Prueba ford focus rs 500 PRUEBA: Ford Focus RS 500

La historia de Ford siempre ha estado muy unida a los coches deportivos de tamaño compacto. Una tradición en la que el Focus ya ha escrito unas cuantas páginas importantes. Sirva como ejemplo la prueba de este Ford Focus RS 500, probablemente, uno de los representantes más extremos de la saga RS.

Pero pongamos en marcha la máquina del tiempo. En 2002, Ford lanzaba el primer Ford Focus RS (prueba), un modelo relacionado estrechamente con la vuelta del fabricante del óvalo al Mundial de Rallyes (WRC), que contaba con 215 CV de potencia y un autoblocante delantero que pasó a la historia por su violencia de reacciones y su mal ‘carácter’.


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En 2009, llegó el relevo con una nueva generación, un Focus RS que casi todos recodaréis pintado en color verde lima, ¿verdad? Curiosamente, no era el único que se ofrecía en este deportivo de 305 CV, ya que también se podía pintar en blanco o en el clásico Azul Racing de la marca. Y aunque estaba un tanto ‘dulcificado’ frente a su antecesor, el RS seguía siendo una absoluta máquina de devorar tramos en carreteras de montaña.

Pero eso no era suficiente. Y en 2010, la firma americana lanzaba el exclusivo e intimidador Ford Focus RS 500, un modelo que recuperaba una denominación ya empleada en el Sierra Cosworth de mediados de los años 80.

¿Qué caracteriza al Ford Focus RS 500?

Como ya habrás descubierto, su principal seña de identidad no era el tratarse de una edición especial, limitada a tan solo 500 unidades en todo el mundo. Un total del que apenas llegaron 20 a España y que se agotaron rápidamente, a pesar de que su precio era bastante elevado: 43.400 euros, en el año 2010. Tampoco, el hecho de que se convirtiera en el coche de tracción delantera más potente de nuestro mercado, con 350 CV.

Lo que verdaderamente ha permanecido en la memoria de todos ha sido su decoración negra mate. Que por cierto, le otorga un aspecto bastante amenazador y siniestro. Y decimos decoración y no pintura, ya que lo que recubre la carrocería es un vinilo especial, creado por 3M, presente en toda la parte exterior del coche.

Por lo demás, esta especie de ‘Batmóvil’ no difiere demasiado del RS convencional, ya que el Ford Focus RS500 mantiene los pasos de rueda ensanchados, las grandes tomas de aire en frontal y sobre el capó, las taloneras laterales, el gigantesco alerón trasero o un difusor en el que se integran dos generosas salidas de escape circulares.

Las llantas de aleación son de 19 pulgadas y, por supuesto, también son negras. Las únicas notas de color las encontramos en los logos RS azules que adornan la carrocería o las pinzas de freno y la insignia 500, que están pintadas en rojo.

Al acceder al habitáculo, la sensación es un tanto. Muchos elementos son los mismos que podía equipar cualquier Focus normal de la época, incluyendo el cuadro de instrumentos o el hoy en día ya ‘arcaico’ sistema multimedia. Sin embargo, otros llaman más la atención, como el botón de arranque (en la consola central) o la placa que indica la unidad exacta de la serie limitada que estás conduciendo.

Sobre el salpicadero, tres relojes analógicos analógicos indican la presión de soplado del turbo y la temperatura y presión del aceite. Algo ya poco habitual en los modelos actuales. Y todo esto, mientras te acomodas en unos asientos bacquet de la firma Recaro que ofrecen una sujeción lateral absolutamente excepcional.

PRUEBA del Ford Focus RS 500

La parte mecánica se confía al ya célebre motor 2.5 turbo de gasolina, de cinco cilindros, que en el Ford Focus RS500 de esta prueba entrega nada menos que 350 CV (la ganancia es de 45 CV). Y lo sorprendente del asunto es que a diferencia de rivales de la época, como el Mitsubishi Lancer Evolution (295 CV) o el Subaru Impreza WRX STi (300 CV), no recurre a un sistema de cuatro ruedas motrices, sino a un esquema de tracción delantera.

Sin duda, el motor es uno de los elementos que marca la personalidad de este modelo, por su característico sonido, pero también por su ‘forma de ser’, que requiere de un cierto periodo de adaptación. Su rendimiento es bueno, como aseguran los 350 CV y 460 Nm de par máximo que homologa. Pero es cierto que exige bastante al conductor.

¿El motivo? Hasta las 2.500 rpm, es un motor un tanto perezoso. Pero a partir de ese momento, empieza una fiesta que será mucho mayor si el conductor maneja con precisión la caja de cambios manual, de seis relaciones.

El bloque 2.5 empuja con una fuerza que llega a asustar, asegurando una aceleración de 0 a 100 km/h en 5,6 segundos y una velocidad máxima de 265 km/h. En cierto modo, podríamos decir que es un motor de los de antes, de los de la vieja escuela, que hay que dosificar con precisión para que no aparezcan las pérdidas de tracción.

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Algo que, en cierto modo, sucede con más frecuencia de lo deseable, a pesar de que el Ford Focus RS500, al igual que el modelo del que deriva, recurre a un esquema de suspensión delantero específico, denominado ‘RevoKnukle’ (McPherson con pivote desacoplado) y un diferencial autoblocante mecánico, de la firma Quaife.

Con todo, en una carretera de montaña, su hábitat predilecto, el RS500 se muestra endiabladamente rápido, tanto en curvas lentas como enlazadas, gracias a una dirección realmente precisa y a una puesta a punto del chasis claramente destinada a ir rápido de verdad.

Sin embargo, hay algunos factores que hacen que no sea efectivo al 100%, como las pérdidas de tracción de las que hablábamos antes. En este sentido, obliga al conductor a llevar cogido bien fuerte el volante y a tener que realizar correcciones de una manera constante. Aún así, es divertido y aporta un innegable punto de emoción a la conducción.

De vuelta a la civilización, el Focus RS500 es un coche no especialmente confortable. Y es lógico, ya que su motivación es ser un héroe de los tramos más virados. Pero en el día a día, puede llegar a cansar por lo ruidoso que es y por lo dura que resulta la suspensión (aunque no tanto como la de un Honda Civic Type R (prueba) de 2016, por ejemplo). Además, lo normal es estar bastante por encima de los 9,4 litros cada 100 km que homologa de consumo medio…

Con todo, el Ford Focus RS500 que protagoniza esta prueba era unos 9.000 o 10.000 euros más costoso que un RS convencional. ¿Merecía la pena ese desembolso extra? Tal vez, en el momento, habría quien tuviera dudas. Sin embargo quien lo comprara, hoy en día, estará realmente contento, disfrutando de un coche llamativo como el que más y absolutamente único.

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