¿Pelea de bodegueros?

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Fuente: El Nacional

Freddy Marcano


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¡Feliz Año 2023! Para continuar con todo lo acontecido en este año que termina, cerramos con nuevas noticias que se suscitan dentro del sector opositor, o el que representa el llamado G-4. Posiblemente tarden en revelar los nombres de quiénes conformarán la nueva junta directiva de la Asamblea Nacional de 2015, para seguir manteniendo en suspenso al país, en las cercanías del 5 de enero, fecha obligada para la consabida instalación anual. No sabemos si se decidirán por elegir a un encargado de la presidencia de la República que no es interinato, según como lo entendió Guaidó y toda su parafernalia burocrática.

El país asistió, finalizando el año 2022, a un triste espectáculo que ha redondeado las festividades de los diputados de 2020, sin necesidad de mover un dedo. Las mutuas descalificaciones de los partidos que hacen la mayoría de ese parlamento opositor del 2015 harán difícil recoger el agua derramada, por mucho que después pretendan entenderse y, en efecto, se entiendan cínicamente, porque hay heridas y laceraciones que nunca cierran, cual peleas entre bodegueros del mismo barrio. De nuevo, se inventaron que hay una fracción minoritaria, la quinta según al leal saber y entender de los jefes de partido, y si La Causa R les fue muy útil ayer, añadido México, hoy la despachan como si nada y, así, sucesivamente. Con las muy contadas excepciones, más de individualidades que de partidos, esas minorías no pintan nada en el país, sin importar las curules que puedan tener. Y, además, ellas mismas, no tienen la disposición de unirse para encabezar la Asamblea Nacional, porque les toca de acuerdo al pacto de rotación celebrado en 2016 que Guaidó se llevó por delante en 2020: seguramente, los partidos dominantes tendrán su llaverito minoritario listo para ubicarlo en una segunda vicepresidencia o en la subsecretaría de la ficción parlamentaria.

Las escaramuzas y reyertas que todo el país, profundamente conmovido, ha atestiguado parecen un presagio de las primarias que se avecinan, ¡si es que se realizan! Si el socio minoritario de la cuarteta dominante no cede, tendrá que irse y levantar tienda aparte para cuestionar el candidato de consenso que derive de México, si es que LCR se realinea, porque inventarán una emergencia de todas las emergencias. Y, así como dejaron cual burro embarcado al llamado TSJ en el exilio, que para más remate está dividido, dejarán a la Comisión Nacional de Primarias que no tiene ni un medio partido por la mitad para brindarle café a sus invitados. Un excelso líder de multitudes, adscrito a Voluntad Popular, símbolo de las protestas estudiantiles de 2007, confesó que 75% de toda la burocracia interinaria estuvo en manos del G-3, admitiendo su tajada del 25%, comentario que el G-3 no comparte. Los magistrados que si no se van del país, les friegan la vida (aunque el exilio sea la otra forma), no recibieron ni el saludo de un cestaticket.

A todas estas, recordemos que Guaidó resultó en 2018 el jefe de la fracción opositora, pues otros dirigentes de su partido, quizá más importantes, se vieron forzados a huir del país, o se encontraban bajo resguardo de una embajada o estaban perdidos en el tiempo y espacio. Fue elegido para presidir el parlamento y, luego, la encargaduría presidencial, porque Freddy Guevara estaba refugiado en una sede diplomática, Juan Mejías se había marchado del país y, además, era suplente, y así sigue la lista de razones. Lo más parecido a la realeza británica, había y hay una línea de sucesión de faltar Leopoldo y, luego, Lilian, Goicochea y otros queridos amigos del jefe o dueño del partido. No hubo un órgano colegiado que lo hiciera, salvo que sesionara y decidiera con carácter retroactivo que, de tanto repetirlo, ya ni se acostumbra. Y, por supuesto, Guaidó funcionó con los amigos de los amigos, los más cercanos en el propio VP, dejando a los otros por fuera, como la guayabera.

Este corto relato es parte del acontecer opositor de los últimos años; para nadie es un secreto: ni para el gobierno, ni para aquellos que no quisieron entender esta triste y nefasta realidad y siguen siendo seguidores a ultranza, aunque vayan por el camino equivocado o se dirijan a un despeñadero. Los que seguimos insistiendo, persistiendo y resistiendo que es esencial un cambio dentro del sector opositor en la forma de conducirse, sabemos que la depuración del sector es inminente, si queremos ser representantes y conductores de la mayoría que espera y necesita un cambio en el país. Si no se logra, difícilmente podremos hacer un buen papel en las elecciones de 2024, fecha más cercana para tratar de generar un verdadero cambio. Pensar más allá de nuestro interés personal y partidista debe ser un reto o una meta para el venidero 2023. Es pertinente entender que no solo el sector político precisa ser parte de las decisiones sino que requiere ir más allá, con verdaderos representantes de todos los sectores que aún hacemos vida dentro y fuera del país. Dejemos las discusiones y peleas de bodegueros; decidamos crecer como país al apostar por un futuro más cónsono con la democracia y la libertad.

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