El desafío de la productividad en América Latina y el Caribe: Superando Obstáculos hacia la Prosperidad

Ricardo Raineri, Académico del Departamento de Ingeniería Industrial y de Sistemas de la UC

«El desafío de la productividad en América Latina y el Caribe: Superando Obstáculos hacia la Prosperidad», es el tema que nos propone Ricardo Raineri, Académico del Departamento de Ingeniería Industrial y de Sistemas de la UC.

Por Ricardo Raineri, Académico del Departamento de Ingeniería Industrial y de Sistemas de la UC.


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América Latina y el Caribe (ALC) han enfrentado durante mucho tiempo el reto de la baja productividad económica. Aunque las realidades varían entre países, se observa un patrón común de niveles relativamente bajos y en declive de productividad en comparación con otras regiones del mundo. La productividad laboral, medida como el PIB por hora trabajada, ha experimentado una caída sostenida durante varias décadas en comparación con otras regiones.

En los años 80, la productividad laboral en América Latina era el doble del promedio del resto del mundo. Sin embargo, a principios de esta década, apenas alcanzó el 90%, representando un 25% de la de Estados Unidos y un 33% en comparación con Europa del Norte, Sur y Oeste. A pesar de esta tendencia general, Chile ha sido uno de los pocos países de la región que mostró un desempeño diferente. Entre 2010 y 2021, la producción por hora trabajada aumentó en un 28%, lo que le permitió mantener su productividad laboral relativa respecto al mundo, con una ligera tendencia a la baja, y mejorando en un 36% en comparación con la de ALC.

Este problema de baja productividad laboral es complejo y tiene múltiples causas. Una de ellas es la alta informalidad en las economías de la región, que se ha convertido en un círculo vicioso difícil de romper si no se abordan los graves problemas subyacentes. En 2021, la informalidad alcanzó el 63,4% en la región según el Banco Mundial, con una proporción cercana al 50% de micro, pequeñas y medianas empresas informales. En Chile, esta cifra es del 27,4% de los ocupados, y el 52,2% de los microemprendedores son informales.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que los países de ALC podrían aumentar su productividad total de los factores en 2 puntos porcentuales si lograran incrementar su tasa de formalidad del PIB, acercándola al nivel observado en mercados emergentes y economías en desarrollo con mejor desempeño.

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La informalidad proviene de una serie de causas diversas, y entre ellas se destacan los Estados con fallas institucionales, lo que lleva a que actividades lícitas se realicen de manera ilegal o desincentiva el ejercicio legal de ciertas actividades económicas. Asimismo, la informalidad puede surgir como una opción de subsistencia para una parte importante de la población cuando existe una falta de oportunidades en la economía formal, especialmente en situaciones donde la economía no genera empleos formales o se enfrenta a una desaceleración o nulo crecimiento económico. Estas condiciones adversas impulsan a muchos individuos a buscar en la informalidad una forma de sustento, lo que perpetúa este fenómeno en la región.

Además, la dependencia de la región en las exportaciones de materias primas, como petróleo, gas, minerales y alimentos, sin una mayor generación de valor agregado, limita la diversificación de las economías y disminuye su capacidad para adaptarse a los cambios del mercado global y las nuevas tecnologías. La falta de un enfoque en la innovación y el desarrollo, y de impulsar una economía basada en el conocimiento, ha agravado esta situación y ha disminuido las ventajas comparativas de la región en el siglo XXI. Es crucial que América Latina y el Caribe busquen la generación de valor agregado en sus exportaciones y fomenten la innovación para lograr un desarrollo económico más sostenible y competitivo en el panorama global actual.

Otro desafío para las empresas en América Latina es la limitada disponibilidad de mano de obra calificada. La escasez de trabajadores con habilidades y educación adecuadas, especialmente en campos técnicos como ingeniería y tecnología, dificulta la capacidad de las empresas para aumentar la productividad y mantener su competitividad. Abordar este problema requerirá inversiones en educación y formación profesional, así como incentivar a los jóvenes a seguir carreras técnicas.

La infraestructura y la logística también presentan desafíos significativos para la competitividad empresarial en América Latina. Las deficiencias en las redes de transporte, el acceso limitado a puertos y aeropuertos, y la infraestructura de telecomunicaciones inadecuada pueden limitar la eficiencia en el transporte de bienes y el acceso a los mercados. Superar estos obstáculos requerirá promover inversiones en infraestructura y realizar reformas regulatorias.

El acceso limitado al financiamiento es otro desafío clave para las empresas en América Latina, especialmente para las pequeñas y medianas empresas (pyme). La falta de acceso al financiamiento necesario para crecer e innovar limita su capacidad para aumentar la productividad y mantener su competitividad. Abordar este desafío exigirá esfuerzos concertados entre los gobiernos, las instituciones financieras y otras partes interesadas para mejorar el acceso al financiamiento y apoyar el desarrollo de las pymes.

Finalmente, la inestabilidad política, la ideologización de las instituciones, los altos niveles de violencia, crimen organizado y corrupción representan desafíos significativos para las empresas en ALC. Estos factores generan un entorno empresarial inestable que desalienta la inversión y limita el crecimiento económico y la mejora de la productividad. Abordar estos desafíos requerirá mejoras en la gobernanza, el estado de derecho y la transparencia, así como un compromiso de la sociedad con sancionar y reducir la corrupción, mejorar la seguridad y aumentar la estabilidad política.

En general, hacer frente a los desafíos planteados por la baja productividad económica en América Latina exige un enfoque integral que involucre a los gobiernos, empresas, sociedad civil y organizaciones internacionales. Trabajando en conjunto para abordar estos problemas, es posible liberar el gran potencial económico de la región y crear un entorno más atractivo para las empresas y próspero para los ciudadanos. La colaboración entre los diferentes actores es fundamental para implementar políticas y estrategias que promuevan la formalización de la economía, impulsen la diversificación productiva, fomenten la innovación, y fortalezcan la educación y la capacitación técnica. Asimismo, es esencial mejorar la infraestructura y la logística para aumentar la competitividad empresarial en la región. Al enfrentar unidos estos desafíos, América Latina y el Caribe pueden encaminarse hacia un desarrollo sostenible y una mejora significativa en su productividad económica.

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