La inevitable innovación

La inevitable innovación, emprender es un proceso increíble de descubrimiento, donde miles de empresas en el mundo caminamos por rumbos similares y las invenciones están “listas” para ser descubiertas

Entro a una recámara, la luz está apagada y no sé qué me espera. Todo es oscuridad y miedo. Solo llevo una linterna conmigo, pero donde apunto con ella, mágicamente se queda iluminado. Parece un sueño, aunque más bien, al final, todo es un juego. Continúo recorriendo la mansión, donde estoy seguro de que es cuestión de tiempo para que aparezca un fantasma o un monstruo… No, no es una pesadilla, de niño jugaba un juego de Nintendo donde Luigi caminaba en una mansión embrujada con una linterna. Conforme entrabas se podía iluminar un cuarto y saber por dónde caminabas. Últimamente, emprendiendo e innovando, siento que estoy jugando ese juego.


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Vea: Galaxy Z Fold, pionero en innovación móvil

Emprender se convierte en un proceso increíble de descubrimiento, donde miles de empresas caminamos por rumbos similares y las innovaciones están “listas” para ser descubiertas. Cuando se nos ocurre algo, termina siendo algo muy similar que “justo” acaba de sacar una nueva empresa. ¿Hace sentido que todos estemos viendo cosas similares para nuestro siguiente paso? ¿Dónde queda el rol de tener visión y vivir en el futuro cuando éste parece estar predeterminado para suceder y simplemente nosotros lo tenemos que descubrir?

Es el fenómeno del descubrimiento simultáneo, o como algunos lo llaman: “descubrimiento múltiple”. Cuando la sociedad enfrenta un enigma, nuestra curiosidad colectiva se intensifica, empujando a las mentes de diferentes geografías a resolver el rompecabezas. La difusión del conocimiento, con el implacable avance de la tecnología, ha facilitado que una idea nacida en un rincón de la Tierra inspire a alguien de otra parte del planeta.

Sin embargo, más allá de estas explicaciones lógicas, yace una idea encantadora: el tejido mismo de la innovación está entrelazado con hilos de genialidad colectiva. Así que, la próxima vez que escuches un momento de “¡Eureka!”, recuerda: puede no ser una voz solitaria resonando en la soledad. En algún lugar, otra persona puede estar peleando con la misma idea, contribuyendo al eterno progreso de la humanidad.

¿Será que las ideas están allá afuera listas para ser descubiertas? Todo a su tiempo y hasta que acumulemos como sociedad cierto conocimiento y demos ciertos pasos. Los emprendedores pudiéramos tener solo descubrimientos más que innovaciones. Bajo esta premisa, innovar es ser el primero, pero no el más creativo. Es vivir en el futuro para imaginar cual es el siguiente paso lógico a ser descubierto, el paso natural. La naturaleza y la humanidad son un objeto de optimización, y las innovaciones terminan siendo el siguiente paso lógico que resuelve un problema a la vez.

Veamos algunos ejemplos de estas innovaciones simultáneas que han cambiado el rumbo de la humanidad:

– Newton y Leibniz lidiando con los matices del cálculo; el lenguaje que ahora explica sin problemas nuestro universo.

– Darwin y Wallace, separados por medio mundo, maravillados con la elegancia de la evolución, ensamblando el rompecabezas de la naturaleza.

– Y ¿quién puede olvidar el curioso caso de Bell y Gray? Ambos llegan a la innovación del teléfono el mismo día en 1876.

Esto no puede ser casualidad. Pareciera que todo lo que hacemos como humanidad nos lleva a estar justo al borde de lo conocido, y lo siguiente para ser inventado es inevitable. Ahí, en el borde de lo conocido, es donde vivimos los emprendedores. Persistentes, necios, obstinados. Por lo que pareciera mera coincidencia: las ideas que se nos ocurren se les está ocurriendo a muchos otros emprendedores en nuestro país, continente y en la otra esquina del mundo. Suena desgastante esta carrera a lo inevitable, suena desalentador pensar que úncamente somos la figura que está donde las cosas “tienen” que pasar.

Ver la evolución humana de esta manera, les resta importancia a los emprendedores y le regresa poder a la humanidad y su larga cadena de innovaciones. Emprender se convierte en una carrera de relevos más que un sprint individual.  Sería imposible crear sin los miles de pasos que nos precedieron.

Visto de esta manera, el principal objetivo de los emprendedores es jugar con el acordeón del tiempo e intentar lo que inevitablemente va a ser innovado: suceda… pero suceda en el corto plazo. Nos desesperamos y no podemos esperar sentados a que las cosas pasen, a que se innove, queremos ser protagonistas y llevar la linterna en la mano.

Los emprendedores nos equivocamos una y otra vez, pero insistentemente volvemos a empujar el límite hasta encontrar el camino natural con el que iluminamos la siguiente habitación. Ya en esta nueva habitación, empieza de nuevo la lucha y las equivocaciones. Una puerta, otra y luego otra. Hasta que se abra la puerta correcta y el siguiente cuarto esté iluminado para todos. Tal vez solo estemos jugando con un destino y una flecha que empuja al mundo, pero tal vez no y sí estemos cambiando el curso y escribiendo la historia. Según publicó: Milenio

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