Esto ocurre en nuestro cerebro ante el rechazo

chip cerebral tecnología inteligencia artificial

Según publica el portal Lamenteesmaravillosa.com El rechazo puede ser muy doloroso. Ya sea porque proviene de las personas que amamos o de aquellos a quienes acabamos de conocer, lo cierto es que puede generarnos un gran malestar. Si alguna vez te has preguntado por qué no puedes evitar esas desagradables emociones, te interesará saber qué ocurre en el cerebro cuando nos rechazan.

Y es que no todo está en nuestra mano. Por supuesto, la forma en que interpretemos la situación y cómo decidamos responder determinará si el impacto es mayor o menor. Aún así, parece que el cerebro percibe el rechazo social (y reacciona ante él) del mismo modo que lo hace con el dolor físico. Veamos qué implicaciones tiene esto.


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La importancia del rechazo social

En múltiples situaciones de la vida nos resultaría realmente cómodo ser inmunes al rechazo. Imagina no ser escogido en una entrevista laboral, quedar aislado de tu grupo de amigos o no ser correspondido románticamente y que nada de esto te hiciese sentir mal. Suena bien, ¿verdad?

Sin embargo, lo cierto es que el ser humano está diseñado para buscar la aceptación grupal. Esto responde a una adaptación evolutiva, derivada de nuestro pasado como cazadores y recolectores, en el que literalmente necesitábamos de los otros para sobrevivir. Dado que el ostracismo era sinónimo de muerte, el organismo desarrolló una alerta para avisarnos del riesgo de marginación, y es lo que aún hoy experimentamos al ser rechazados.

Lo que ocurre en el cerebro cuando nos rechazan

Este interesante mecanismo cerebral ha logrado estudiarse a lo largo de diferentes investigaciones, y a continuación te resumimos los hallazgos más importantes al respecto:

El rechazo social duele

Cuando nos rechazan, nos sentimos sumamente mal a nivel psicológico y emocional. Ese dolor puede ser tan intenso que casi parece físico, palpable. ¿Te ha ocurrido? Si es así, has de saber que no son imaginaciones tuyas. Y es que una investigación llevada a cabo por la Universidad de Michigan y dirigida por Ethan Kross encontró que el rechazo social activa las mismas áreas cerebrales que el dolor físico.

Era conocido que detrás de la misma red de regiones cerebrales que apoyan el componente afectivo del dolor subyace también a la experiencia de rechazo. Sin embargo, estos nuevos hallazgos van más allá al demostrar que incluso las áreas relacionadas al componente sensorial del dolor se activan si el rechazo es intenso. En otras palabras, ser rechazado realmente duele.

Se activa el sistema de opioides

Otra evidencia a favor de la idea anterior la encontramos al observar cómo el organismo responde al rechazo. Cuando sufrimos una lesión física, o cuando experimentamos dolor orgánico, el cerebro activa el sistema de analgésicos naturales liberando opioides endógenos. Esto con el objetivo de ayudarnos a paliar el sufrimiento.

Pues bien, un estudio reciente descubrió que estos químicos se liberan también durante situaciones de angustia social y aislamiento. Algo que no solo ocurre en humanos, sino también en animales. Así, al liberarse dichas sustancias en el espacio interneuronal, se atenúan las señales de dolor.

Sin embargo, esto no es todo. Y es que el mismo estudio encontró que las personas que obtuvieron mayores puntuaciones en el rasgo de resiliencia (basado en un cuestionario de personalidad) tuvieron una mayor liberación de opioides durante el rechazo social. Algo que podría explicar por qué para estas personas es más sencillo transitar la adversidad y reponerse de ella.

Estos hallazgos resultan también interesantes en cuanto a la comprensión de trastornos como la depresión o la fobia social. Y es que es posible que en estas personas ese sistema de analgesia natural no funcione de forma tan efectiva; por lo mismo, el estrés social y las interacciones negativas les impactan en mayor grado.

Se asemeja a una adicción

Por último, se ha visto que el rechazo o la pérdida de un ser amado puede generar reacciones similares a las de una adicción. Y esto sucede porque, tal y como se comprobó en este estudioel amor y la pasión activan el circuito de recompensa cerebral. Esto es, aquellas áreas relacionadas con la motivación, la ganancia/pérdida, el ansia y la regulación de emociones.

Estas mismas regiones están involucradas en el desarrollo de las adicciones (por ejemplo, a la cocaína y otras sustancias). Por esto, resulta comprensible que la persona rechazada exhiba fuertes sentimientos de malestar, craving o búsqueda constante del ser amado y diferentes comportamientos obsesivos.

El rechazo no es una sentencia

Como ves, el rechazo (y el sufrimiento que trae aparejado) tiene interesantes correlatos neurológicos. Lo que ocurre en el cerebro cuando nos rechazan es real, y nos ayuda a comprender por qué nos sentimos del modo en que lo hacemos. Sin embargo, esto no significa que no podamos hacer nada al respecto.

De hecho, trabajar con nuestras creencias y la forma en que interpretamos los sucesos, desarrollar nuestra resiliencia y adquirir estrategias de afrontamiento efectivas puede sernos de gran ayuda. El rechazo duele, pero de nosotros depende aliviar ese malestar y saber gestionarlo.

De hecho, trabajar con nuestras creencias y la forma en que interpretamos los sucesos, desarrollar nuestra resiliencia y adquirir estrategias de afrontamiento efectivas puede sernos de gran ayuda. El rechazo duele, pero de nosotros depende aliviar ese malestar y saber gestionarlo.

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