Neuromarketing: Lo que escondemos detrás de la mascarilla

Mujer con mascarilla reebok

Hay siete emociones universales que se muestran de la misma manera en cualquier parte del mundo. Sin embargo, el 40 por ciento de nuestras expresiones faciales queda oculto por la mascarilla. ¿Cómo afecta eso a nuestra comunicación? Los expertos se han puesto a estudiarlo. Por Fátima Uribarri/ Fotografías: Hans Scherhaufer

Vas a una fiesta. No conoces a nadie. Quieres caer bien, así que cuando entras en la sala activas a tope tu sonrisa social. Es un gesto provocado, no es como la cara de sorpresa, que se te dispara sin querer: la sonrisa social te la trabajas para transmitir simpatía, es una señal de acercamiento. Ah, pero ahora con la mascarilla ese gesto forzado no se aprecia, porque esa sonrisa no la captan los demás, solo ven tus ojos y tus cejas, y en ellos no hay signos perceptibles de tu sonrisa premeditada y simpática.

La ocultación de la sonrisa social es una de las consecuencias expresivas del uso de la mascarilla. Lo ha estudiado a fondo Dirk Eilert, experto en comunicación no verbal y fundador de la Eilert Akademie de Berlín, un centro para entrenar la gestión y expresión de las emociones.


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Lo que escondemos detrás de la mascarilla

ASCO

Es difícil de exteriorizar con mascarilla porque se expresa a través de una mueca de la boca. Es una emoción básica que se muestra de manera instantánea. No es un gesto forzado.

MIEDO

Es un gesto universal e instintivo. El nervio facial envía a los 24 pares de músculos de la cara la orden que le transmite el cerebro para mostrar alarma y alertar a los demás de un peligro. Es un gesto de defensa que ha favorecido la supervivencia.

SORPRESA

Igual que el miedo, no es una expresión forzada. Aquí, las cejas y los ojos cobran especial protagonismo, se abren mucho, activados por los músculos orbiculares. La mascarilla no esconde la sorpresa.

SONRISA SOCIAL

Es un gesto forzado que se activa a propósito para emitir una señal de simpatía y acercamiento. No afecta a ojos y cejas. Es una de las expresiones que se pierden con el uso de mascarillas.

ALEGRÍA

Los ojos también ríen, algo que no pasa con la sonrisa social. La mirada es alegre cuando la sonrisa es franca y de oreja a oreja. También se contrae el músculo cigomático, que va del pómulo al labio superior. La alegría no se oculta tras las mascarillas.

IRA

El sistema límbico del cerebro desempeña un papel fundamental en nuestras respuestas fisiológicas ante estímulos que provocan emociones como la ira. Y no la disimula la mascarilla.

TRISTEZA

No la podemos enmascarar tapándonos la boca porque la transmiten también las cejas, los párpados y los ojos. Se muestra con los mismos gestos faciales en todo el mundo.

Nos asustamos y alegramos igual en todo el mundo. El miedo y la alegría son dos de las siete emociones universales que se muestran de la misma manera en cualquier parte del mundo; las otras cinco son tristeza, ira, sorpresa, asco y desprecio. Esto lo descubrió el veterano estudioso del lenguaje no verbal Paul Ekman, que concluyó que el resto de los gestos faciales son aprendidos, como la sonrisa social. La boca es muy expresiva, su ocultación tras la mascarilla ha proporcionado un mayor protagonismo a ojos y cejas. Las cejas suben cuando nos asustamos. Es instintivo, se lo ordena el sistema límbico de nuestro cerebro. Y bajan cuando estamos tristes, aquí y en Australia o en la India. Igual.

«Solemos mirar a la boca para reconocer emociones, ahora hay que fijarse en ojos y cejas. En Asia se miran más a los ojos porque llevan años usando mascarillas», cuenta Dirk Eilert. Ahora hay situaciones, como el descontento, que quedan ocultas y eso puede afectar a los negocios. Cuenta Dirk Eilert que han aumentado las quejas de clientes en los hoteles de Berlín debido a que -por culpa de las mascarillas- los empleados no se percatan de su descontento, que se expresa con muecas en la boca, los ojos no lo delatan.

El 60 por ciento de la comunicación no verbal lo transmite el rostro y ahora, al llevarlo medio tapado, «el 40 por ciento de nuestra comunicación facial no lo reconocemos o lo malinterpretamos», detalla Eilert. Como solución, él apuesta por que verbalicemos más nuestras emociones.

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