La realidad virtual, para muchas personas, es una las grandes innovaciones tecnológicas de
los últimos años. De hecho, no es tan joven como parece, pues ya hace más de una década
que está entre nosotros y que se aplica en diferentes ámbitos. La creación de un entorno de
apariencia real e inmersivo para el usuario ha sido de gran acogida en algunos sectores de la
población, pero no por parte de todos. Así pues, en este artículo detallaremos y entraremos a analizar los deberes pendientes de presente y futuro de esta tecnología.
Hay industrias en las que este avance digital ha reinventado en cierto modo parte de su
práctica. Un ejemplo de ello es el marketing digital, con campañas rompedoras y muy
llamativas visualmente. También podemos destacar el campo de la arquitectura y la
ingeniería, presentando diseños y prototipos antes de su producción final; o la educación y
divulgación, trasladando a los usuarios a mundos y escenarios creados por tecnología digital
para entender aquello que sucedía en ellos.
Si hay un sector donde la realidad virtual ha tenido gran acogida entre sus aficionados, ese es
el campo del entretenimiento y del juego. Son varios los videojuegos y consolas que permiten este tipo de conexión, pero también cabe destacar cómo plataformas especializadas proponen esta experiencia a sus usuarios como aquellas dedicadas al póker online, un juego clásico migrado a las pantallas, que permiten en un solo clic integrarse en una mesa junto a otros jugadores y desarrollar una partida de principio a fin.
Dificultades del presente
A pesar de la espectacularidad de la experiencia que propone la realidad virtual, su presencia no termina de ser muy elevada entre los internautas. Hay varios motivos que explican lo
sucedido. Uno de los más evidentes es el precio de los dispositivos que propone esta tecnología. No son precisamente muy económicos y, de normal, constan de un casco o gafas para visualizar los diferentes contenidos y de unos dispositivos manuales para interactuar con el entorno. De momento, sigue siendo un producto de cierta exclusividad en algunos países.
Otro punto importante es el trabajo de los desarrolladores. Los contenidos que se visualizan a través de estos dispositivos deben ser ideados especialmente para este tipo de tecnología.
En este caso, no vale adaptar un simple vídeo o videojuego, sino que requiere de un gran trabajo de producción detrás. Esto provoca que la creación de estos contenidos específicos
sea muy costosa y la oferta, no tan elevada como en otros sectores tecnológicos, termina pasando factura a los consumidores de experiencias inmersivas.
El tercer aspecto, crucial para entender esta falta de consolidación, es la cultura digital. Son muchas las personas de mediana edad o mayores que no entienden el funcionamiento de
esta tecnología y no terminan de imaginar cómo podría mejorar su vida diaria con ella. Las tareas de divulgación y explicación sobre la realidad virtual no han tenido el resultado esperado, pues es un avance tecnológico que podría ser de gran utilidad para personas de todas las edades, pero su mensaje todavía no ha calado.
Oportunidades del futuro
El futuro a corto plazo de este tipo de experiencias inmersivas pasa por la concienciación y la promoción. Si se quiere llegar a tener una buena nómina de usuarios, el público en general
debe entender las ventajas que puede la realidad virtual proporcionarles en su día a día y no ser solamente una herramienta para los aficionados a las últimas modas. Para ello, se necesita un mayor interés en la creación de contenidos y estar presentes en muchos ámbitos más, no solamente el mundo del entretenimiento, donde sí que ha tenido una gran acogida.
Finalmente, no podíamos terminar sin mencionar el metaverso, uno de los avances de los últimos tiempos que puede servir de impulso de la realidad virtual. Se trata de la creación de un mundo virtual donde los internautas interactúen a través de avatares y puedan realizar diferentes acciones. Para llegar a ello, la conexión se deberá establecer a través de los
dispositivos de experiencias inmersivas. Ahora cabe ver qué futuro le espera y si tendrá o no una buena acogida en el ciudadano de a pie.
