Cultivo de Cannabis: el error de las empresas públicas en Argentina

Agencia Nacional de Cannabis

Por José Pizarro – abogado y director de Future Farm Hemp Argentina

POR QUE NO HAY QUE CULTIVAR CANNABIS SI SE QUIERE TENER ÉXITO EN EL SECTOR: EL ERROR DE LAS EMPRESAS PÚBLICAS EN ARGENTINA

Hace unos tres años en Estados Unidos ya se podía escuchar un consejo sottovoce, “NO SIEMBRES CANNABIS SI NO TIENES EL CONTRATO DE VENTA”. En latinoamérica parecería que no lo escucharon, o no quisieron, y especialmente en Argentina donde ya hay más de una veintena de iniciativas públicas. El caso Colombiano por sus protagonistas.


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En Argentina ya hay más de 50 proyectos de investigación y desarrollo, la mitad del sector público, principalmente provinciales y municipales, y la otra mitad público-privados.  Recientemente el portal BBC News Mundo, bajo la pluma de Luis Fajardo, describe en un artículo titulado “Por qué no ha resultado tan rentable cultivar marihuana en América Latina (y quienes dominan el negocio), con números lo que vengo sosteniendo hace rato,

¿Cuál sería el problema si uno quiere adentrarse en la industria arriesgando su propio capital? Ninguno, pero si el capital que se compromete irresponsablemente proviene de los contribuyentes la cosa cambia sustancialmente, no sólo esas empresas públicas tendrán los mismos problemas para insertar sus productos en el mercado internacional que tienen las empresas privadas, si no que la proliferación pública desincentiva la inversión privada y por ende, la innovación.

No voy a profundizar demasiado en el contenido de la citada publicación, pues recomiendo fuertemente su lectura, pero si vale la pena destacar varios datos como antecedentes del desarrollo en Colombia. Allí afirma Miguel Samper, jefe de ASOCOLCANNA, la asociación de los cultivadores legales de marihuana en el país cafetero, que «La industria del cannabis en Colombia está en cuidados intensivos». Allá por el 2016, ejerciendo en ese entonces como viceministro de justicia, Miguel Samper vio como Colombia se convirtió en el quinto país en el mundo en legalizar y regular la marihuana con fines medicinales. Sin embargo, después de haber estado en la vanguardia, «Colombia se ha quedado relegado al vagón trasero» del desarrollo de la industria, asegura el ahora dirigente gremial.

Colombia tiene 57.000 hectáreas autorizadas por el gobierno para el cultivo legal del cannabis, más que cualquier otro país en América Latina. Pero, dice Samper, de esas apenas unas 520 hectáreas, o cerca del 1%, están efectivamente bajo cultivo.

De ese cannabis colombiano, de acuerdo con Procolombia, la agencia gubernamental para la promoción turística y la inversión extranjera, se exportaron usd 8.4 millones en 2022, de los cuales el 58% fueron ventas a países latinoamericanos, siendo Argentina el principal comprador con el 40% del total, seguido por Brasil, con un 14%; Australia, con 12%; Suiza, con 7%; Israel, con 6,5%, y Estados Unidos y Alemania con un 6% y 5,5%, respectivamente.

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La gran dificultad se encuentra en las exportaciones a los principales mercados del mundo por diferentes causas, mayormente regulatorias y por cuestiones de calidad de los productos finales, y eso se da porque prácticamente  esos mercados se autoabastecen y regulan en consecuencia, de hecho en lo relativo al cáñamo industrial, Estados Unidos viene reduciendo drásticamente hace 3 años la superficie cultivada.

Por último, vale destacar que Erwin Henriquez, consultor senior de la consultora Euromonitor, en conversación con el medio británico afirma que “En América Latina el consumo per cápita de cannabis llega apenas a 1 dólar al año, comparado con 88 dólares para Estados Unidos” lo cual introduce a la segunda parte de mi nota. Entonces, hay un muy pequeño mercado interno y dificultades de ingreso a los mercados externos.

Es por eso, que se recomienda obtener el mercado -el comprador- antes de ponerse a cultivar, porque sino se corre el riesgo de provocar una sobreoferta interna y estaremos fomentando a la continua baja de precios mayoristas que viene sucediendo año tras año, desestimulando así la inversión privada que no encuentra grandes estímulos, hoy por hoy, en el negocio. Esta situación se suma a la falta de financiamiento tradicional, por ejemplo en Estados Unidos, para sustentar proyectos a largo plazo.

Personalmente, me defino como un emprendedor del sector, pero creo que no todo se tiene que hacer de prepo aunque se cuenten con los fondos o las autorizaciones para invertir. Basta con observar las experiencias extranjeras para tener especial cuidado a la hora de adentrarse en la industria del cannabis, sea ésta para su uso recreacional, medicinal o industrial.

En Argentina, hay muchísima actividad entre quienes vienen, noblemente, abogando por la legalización de la planta. Son imprescindibles, en ese sentido, las iniciativas como mamá cultiva y todas aquellas asociaciones civiles sin fines de lucro para satisfacer las necesidades de quienes han encontrado los beneficios en los productos derivados del cannabis en pos de su salud y una mejor calidad de vida.

Es fundamental para la realidad de nuestro país dotar de herramientas a las cooperativas y a los pequeños productores del interior para promover el desarrollo de las economías regionales. Pues son éste tipo de iniciativas las que realizan el arduo trabajo de campo para concientizar y educar a la población en la materia, y poco a poco, con sus propias herramientas, van generando el awareness necesario para desarrollar el mercado interno tan necesario para el desarrollo de la industria.

Nos compete a quienes somos emprendedores potenciar ese trabajo con innovación y desarrollo dirigido a nuestro mercado interno primero, ofrecerles los mejores productos que podamos desarrollar con el aval de las correspondientes autoridades y de las agencias de contralor y recién ahí, lograremos que el mundo le abra las puertas a nuestros productos.

Quienes creemos fielmente en las potencialidades y los beneficios de la planta y su interacción en el Sistema Endocannabinoide (SEC) tenemos entonces un doble trabajo en ese sentido, innovar y desarrollar por un lado, y educar y comunicar por otro.

Personalmente creo que el Estado a través de sus múltiples agencias y con disponibilidad del erario público debería estar más enfocado en educar a la población y no en el cultivo propiamente dicho. Deben, los responsables de las políticas públicas, promover la inversión privada y el desarrollo y no fomentar la inversión con promesas que difícilmente podrán cumplir en el corto o mediano plazo.

Cultiven el mercado, no la planta.

Sin ahondar mucho, todos conocemos sobre la falta de transparencia y eficiencia comercial en el manejo de los fondos por parte de las empresas públicas, remito a esos efectos a la publicación que hiciera chequeado.com allá por el 2015.

Los medios de comunicación también tienen la posibilidad de contribuir para un efectivo desarrollo de la industria en su rol de potenciadores de los mensajes. Claramente, observando la dirección que están tomando las dos principales potencias económicas de occidente, Estados Unidos y Alemania, desarrollar la industria del cannabis es el camino, pero hay que ser inteligentes y no meros prometedores de ilusiones. Podemos hacer las cosas bien, no seamos obtusos.

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