Las fintech han logrado atraer a millones de clientes y ganar presencia en el sector financiero al ofrecer una experiencia fácil y práctica gracias a la aplicación de tecnologías innovadoras. Según Deloitte, América Latina ha experimentado un boom en el número de emprendimientos fintech, pasando de 703 en 2017 a 2,482 en 2021. Los países que concentran el 81% de las fintech en la región son Brasil, México, Colombia, Argentina y Chile.
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Ocho ciudades se destacan como hubs para el desarrollo de la industria fintech: Ciudad de México, Medellín, Bogotá, Belo Horizonte, Río de Janeiro, São Paulo, Santiago de Chile y Buenos Aires.
Sin embargo, este crecimiento también ha atraído a estafadores que se aprovechan de la facilidad y agilidad con la que estas empresas ofrecen productos financieros. El riesgo de fraude, especialmente en términos de robo de identidad y transacciones fraudulentas, se ha incrementado.
El Banco de México estima, según el Índice de Percepción del Riesgo de Ciberataques al Sector Financiero, que el año 2022 fue el año con más ataques, siendo el ransomware y los card sellers los principales protagonistas. En 2021, se reportó un aumento del 300% en el volumen de fraude asociado con las aplicaciones de envío y recepción de dinero, en comparación con un incremento del 16% en su uso.
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Las fintech enfrentan un desafío en el control de identidades y la reducción de fraudes en un ecosistema de pagos cada vez más diverso. El uso de API se ha convertido en una alternativa para facilitar las transacciones financieras digitales y garantizar la seguridad de los datos sin involucrar a terceros.
El estándar líder en el uso de API es FDX (Financial Data Exchange), que ya cuenta con 22 millones de cuentas de consumidores para compartir datos de finanzas abiertas. El volumen de estas API ha aumentado significativamente, alcanzando los dos mil millones por mes, según FinExtra. Esto ha impulsado desde los pagos digitales hasta los servicios de entretenimiento, y se espera que el número de API llegue a 1,700 millones para 2030.
En una economía digital, la seguridad de los datos financieros es fundamental tanto para las empresas como para los consumidores. Las fintech deben garantizar la seguridad de los datos y desarrollar estrategias efectivas para combatir el fraude, mientras aceleran la innovación y la modernización de aplicaciones para ofrecer experiencias digitales positivas a sus clientes.
