Según publica expreso.com.pe, hace unas semanas, la imagen de dos escolares fue vulnerada por algunos de sus compañeros de clases, que utilizaron Inteligencia Artificial para montar sus rostros en fotografías sexuales que comercializaron.
Según comentaron distintos especialistas, la acción de los menores constituye un delito, no solo por denigrar la imagen de las víctimas, sino que, al ser estas menores de edad, se constituye el delito de pornografía infantil, que además fue comercializada.
Por su parte, la defensa de los perpetradores argumentó que se trataba de una travesura y que todo fue hecho de manera digital.
Es probable que la defensa busque vacíos legales para argumentar que no existe legislación al respecto, y que, por ser imágenes generadas a partir de inteligencia artificial, su delito no sería el de producir y distribuir pornografía infantil, que es el delito más grave de los que se les acusa, sino una especie de falta no estipulada que atenta contra la imagen de las menores agraviadas.
Sin embargo, la producción audiovisual constantemente recurre a distinta tecnología para generarse, por lo que utilizar la inteligencia artificial con rostros reales, no le quita lo reales a esos rostros ni a las personas a quienes pertenecen. A esto se suma que, a raíz del reciente caso, ya existen iniciativas legislativas en el Congreso de la República, que buscan dejar en claro que el delito de pornografía infantil se puede generar con inteligencia artificial.
Más allá de si la legislación va al mismo ritmo de lo que va la tecnología, lo sucedido hace unas semanas implica un caso icónico en el Perú, una especie de hito, al ser uno de los primeros casos públicos de pornografía infantil donde, además de haberse utilizado la nueva tecnología de la que todos hablan, los implicados son menores de edad.
El poder judicial debe sancionar ejemplarmente a los perpetradores, debido a que, no hacerlo, sentaría un terrible precedente que pondría en riesgo la dignidad de todas las personas en nuestro país, principalmente de los menores de edad.
Por su parte, los colegios están de manos atadas, pues la legislación actual prohíbe expulsar estudiantes; trascendió que se había enviado a clases virtuales a los implicados, sin embargo, tarde o temprano tendrán que regresar a las aulas y verse cara a cara con sus víctimas. Esto es algo sobre lo que debe reflexionar el Ministerio de Educación.
La era digital en que vivimos, que fomenta la sobreexposición permanente de nuestras vidas e imágenes en redes sociales, nos hace más vulnerables a ataques de este tipo, que pueden causar efectos nocivos a corto, mediano y largo plazo, principalmente por la imposibilidad de eliminar, por completo, contenido que pudiera vulnerar nuestra dignidad. Bien se dice que cuando algo se sube a internet, dura para siempre.
Esto empeora cuando los afectados son menores de edad, pues se enfrentan a situaciones complejas durante su crecimiento, y son víctimas más usuales de los estragos emocionales de la sobreexposición en las redes sociales.
Es necesario comprender, que, con el desarrollo de la tecnología, los tiempos cambian cada vez más rápido y que la llegada de la Inteligencia Artificial está potenciando, a grados astronómicos, la velocidad del cambio. Habrá cosas buenas y malas. Como sociedad, nos toca estar preparados para enfrentar las malas y saber aprovechar las buenas.
Los delitos contra la dignidad utilizando Inteligencia Artificial y otras nuevas herramientas, probablemente se hagan cada día más comunes, debido a la facilidad para realizarlos. En este contexto, la Inteligencia Artificial es similar a un arma cargada al alcance de cualquier menor de edad. Por eso, como sociedad, como estructura y sistema, como símbolo de civilización, debemos sancionar estos delitos drásticamente.
No debemos permitir que siga normalizándose la violencia en ningún medio ni bajo ningún formato. Casos como estos no son cosa de juegos ni travesuras. Son delitos, y deben ser tratados como tales.
Fuente: expreso.com.pe
