene tu actividad a todos los niveles: en tu consumo de recursos, en el reciclaje de tu producto, en el entorno que te rodea, en tus empleados. Debes analizar todos tus procesos y ver cómo mejorarlos de una for- ma más sostenible.

Falta de incentivos. Desde BCorp recomiendan crear incentivos. “Sería bueno incentivar la implementación de medidas sostenibles entre las pymes a base de mejorar su participación en concursos y licitaciones o utilizar esos criterios como elemento diferenciador en la adjudicación de contratos”.

Lourdes Ferrer, CEO y cofundadora de Percentil, ecommerce de referencia en la compraventa de ropa de segunda mano, incide en la idea. “Para muchas empresas, el objetivo de supervivencia está por encima de cualquier otro, por lo que hacen falta incentivos y ayudas por parte de los distintos gobiernos para conseguir que se suban al carro de la sostenibilidad.”

Presión del talento. Más que un obstáculo, es un aliciente. “El talento joven mejor preparado ya no se conforma con sueldo. Valora crecientemente el propósito. Ante un escenario de alta rotación del talento, la sostenibilidad puede ser un activo”, insiste Navarro.

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