El idioma de tu mente

Mujer observando pantalla digital neuromarketing

Según publica el portal Lamenteesmaravillosa.com  Cuando Stanley Kubrick estrenó su clásica película El resplandor recibió numerosas críticas. La mayoría de ellas venían de los admiradores de la obra de Stephen King. Le echaban en cara que aquello que había llevado al cine no se parecía en nada a la novela. Sin embargo, el polémico director, entendía muy bien el género de terror y lo que logró con esta producción fue algo innovador.

Kubrick hizo una profunda investigación sobre los códigos inconscientes del ser humano para saber cómo estremecer al espectador. Para ello, se basó en los códigos de lo profundo de Umberto Eco y en los siniestros de Sigmund Freud. El objetivo no era otro que inquietar al público desde los sótanos más profundos de la mente humana. Y lo consiguió.


Banner_frasco-suscripcion-800x250

El sistema de codificación inconsciente hace referencia al modo en que procesamos y etiquetamos la realidad. Así, y aunque cada uno filtramos y conceptualizamos lo que nos rodea de un modo particular, hay elementos comunes que todos compartimos. El inconsciente colectivo, del que nos habló Carl Jung, nos sirve también para entender muchos de nuestros temores como especie.

El sistema de codificación inconsciente hace referencia al modo en que procesamos y etiquetamos la realidad. Así, y aunque cada uno filtramos y conceptualizamos lo que nos rodea de un modo particular, hay elementos comunes que todos compartimos. El inconsciente colectivo, del que nos habló Carl Jung, nos sirve también para entender muchos de nuestros temores como especie.

¿Qué es el sistema de codificación inconsciente?

Todo lo que experimentamos y la forma en que lo interpretamos crea una etiqueta mental de manera casi automática. A esa etiqueta mental se le añade, además, una combinación de sensaciones. De ese modo, vamos dando forma poco a poco a nuestro sistema de codificación inconsciente. Para entenderlo mejor, daremos un ejemplo.

Cuando éramos niños nuestra abuela nos hacía tarta de manzana. Y nos encantaba. Ahora, cada vez que vamos al supermercado y vemos una manzana, evocamos no solo el olor de aquel postre embriagador. También recordamos el afecto de ese querido familiar. Buena parte de lo que nos sucede se registra en la mente con el fin de dar soporte a la experiencia.

Nos gustará saber que una de las primeras personas que analizó y estudio este fascinante proceso fue William James. Sus trabajos e investigaciones sobre la sensación y la percepción nos permitieron comprender cómo el cerebro edifica y modela el mundo para nosotros. Todo lo que pasa por nuestros sentidos es posteriormente analizado, registrado y almacenado.

Somos creadores de códigos y estos códigos son los que nos permiten entender lo que nos rodea y reaccionar ante lo que vemos…

¿Cuál es tu código cerebral?

Si hay algo que podemos aventurar es que la programación domina a las masas en la actualidad. Nuestros móviles, las redes sociales y cada una de nuestras aplicaciones están creadas a base de códigos de programación. Asimismo, no hay nada tan poderoso como un algoritmo, ese sistema capaz de regir qué información nos llega y cuál se nos elude.

Bien, por curioso que nos parezca, el sistema de codificación inconsciente es también una forma de programación. En este caso, los parámetros y los mecanismos que los orquestan son biológicos, pero son igual de determinantes. Porque dichos códigos median en cómo pensamos e incluso en la manera en que nos sentimos y manejamos las dificultades.

Todos tenemos códigos “incorrectos” que orquestan nuestra infelicidad e incluso, en casos más extremos, en más de un trastorno psicológico. Pongamos algunos ejemplos.

  • Los pensamientos negativos“voy a fracasar, nadie me quiere, no valgo para nada, mi físico no encaja en los cánones de belleza actuales, etc.”. Todas estas interpretaciones son programaciones dañinas que hemos interiorizado.
  • Las expectativas que otros nos han transmitido. Hay percepciones o narrativas mentales limitantes que nuestros progenitores pueden habernos transmitido en forma de códigos heredados. Ejemplo de ello es creer que, por ser mujer, no deberíamos aspirar a determinadas profesiones.
  • Códigos emocionales distorsionados. En este caso, es interesante saber que buena parte de la población arrastra consigo dinámicas disfuncionales sobre cómo manejar las emociones. Dejarse llevar por la ira es un ejemplo de un código erróneo.

¿Podemos reprogramar nuestros códigos mentales para vivir mejor?

Saber que en nuestro cerebro hay un sistema de codificación inconsciente nos sirve para varias cosas. La primera es para entender que la mente es quien modela el mundo para nosotros. La segunda para que todos podemos llevar a cabo ciertas “reprogramaciones” para vivir mejor.

Sin embargo, eso sí, c ambiar los códigos erróneos de nuestro cerebro no es una tarea sencilla. De hecho, en buena parte de los casos esta función es la que llevan a cabo los psicólogos. Al fin y al cabo, detectar qué pensamientos, creencias, actitudes y conductas resultan contraproducentes para el bienestar humano, es una tarea que requiere de una formación especializada y profunda.

Sin embargo, podemos intentarlo siguiendo unos pasos muy concretos.

Encuentra el código que te genera malestar

La mente humana incluye en su programación interna códigos erróneos que tienen la forma de sesgos cognitivos y pensamientos del todo irracionales. Detenernos para tomar conciencia de cómo pensamos y cómo nos hace sentir cada razonamiento y juicio es el primer paso.

Pon a prueba el código erróneo

El siguiente paso es decisivo y el más complejo por el esfuerzo mental que requiere. En este caso, una vez detectados esos pensamientos y juicios negativos, nos haremos una serie de preguntas:

  • ¿Este pensamiento es verdad? ¿Qué evidencia apoya esta creencia o juicio? 
  • ¿Esto que pienso o creo me es útil en algún aspecto? ¿Es lógico?
  • ¿Si no me es útil y me hace sentir peor, por qué lo refuerzo?

Reprograma el código erróneo

Nuestro sistema de codificación inconsciente requiere que los códigos a los que demos forma sean saludables. Solo así garantizaremos nuestro bienestar y habilidad para afrontar problemas. Por tanto, el último paso de este intento por eliminar los “algoritmos” dañinos de nuestra mente es la reprogramación en positivo.

  • ¿Qué debería decirme a mí mismo para fortalecer la autoestima?
  • ¿Cómo le doy la vuelta a esa creencia limitante que me hace infeliz?
  • ¿Cómo reformulo esa narrativa que me transmitió mi madre y que me impide ser yo mismo?

Para concluir, como bien podemos ver, esta artesanía de la reprogramación de códigos de pensamiento no es una labor sencilla. A pesar de ello, tal esfuerzo, tal dedicación siempre valdrá la pena. No dudemos en solicitar ayuda experta en caso de que sigamos reforzando códigos inconscientes que actúan como auténticos troyanos.

Banner_azules
Reciba las últimas noticias de la industria en su casilla:

Suscribirse ✉