Innovación: La innovación da paso a un mejor futuro

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Estamos en una etapa histórica que requiere de innovación, más que de revoluciones sangrientas, regresiones a los abismos del pasado y la continuación de las mismas actividades y decisiones que no funcionan y nos detienen como pueblos y personas en el devenir de la historia.

Partamos del hecho que una democracia republicana como la nuestra, cimentada en leyes, costumbres y modalidades políticas, tiene una tendencia a repetir sus errores, mantener posiciones infranqueables y basarse en un ideario antagónico a la modernización y al pragmatismo.


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Es hora de adaptar nuestra realidad al mundo actual, mediante la innovación que permita al país mejores días para su población y un nuevo horizonte para quienes nos sucederán.

Las sociedades de las naciones-estado del mundo están buscando nuevos mecanismos para afrontar los retos que les impone esta era, para lograr ser más inclusivas, plurales y perdurar en el tiempo.

El desarrollo tiene que ser sostenible para que nuestros recursos se usen con inteligencia y no basados en la explotación irredenta, que no ve que para que sobreviva la actividad económica es necesario que mire hacia el futuro con la decisión de cambio permanente. Una nueva visión de lo que será el Ecuador del mañana es un imperativo categórico.

Siempre he sido un admirador del filósofo griego Heráclito, que sostiene que el mundo está en perpetuo cambio, que lo constante es el cambio y no el inmovilismo.

En un mundo internacional dinámico, sustentado en intereses más que en principios, las naciones deben innovarse y buscar ese cambio permanente que les permita enfrentar las rivalidades de la competencia entre estados y buscar sobre todo el bien de su pueblo.

Innovar es la resiliencia que necesitamos para sobrepasar estas duras pruebas de la pandemia, el cambio climático, la violación de los derechos humanos, el incremento de la inseguridad, el narcotráfico, el hambre y la pobreza.

Como país, debemos tomar la decisión de superar los momentos adversos, con nuestras propias capacidades y recursos.

La interdependencia internacional es una realidad que nos exige defender nuestros intereses como pueblo y alejarnos de influencias extrañas a nuestra supervivencia. Ya debemos dejar de lado la eterna dependencia de otros y ser los actores de nuestro destino.

En democracia necesitamos el concurso de todos, además de la voluntad de superar las diferencias para alcanzar grandes acuerdos en aras del bien de cada uno de nosotros y de nuestros hijos.

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