Neuromarketing: ¿Qué es el amor? ¿Cómo se siente? Esto dice la ciencia

El enamoramiento es una psicosis neurótica, un proceso donde la persona siente el deseo y atracción por un estímulo (el ser amado).

Ríos de tinta y miles de hojas de papel se han destinado para hablar de él, canciones nos dan una idea de cómo se siente, películas nos recrean cuán doloroso puede llegar a ser. Pero, ¿qué es el amor?


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“El amor es un sentimiento inédito al que no se le puede describir o poner en palabras. La única manera de saber qué es, es desde el amante mismo”, considera Ricardo Trujillo Correa, de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En todas las culturas se siente y se expresa distinto el amor, añade.

Lo que existe y es universal es la atracción física, pero no necesariamente el amor como construcción social.

Si pensamos que el amor es aquel que llega al matrimonio podemos incurrir en un error dado que por siglos esta unión fue más bien un arreglo o contrato en un sentido político y social.

Trujillo Correa menciona que podríamos pensarlo como una relación amistosa muy exitosa, pero que no necesariamente es amor.

Tampoco considera que el amor sea únicamente esa primera etapa en la que se sienten mariposas en el estómago y todo se ve idealizado por la efervescencia de las hormonas; más bien, es partidario de que se ama más a una persona entre más se profundiza en ella.

“El amor implica una recreación de un sentimiento constante, conlleva una profundidad afectiva y eso en esta sociedad no es tan factible”, dice el maestro en teoría psicoanalítica y doctor en teoría crítica.

¿Qué dice la cultura contemporánea acerca del amor?

Trujillo Correa se refiere al libro El yo saturado de Kenneth J. Gergen que explica a un mundo saturado de objetos en el que no se puede generar profundidad frente a ellos.

Por ejemplo, si un niño tuvo 1,000 juguetes no pudo profundizar en ninguno pero si tuvo un solo juguete, cuando lo ve después de un tiempo percibe toda la profundidad de sentimientos que le llegó a poner porque era lo único, “y es un poco lo que pasa en esta sociedad con el amor”.

Hay un culto a la personalidad y al individualismo, y las redes sociales son la muestra de ello.

El especialista recurre a Zygmunt Bauman, quien en el libro Modernidad líquida describe una sociedad que se la pasa fluyendo y no puede ni quiere darse el tiempo para detenerse y profundizar en una persona y no solo en lo físico sino en lo cognitivo.

El amor demanda tiempo, contemplación y espera. Y no queremos darnos ese lujo, razón por la cual buscamos parejas que nos impacten o exciten todo el tiempo. Y esta es la gran tragedia de la sociedad posmoderna, nos la pasamos buscando a personas que de repente solo satisfacen nuestro deseo. El amor se encuentra en el lado opuesto: implica detenerse y mirar al otro”.

Otra paradoja del amor moderno es que la cultura pop occidental le rinde culto al amor mortal.

Tenemos la idea de que el amor es totalidad, éxtasis, belleza y felicidad, pero las historias más exitosas muestran fatalidad como Romeo y Julieta de William Shakespeare, que termina en tragedia o la película Titanic, una de las más taquilleras en la historia del cine, que termina con la muerte del coprotagonista.

El amor se experimenta de manera integral

En el amor no es todo sustancias bioquímicas, ni todo mente, ni todo cuerpo.

Ignacio Camacho Arroyo, investigador del Instituto Nacional de Perinatología y profesor titular de la Facultad de Química de la UNAM,  explica que como objeto de estudio es muy reciente y falta todo un mundo por conocer pues, por ejemplo, a las hormonas sexuales, progesterona y testosterona, cruciales para el enamoramiento y el aspecto reproductivo, también se las ha encontrado en tumores cerebrales, ¿cuál es su papel y cómo llegan ahí? Aún es una incógnita.

Nuestro cuerpo está interconectado así que cuando se experimenta el enamoramiento participan sustancias: los neurotransmisores serotonina y dopamina; péptidos opioides como la vasopresina, oxitocina y hormonas como la adrenalina.

“En la primera etapa del enamoramiento, sobre todo, es cuando se experimentan las mariposas en el estómago y el corazón palpita más fuerte. Son cambios donde participa el sistema simpático y parasimpático. Su activación está mediada por adrenalina y noradrenalina”, indica Camacho Arroyo.

El pulso se acelera porque la persona se encuentra en un estado de estrés moderado o incertidumbre mediados por estas catecolaminas, abunda.

Si la situación pasa a un estado de estrés crónico no es sano y hay que huir de ahí.

“Las relaciones de pareja no son para sufrir, son para gozar, para apoyarte, para que estés saludable”.

Hoy son comunes las relaciones amorosas a distancia y es válido pues la condición principal es que sean placenteras y aunque no haya contacto físico, la comunicación hace que sea gratificante mantener esa relación.

“Con la única persona con la que no puedes estar es con alguien cuyo olor te desagrade y eso no lo sabrás hasta que convivan en persona. Y no es porque sea molesto su olor sino que es una percepción muy subjetiva que depende de cada individuo”.

¿El enamoramiento tiene fecha de caducidad?

¿Cuánto dura el enamoramiento? En una relación amorosa hay una primera etapa de enamoramiento que implica al amor pasional y dura de seis a ocho meses, si sobrevive a esta etapa, se da paso posteriormente al amor de pareja, de acuerdo con Raúl Martínez Mir, adscrito a la Universidad de Sonora (Unison).

En esta primera etapa el cerebro segrega serotonina, hormona de la felicidad, y conforme pasa el tiempo se reduce y se produce en sustitución oxitocina, una hormona que tiene que ver con una relación más estable.

El doctor del Departamento de Psicología y Ciencias de la Comunicación indica que esta primera etapa se caracteriza por una ‘ceguera emocional’ en la que se omiten defectos y fallas de la otra persona por lo que se recomienda no tomar decisiones relevantes en ese periodo.

Agrega que el enamoramiento es una psicosis neurótica, un proceso donde la persona siente el deseo y atracción por un estímulo que es el ser amado, pero también puede presentarse un proceso de ansiedad ante la pérdida potencial de la pareja.

Cuanto más tiempo comparten esta ansiedad tiende a desaparecer.

El investigador Ignacio Camacho Arroyo agrega que la siguiente etapa amorosa involucra la actividad sexual y la tercera estaría definida por un amor de compañía, que ya lleva muchos años junta y el punto que marca la continuidad son los proyectos en común.

En cada etapa hay cambios en la actividad cerebral, en neurotransmisores, en niveles de hormonas.

La ciencia del desamor

Este malestar mental, anímico y corporal es descrito por los científicos como si se tratara de una abstinencia muy similar a la que experimentan las personas adictas a alguna droga. ¿Por qué el amor duele?

Y es que las áreas del cerebro que se activan ante el placer y regocijo del amor son las mismas que activan estimulantes como la cocaína.

En 2005, Lucy Brown y colegas del Albert Einstein College of Medicine, en Nueva York, hallaron que el área ventral tegmental (AVT) y el núcleo caudado son áreas cerebrales en donde se experimenta la motivación.

En el AVT se libera dopamina, un neurotransmisor relacionado con el deseo y excitación, se produce en las primeras etapas de enamoramiento y es tan estimulante como una droga, pero cuando deja de liberarse porque hay un rompimiento amoroso puede presentarse ansiedad, depresión y hasta obsesión.

En 2010, Brown y colegas descubrieron que cuando se experimenta el desamor se activan las áreas antes mencionadas junto con la corteza prefrontal y orbitofrontal, involucradas en la regulación de emociones, adicción y ansiedad. También se activa la ínsula y corteza cingulada anterior relacionadas con el dolor físico lo cual podría explicar el dolor de un corazón partido.

El tiempo cura el mal de amores, afirma Camacho Arroyo.

“Tiene que pasar un periodo de luto y para eso es importante reconocer qué hiciste bien y qué mal. Ese periodo de reflexión es necesario, y después de superado uno se puede enrolar en una nueva relación. En caso extremos, cuando hay depresión y ansiedad quizá sea necesario ir con el psiquiatra”.

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