Neuromarketing: Las puertas de la consciencia

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“En el principio no fue la palabra; esto es evidente, Ni el universo de lo vivo ha sido nunca simple. La vida inició su periplo sin palabras ni pensamientos, sin sentimientos ni razones, desprovista de mente y de consciencia”. Con esta contundencia inicia el neurocientífico Antonio Damasio (Lisboa, 1944) Sentir y saber (Destino), el nuevo libro del autor de títulos como El error de DescartesEn busca de Spinoza y El extraño orden de las cosas“Sentir es la variedad más elemental de cognición”, sentencia en las primeras líneas de su libro.

El Premio Príncipe de Asturias de 2005 nos habla desde el Instituto del Cerebro y la Creatividad en la Universidad del Sur de California, entidad que dirige. Con su habitual cortesía desbroza algunas conclusiones trascendentales de su trabajo pero su afabilidad casi las hace pasar inadvertidas. Para Damasio, la consciencia no está solo en el cerebro, como se suele entender, es algo que percibe el cuerpo en su totalidad, a través del sistema nervioso, que es el que nos aporta la capacidad de sentir y de tener conocimiento de nosotros mismos. “En consecuencia, cuerpo y sistema nervioso interaccionan directa y abundatemente. Los sentimientos son la inauguración y el pilar de la consciencia”, añade desde su despacho en Los Ángeles. “Los sentimientos no son percepciones exclusivas del cuerpo, sino más bien ‘híbridas’, pues se sienten cómodos tanto en el cuerpo como en el cerebro. Somos animales de sentimientos que pensamos y animales pensantes que sentimos”.


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Una de las preguntas que vierte en el libro es  ¿por qué la consciencia? ¿Por qué ahora? Damasio responde que pretende resolver un conflicto sobre un aspecto de nuestro ser “que mucha gente piensa que no se puede explicar”. Y es inevitable reflexionar sobre si un robot, dotado de Inteligencia Artificial, podría tener consciencia de sí mismo. “Estar vivo no es ninguna broma”, contesta casi desafiante. “Al no tener vida, nunca será como los humanos, no tendrá esa vulnerabilidad que da la existencia”. En este sentido, reclama el profesor, “es necesario que respetemos los diseños de la propia naturaleza y su admirable y aún incomprendida inteligencia”. El neurocientífico considera que si se dan las condiciones apropiadas una nueva generación de “máquinas con sentimientos”, híbridos entre seres naturales y artificiales, podrían probablemente convertirse en colaboradores eficaces de los verdaderos humanos con sentimientos. “Esta nueva generación de máquinas podría constituir un laboratorio único para la investigación del comportamiento y de la mente del ser humano”.

“Detrás de la armonía o del horror que reconocemos en las grandes obras de arte creadas por la inteligencia y la sensibilidad humanas se hallan los sentimientos relacionados con el bienestar, el placer, el sufrimiento y el dolor -concluye en Sentir y saber-. Detrás de estos sentimientos hay estados vitales que siguen o infringen los requerimientos de la homeostasis (fenómenos de autorregulación del organismo). Y bajo la superficie de cada uno de estos estados vitales hay procesos químicos y físicos combinados responsables de la viabilidad de la vida y de sintonizar la música de las estrellas y planetas”.

Para Damasio, aceptar prioridades y reconocer la interdependencia puede ser útil mientras lidiamos con los estragos que los humanos han infligido a la Tierra y a su vida: “Estragos que probablemente son responsables de algunas de las catástrofes a las que nos enfrentamos hoy en día, de las que son dos ejemplos los cambios climáticos y las pandemias. Nos proporcionaría un incentivo adicional escuchar las voces de los que dedican su vida a pensar en los problemas a gran escala. Después de todo, hay una cierta esperanza y quizá también debiera de haber algo de optimismo”. Palabra de Antonio Damasio.

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