«El irresistible ADN Dior conquista París»

Dior

Un perfecto cuento de hadas. En la legendaria mansión privada de Chistian Dior se ha abierto el museo más deslumbrante de la moda parisina. Una síntesis de refinamiento, los modelos más elegantes de su vida y los de los que le sucedieron en una arquitectura sublime, que comienza con una escalera vertiginosa de mármol que lleva al tercer piso. Al inicio de la visita.

La Galeria Dior es un stop obligatorio para los que aman la estética, la moda o simplemente la belleza. Tendrá que subir esta vertiginosa escalera envuelto por unos 1.500 objetos miniaturizados del universo Dior, diseñados en impresión 3D en colores monocromáticos. Comienza por un color rosa Dior, le sigue el gris, el verde, el amarillo y el azul hasta llegar al tope de la escalera. Allí está la mítica cartera Di, que popularizó la princesa Diana en todos sus colores, los sombreros, los guantes, los clutch, los zapatos, los perfumes. El universo Dior.


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Una puesta en escena de Nathalie Crinière, que recuerda a la exposición del Musée des Arts Décoratifs que batió todos los récords en 2017. Ella conoce los archivos de la casa como nadie.

Dos mil metros cuadrados de placer y buen gusto. Una escenografía impresionante, orquestada como un ballet por sus modelos icónicos, que flotan en espacios pintados de negro. Un lugar simbólico: 30 avenue Montaigne, la maison que él eligió para construir su imperio, y eligió vivir en la rue Francois 1, donde se entra a la Galería.

La infancia normanda y las rosas
Allí está la infancia normanda de Monsieur Dior. Les Rhumnbs, su casa rosada familiar, cerca del mar en Granville, que lo inspirará porque de ella guardó los recuerdos “más dulces y maravillosos”. Ese vínculo entre la poesía y la vida, que ha marcado su historia. Es esa infancia, ver a las costureras manejando las agujas, lo que lo inspira y lo alienta.

Por eso la visita a la Galerie Dior es como caminar por un jardín encantado. Está desplegada su pasión por las rosas de Granville, por la botánica, alentada por Madeleine, su mamá.

Sus primeros pasos fueron como galerista de arte, donde conoció a todos intelectuales y artistas de esos años en París. Tenía 23 años. Después de pasar por Science Po, como quería su familia, se convirtió en ilustrador. Es en 1938 cuando le tocó aprender el metier de modelista y luego, estilista Chez Lucien Lelong. En la Segunda Guerra va al frente y sus compañeros son soldados campesinos. Decide diseñar un menú para la tropa.

30 avenue Montaigne
En 1947 funda la Maison Dior, la mítica casa de 30 avenue Montaigne, que avanza sobre la cuadra como una ameba. Sus siluetas celebran la joi de vibre después de la Segunda Guerra. Con sus cinturas centradas, sus evasés, Christian Dior revoluciona los códigos de la elegancia y la femineidad. Es el inicio de un imperio único, que va a vestir a primeras damas, princesas, reinas y aristócratas en su Haute Couture.

Cada vestido tenía un nombre: Moulin Rouge, un vestido de danza corto y colorado en tul plisado, Cuba, en tul bordado para bailar en 1954, Caprice, para la colección primavera 1948 en azul marino y para la tarde, son algunos de las piezas diseñadas por él que se exhiben en la galería.

La naturaleza lo inspira. En la trayectoria del museo está su primera colección de la línea Corolle, para bailar, muy coqueta. Botones de rosas, con bordados de flores suntuosos o poéticos textiles. Una estética floral que van a continuar los que le sucedieron tras su muerte. Yves Saint Laurent, Marc Bohan, Gianfranco Ferré, John Galliano, Raf Simons y ahora Maria Grazia Chiuri.

Dior lo llamaba el “refugio de lo maravilloso” o “la oficina de los ensueños”. Finalmente se muestra. Maquetas, bocetos originales, documentos de archivo, complementos y hasta el austero despacho del diseñador están en el museo.

Estilo Dior
El estilo Dior en plenitud. Desde el New Look hasta las icónicas faldas con vuelo. Trece salas muestran, como los capítulos de un libro, la fabulosa historia de la Casa Dior.

Monsieur Dior murió joven, como su padre. El número 30 de la Avenue Montaigne se convierte en un museo, una nueva piedra en el monumento Dior, que celebra tanto a los que fueron y hicieron como a los que son y hacen. Cuando anunciaron su repentina muerte en 1957, todas sus modelos aparecieron vestidas de negro y un campo de flores, colocado en su memoria, bajo el Arco de Triunfo. Tenía 52 años.

La galería se abre así con la parte biográfica de Monsieur Dior, que muestra el meteórico ascenso del modisto, hasta su trágica muerte. “París en duelo por Christian Dior” anunciaba una tapa de la revista Paris Match en el museo. Era el 2 de noviembre de 1957.

La técnica Dior continuó en sus sucesores. Su orden, su método, sus flores. Todo el personal de la Maison tiene conciencia de perdurar su “escuela de estilo y gusto”. Los abundantes mundos de los directores artísticos, desde el jovencísimo Saint Laurent hasta el extravagante John Galliano, desde Raf Simons hasta Maria Grazia Chiuri y su visión comprometida de femineidad, todos lo tienen como referencia. En el museo se pueden ver sus creaciones sin perder de vista el estilo de la casa.

Diseñadores icónicos que no podrían brillar sin el trabajo infinitamente preciso de las costureras y sombrereras.

Después de pasar por el despacho de Monsieur, los visitantes acceden a un suelo de cristal, que permite vislumbrar la cabina original, donde se hacían los modelos en el número 30 de la Avenue Montaigne. Sombreros, sombrereras, y guantes.

Allí está María, con su atelier, en un salón blanco límpido, con vestidos y tailleurs, haciendo un sombrero verde. Explica cada paso de un arte en vías de extinción. Ella lo hace hace 35 años. Trabajó con todos y hoy está en directa relación con Maria Grazie Chiuri, la nueva diseñadora de Dior.

Los iconos de la casa
Las siluetas de iconos de la femineidad desfilan en el museo. Marilyn Monroe, Grace Kelly, Lady Diana, Sophie Marceau, Charlize Theron, Nicole Kidman, Nathalie Portman, Adèle y Rihanna. Los zapatos de pitón de la duquesa de Windsor o su cartera beige. Una historia de talentos y pasiones, que termina en apoteosis con un final extravagante, destacando los vestidos de noche más suntuosos, entre los que brillan numerosas creaciones reunidas por primera vez en París.

La nueva galería Dior cultiva su pasado, su herencia, la memoria, que regresa en pedazos.

Los sucesores
Yves St Laurent lo honra. Banco, un vestido de cocktail con flores rosas y un gran moño, de la colección de verano 1958, fue diseñado por él. Marc Bohan lo reinterpreta, en un modelo de desfile para la colección invierno 1987, en colorado y negro, más sus clásicas flores.

Glorioso John Galliano, el británico de Gibraltar y español, que durante 15 años hizo soñar a las clientas de Dior. Esta longevidad se explica por la dimensión espectacular de sus creaciones, que evocan universos resultantes de una visión idealizada de cuentos, antiguos imperios u otras culturas, como la española. Galliano fue un creador de mundos en los que Raf Simons, que le sucedió durante cuatro años, volvió a una esencia arquitectónica y minimalista de corte, haciendo una ruptura radical entre el barroco contemporáneo y la pureza.

Como toda gran casa de moda, una evolución existe. Pero los diseñadores vuelven a la idea misma del fundador, ya sea en términos de cortes, tejidos, estampados, bordados, siempre el discreto homenaje al Monsieur Dior. Una de las salas permite ver la evolución de la creación desde Yves Saint-Laurent hasta Maria Grazia Chiuri.

Los clientes
La Galería Dior se convierte en la segunda casa que presenta in situ su excepcional “saber hacer”. Se exponen algunos bocetos y algunas pinturas, que son bocetos de la ropa en tamaño real y que son, por tanto, testimonio de un largo trabajo de reflexión y creación. “Los clientes encarnan uno de los últimos refugios de lo maravilloso. Son, en cierto modo, maestros de los sueños”, dijo Christian Dior en el libro Christian Dior et moi, en 1956.

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Al igual que sus desfiles, la casa Dior ha optado por crear una escenografía inolvidable para su museo permanente. En él se descubre todas las facetas de la casa en un suntuoso paseo, que regresa a los diferentes mundos de Dior, desde la moda hasta la perfumería pasando por la belleza.

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