La innovación es un sistema operativo, y los emprendedores los entes capaces de crear las tecnologías disruptivas que cambiarán el mundo. El apetito por hacer grandes transformaciones toma cada vez más fuerza a nivel mundial, y Chile no es la excepción a la regla. La inversión representa una parte clave en el desarrollo de un ecosistema innovador, en que las grandes ideas requieren hoy más que nunca mecenas que las financien.
Según un estudio de CB Insights, Latinoamérica logró un inédito récord en inversión de riesgo, alcanzando US$ 9.300 millones solo durante el primer semestre de 2021. En esta línea, las empresas de corporate venture juegan un rol fundamental, cual puente capaz de unir a startups y grandes corporativos. Para hacer de esto una realidad, el primer paso es que las ideas disruptivas reciban ese empuje que tanto necesitan o, de lo contrario, serán sólo emprendimientos que quedarán en el olvido.
El desafío más grande, debido a la escasez de fondos y políticas públicas que apoyen el emprendimiento, es conseguir financiamiento para escalar. Es ahí donde entran los inversionistas, entidades -públicas y privadas- y aceleradoras como impulsores del talento nacional. De acuerdo a Data Innovación, el portal de datos públicos de Corfo, más de $20 mil millones de pesos fueron invertidos en subsidios a la innovación y la ley de investigación y desarrollo, que tiene como objetivo contribuir a mejorar la capacidad competitiva de las empresas chilenas, estableciendo un incentivo tributario para la inversión.
Chile es una fábrica de grandes startups y, por lo mismo, no podemos perder el foco en materia de inversión. Teniendo en cuenta que Latinoamérica ya entró en el radar de las aceleradoras y fondos de inversión internacionales, el panorama luce auspicioso. En el caso de Chile, ha logrado un alto grado de desarrollo de su ecosistema emprendedor y venture capital, es por esto que el título de “Silicon Valley” de Latinoamérica le queda a la medida.
