Nuevo Pudahuel y la discapacidad

El animador Mario Kreutzberger hizo pública una situación que ocurre dentro del nuevo Aeropuerto de Santiago, administrado por Nuevo Pudahuel.

Por Mario Kreutzberger B. en Cartas al Director de El Mercurio


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Señor Director:
El renovado Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez de Santiago, considerado el más moderno de Sudamérica, es sin duda una enorme y magnífica construcción, de arquitectura muy similar al Aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid, con capacidad para 38 millones de pasajeros al año. Hasta ahí todo muy bien y bonito. Pero al poco andar por sus instalaciones, comenzamos a notar las diferencias con el principal puerto aéreo español, ya que nuestra versión criolla, en mi observación de viajero octogenario, está mal implementada y muy mal mantenida.

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En mi reciente viaje de Chile a Miami, hice un cálculo de mis pasos desde el mesón de registro de la línea aérea hasta la puerta del avión, y me sorprendí al darme cuenta de que tuve que caminar 3.500 pasos. De acuerdo con la aplicación que tengo en mi celular, son más de dos kilómetros. Sí, ¡dos kilómetros!

Es verdad, el aeropuerto de Madrid tiene distancias similares, pero también hay que decir que dispone de vehículos eléctricos perfectamente sincronizados con la llegada y salida de los vuelos, para trasladar a pasajeros en situación de discapacidad, o de la tercera o cuarta edad, desde la puerta del avión hasta las zonas de inmigración y equipaje y viceversa.
Capítulo aparte en este relato merece la limpieza de los baños del ‘renovado’ Aeropuerto de la capital chilena; seguramente deben estar ubicados en el primer lugar del top ten entre los más sucios del continente.

Nuevo Pudahuel y la discapacidad

Pero tal vez lo que me parece más insólito, y definitivamente desastroso, es el servicio que el Aeropuerto tiene para las personas en situación de discapacidad o con movilidad reducida.

Los pasajeros que tienen una de estas condiciones pueden pedir el servicio de una silla de ruedas al momento de comprar su boleto. Pues bien, aquí viene lo increíble: debe ser el único aeropuerto del mundo donde las personas con movilidad reducida o en situación de discapacidad tienen que ir en busca de su silla de ruedas, en vez de que la silla de ruedas llegue hasta donde está quien la necesita.

Fui testigo directo del trámite que tuvo que sufrir una persona en situación de discapacidad. El sistema opera de la siguiente manera: uno llega al mesón de la línea aérea, y le señala a quien lo atienda que pidió una silla de ruedas para recorrer los 3.500 pasos. Buscan en el sistema y le confirman que efectivamente está hecha la petición, pero que tendrá que ir a otro sector del aeropuerto a recogerla. Y un detalle no menor: solo se la entregan al pasajero que la necesita.

Entonces ahí viene la pregunta obvia: ¿Dónde hay que ir a buscar la silla de ruedas? La respuesta es inverosímil: ‘Tiene que ir como a tres cuadras de aquí. El servicio le corresponde a la administración del Nuevo Pudahuel’. En este caso intervine y pregunté: ‘Pero cómo puede ser eso, si la persona que necesita el servicio no puede caminar esa distancia’. Otra respuesta inverosímil: ‘Entonces tiene que traer su silla de ruedas desde la casa para que llegue hasta el lugar donde tiene que recogerla’.

Vi la cara de frustración del pasajero y decidí acompañarlo en el trámite. A duras penas, desplazándose con la ayuda de su pareja, acarreando sus bolsos de viaje, llegó hasta la central de entrega de sillas de ruedas del Nuevo Pudahuel.

Después de observar y vivir directamente toda esta insólita situación, dije a los pasajeros y funcionarios involucrados: ‘Lo lamento, pero tengo ocho horas en el vuelo de Santiago a Miami para escribir, y esto lo voy a denunciar públicamente’. Todos me respondieron a coro: ‘Don Francisco, hágalo por favor’.

Yo me pregunto: ¿Habrá alguien en la administración de este ‘Nuevo Pudahuel’ que escuche, entienda y solucione una situación tan absurda como esta? O debemos decir como el inolvidable Chapulín Colorado: ‘Y ahora, ¿quién podrá defendernos?’.

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