El plástico, un asesino silencioso

El plástico nos tiene invadidos, a un nivel del que no somos conscientes y con una magnitud aterradora. Algunos ejemplos.

Por Felipe Escalona, fundador y CEO de The Real Eco State


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Este lunes 5 de junio se celebra en todo el mundo el Día Mundial del Medio Ambiente, establecido por primera vez por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972 como una plataforma para abogar por diversas causas medioambientales. El tema de este año es crear conciencia sobre la contaminación por plásticos que sufre el planeta, un drama que en el último medio siglo no ha hecho más que aumentar. 

El plástico, un asesino silencioso

Aunque millones de personas en todo el mundo se suman con entusiasmo para participar de manera presencial o virtual en diversas actividades, eventos e iniciativas que buscan llamar la atención sobre este flagelo, la verdad es que se necesita aunar muchas más voluntades y sobre todo generar acciones concretas a gran escala para lograr verdaderamente un cambio que se haga sentir en la naturaleza y en nuestras propias vidas.

Es que los números son demoledores, da lo mismo el nivel de desarrollo del país o el continente en el que se encuentre: el plástico nos tiene invadidos por igual, a un nivel del que no somos conscientes y con una magnitud aterradora. Algunos ejemplos:

  • Cada año se producen más de 400 millones de toneladas de este material no biodegradable en el mundo y su fabricación no ha parado de crecer desde 1950, siendo responsable del 3,4% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
  • Cada minuto se vende un millón de botellas de plástico, las que se usarán solo una vez, serán arrojadas a la basura, luego llegarán a un vertedero y ahí tardarán 450 años en descomponerse, si están a la intemperie, o 1.000 años, si no lo están.
  • El 42% de los plásticos que se usan en el mundo son para empaquetar alimentos y productos manufacturados, por lo que están solo unos pocos minutos en nuestras manos y luego una eternidad en el medioambiente.
  • Se estima que entre 19 y 23 millones de toneladas de este material son vertidas cada año al mar, ríos y lagos. Solo en el caso de los océanos, los más de 8 millones de toneladas que reciben anualmente equivalen a vaciar cada minuto un camión de basura lleno de plásticos. Según Greenpeace, esa enorme cantidad de desechos genera cada 12 meses una superficie que es 34 veces la isla de Manhattan. A este ritmo, se calcula que en 2050 podría haber más plásticos que peces.

Para qué seguir. Lo que debiese ocuparnos entonces es qué hacer para detener esta verdadera masacre a la naturaleza. Aunque poco a poco se ha ido tomando conciencia del problema y las acciones de reciclaje aumentan en los distintos países, estamos muy lejos de llegar a una solución. Según un informe de la OCDE, menos del 10% de los desechos plásticos generados a nivel mundial son reciclados cada año y en un porcentaje importante ello se hace de manera inadecuada. A este ritmo, no llegaremos a ninguna parte.

El tamaño del desafío requiere abordarlo colectivamente a nivel internacional, así como poner al servicio de esta causa una gran dosis de innovación e inversiones a gran escala para lograr un punto de inflexión. Son los Estados, las grandes multinacionales y los fabricantes industriales quienes deben coordinarse para generar un cambio estructural.

Pero cada uno de nosotros puede presionar por esos cambios con pequeñas acciones cotidianas, como no comprar bebidas en botellas desechables; llevar nuestras propias bolsas de uso múltiple a los pequeños comercios que aún usan las de tipo desechable; preferir productos en cajas de cartón o papel biodegradable, o no usar bombillas plásticas. Y, sobre todo, educar a nuestros hijos al respecto. Porque ellos serán los principales perjudicados en el futuro.  

Parece poco, pero es cosa de multiplicar esas acciones por millones y así desincentivar la demanda por un asesino silencioso no solo para el medio ambiente, sino que para nosotros mismos. Porque si no lo sabía, un estudio de la Universidad de Medicina de Viena constató que cada semana comemos y bebemos cinco gramos de microplásticos, que equivalen al peso de una tarjeta de crédito. 

¿Qué esperamos entonces para movernos?

Felipe Andrés Escalona - innovación

Felipe Escalona, fundador y CEO de The Real Eco State

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