Toma de nuevo las pasarelas internacionales «La Anti-moda Ochentera»

Este concepto fashionista anti-moda ochentera  que escandalizó a la sociedad en el siglo XX, hoy día alimenta las propuestas de grandes firmas.

Asimetrías, prendas inacabadas, deshilachadas y sobredimensionadas, en tonalidades oscuras y desgastadas, son algunas de las banderas de la «anti-moda», un concepto que nació en los años ochenta para reivindicar la imperfección y que protagoniza la moda de la actualidad.


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Si hace cuarenta años parte de la sociedad se escandalizó ante prendas rotas e inacabadas que declaraban la guerra al glamour imperante en la alta costura, la moda de la actualidad bebe de este referente andrógino, oscuro y deconstruido que sube a semanas de la moda como la de Copenhague y a la que se suman grandes firmas de la industria.

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Corrían los años 70 cuando la diseñadora japonesa Rei Kawakubo, harta de los parámetros hegemónicos, decidió desdibujar lo establecido para liberar una tendencia que lejos de alcanzar la perfección, celebrase lo inacabado y, en ocasiones, hasta roto y desgastado bajo la técnica de la deconstrucción.

La que años después fuera creadora de la firma Comme Des Garçons, además de serlo de Dover Street Market- una de las plataformas multimarca de más renombre a nivel internacional-, sentó las bases de una forma de concebir la moda que, si bien comenzó con escasas boutiques en Japón, acabaría por llegar a todas partes del mundo.

Kawakubo debutó en la semana de la moda de París en 1982 con su colección «Destroy», en la que prendas drapeadas lejos de contornear la silueta de la mujer dejaban que las formas del cuerpo fluyeran libres entre otras piezas deshilachadas, una presentación que encontró muchas críticas negativas.

El negro tiñó las pasarelas, configurando un movimiento entre elitistas de moda que dejaron a un lado el glamour y la sofisticación que dictaba la alta costura para enfundarse en prendas de aire andrógino bajo el movimiento «crow» o «tribu de cuervos».

Nombres como Yohji Yamamoto, Issey Mikaye, Maison Margiela, Rick Owens conformaron un clan de diseñadores anti-sistema, que en la actualidad se sitúan en la vanguardia, junto a nuevos nombres que beben de estas referencias.

Firmas como TG Botanical, Wood Wood o Deadwood subían la anti-moda a las pasarelas en Copenhague la pasada semana, mientras que otras como Di Petsa convierten en emblema deshilachadas creaciones llenas de transparencias por las que apuestan desde la colombiana Shakira hasta la estadounidense Bella Hadid.

La «anti-moda» no solo es protagonista en firmas emergentes o nicho, sino que grandes marcas de aire subversivo como Balenciaga en sus últimas temporadas u otras de corte clásico como Saint Laurent trasladan estos códigos a sus creaciones.

Lo que Kawakubo concebió como la necesidad de «diluir la barrera entre el arte y la moda» es uno de los principios que alimenta a estas firmas, que experimentan con la imperfección y los volúmenes más allá de buscar favorecer al cuerpo, mediante una serie de códigos.

Entre ellos, hombreras anchas en estructuras que dibujan líneas rectas, colores oscuros y un aire andrógino conforman una moda que replican las tiendas de moda rápida, mientras que editoriales y sesiones de fotos se impregnan de un aire entre oscuro y «grunge».

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