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Neuromarketing: ¿cómo funcionan los falsos recuerdos?

 

¿Es posible que la memoria nos traicione? Me impresiona muchas veces en las reuniones familiares cómo cada hermano (somos 4) nos acordamos de cosas diferentes cuando todos vivimos lo mismo. Gracias. Víctor Botto, CABA

Un falso recuerdo es referir eventos que no ocurrieron, es decir, recuerdos divorciados de experiencias directas e incluyen interpretaciones, fantasías o inferencias que incluso pueden contradecir la misma experiencia.


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En algunas ocasiones son pequeñas desviaciones de forma (afirmar que un ladrón usaba una gorra en el momento del robo cuando en realidad usaba sombrero), pero en otras son verdaderas modificaciones de significado de los hechos vividos (por ejemplo, denunciar un abuso sexual que nunca ocurrió).

Las investigaciones sobre la memoria indican que ésta no existe en un estado puro ni está archivada en algún lugar del cerebro para ser recuperada en algún momento de manera fiel. Pero el cerebro no funciona como una cámara de video, que con precisión graba un hecho y luego lo reproduce de la misma forma en que ocurrió.

Los falsos recuerdos a veces son creados por la influencia de una información externa (comentario erróneo de un tercero) o en otras ocasiones son consecuencia de procesos internos, propios del funcionamiento de la memoria misma.

Según Clarín, en ambos casos, se devela la facilidad con que toda persona puede ser influenciada por otros para alterar la estructura y contenidos de los recuerdos y, en consecuencia, de su comportamiento.

Cada vez que se recuerda algo existe un proceso de reconstrucción.

Así, un hecho ocurrido en el pasado (la verdad histórica) es diferente de lo que se recuerda en el presente (la verdad narrada). Suele suceder con las personas que mueren, donde a pesar de sus virtudes, flaquezas o sus errores, con el paso del tiempo, se pueden convertir en modelos absolutos de admiración y amor o, por el contrario, de repudio absoluto.

El neuropsicólogo estadounidense Daniel Schacter descubrió que tanto los recuerdos falsos como los verdaderos tienen un origen común en el mismo centro de la memoria.

En otras palabras, las memorias resultantes son más fruto de las emociones que de la precisión.

El concepto freudiano de represión demostró precisamente eso: que los hechos, sensaciones o ideas que resultan perjudiciales o desagradables, son automáticamente excluidos de la conciencia o distorsionados para que puedan ser aceptados por la conciencia.

Debido a causas de maduración fisiológica no es posible recordar los hechos sucedidos antes del tercer año de vida y la memoria de los eventos ocurridos entre los 3 y 5 años pueden tener severas distorsiones posteriores ya que el niño, en esas edades, no cuenta aún con la habilidad de producir precisas memorias biográficas.

Schacter descubrió que tanto los recuerdos falsos como los recuerdos verdaderos tienen un origen común en el mismo centro de la memoria, un área del cerebro conocida como hipocampo izquierdo. Y también constató que los lóbulos frontales son los encargados de verificar si algo que se recuerda es verídico o es falso.

Los ancianos, por fallas en estos últimos (y no por fallas del hipocampo), tienden a producir más memorias falsas que otros sujetos de igual edad pero sin problemas de memoria.

 

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