Hace poco más de una semana se dio a conocer un reciente estudio realizado por SOFOFA y la Universidad de Concepción, que muestra el real destino de los residuos industriales en Chile.
Parece una película de terror saber que apenas un 10,5% de los residuos industriales en Chile se reciclan o valorizan y que casi un 90% termina en un relleno sanitario. Esto no solo significa que se están literalmente tirando a la basura casi 400 millones de dólares cada año, sino que, además, se están generando 94 millones de toneladas de CO2 totalmente evitables.
Es escalofriante leer estas noticias con tanta frecuencia y ver que nuestro país lidera varios de estos rankings. Somos campeones mundiales en generación de residuos electrónicos, el Río Mapocho se encuentra entre el 30% de los afluentes más contaminados con restos de productos farmacéuticos en todo el planeta, varios lagos y ríos han desaparecido por completo en el país, en Iquique tenemos uno de los basurales de ropa más grandes del mundo, e incluso se estima que cada persona consume aproximadamente 250g de plásticos anualmente a través de los alimentos, es decir, casi 8 botellas de plástico de 600mL.
Si queremos revertir todos estos alarmantes indicadores, se requiere que las normativas vigentes en nuestro país sean más exigentes, se actualicen con mayor periodicidad, y que exista una mayor inversión pública para el desarrollo de infraestructura y logística que permitan evitar enviar residuos industriales, ropa, restos de productos farmacéuticos o plásticos a los rellenos sanitarios y se les pueda dar una segunda o tercera vida. Pero también, necesitamos que el sector privado asuma compromisos más ambiciosos y que los consumidores finales exijan a las empresas mejores prácticas y transparencia.
De lo contrario, señora directora, pronto habitaremos un planeta inhabitable donde hacer negocios ya no será negocio.
Por Isidro Lagos, gestor de Oportunidades de Proyecta.
