La app que rescata comida y la vende a bajo precio

Automatización

Después de pasar años en una industria que botaba toneladas de comida en buen estado por factores externos, Rodrigo Haydar decidió crear GoodMeal, una aplicación que permite comprar los excedentes de restoranes y negocios a un precio conveniente, aportando a la sustentabilidad, a la economía y a solucionar un problema social.

Las cifras son claras en la actualidad: más de un tercio de toda la comida del mundo que se produce para consumo humano se desperdicia. Su impacto medioambiental es tan nocivo, que un 10% de los gases de efecto invernadero se producen por el desperdicio de alimentos.


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Chile no es la excepción. Rodrigo Haydar, ingeniero comercial y cocreador de GoodMeal, pudo ver el problema desde dentro, antes de lanzar la app que permite a la gente comprar la merma de restaurantes, cafeterías, panaderías y negocios de Santiago y la Quinta Región.

“Tengo casi ocho años de experiencia laboral en la industria de alimentos. En roles comerciales, desarrollando mercados internacionales, mis contrapartes siempre eran supermercados y restaurantes. Los últimos cuatro años trabajé en una empresa productora de alimentos. Siendo honesto, fui parte del problema. Muchas veces tuve que verme forzado a tener que destruir camiones con toneladas de comida, porque había un error en un documento”, cuenta Rodrigo Haydar.

Le tocó, en muchos casos de negocios con Asia y Latinoamérica, tomar ese tipo de decisiones difíciles, por problemas externos a la comida, como exigencias de supermercados y restaurantes, problemas de documentación, regulación y restricciones de autoridades locales y extranjeras. Acciones en pro de los resultados, pero en desmedro del alimento.

Los ejemplos de su experiencia en la industria siguen y siguen. En general, el panorama siempre era el mismo: botar más de 40 toneladas de alimento en perfecto estado por un sello roto en un camión, productos mal rotulados y otros errores productivos que no afectaban la calidad de la comida. Todas esas veces, las autoridades chilenas no permitieron comercializar el alimento, que finalmente terminaba en un vertedero.

“Me aburrí de ser parte del problema, así que un día tomé la decisión de aportar desde mi experiencia”, explica el empresario.

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