Innovación: Al turismo español se le atraganta el «big data»

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Una ‘startup’ como AdQuiver, que convierte los datos en ventas directas, pretende transformar el sector a partir de un uso extensivo de sus herramientas de analítica e inteligencia artificial

Las cifras son incontestables. El turismo supone uno de los motores principales de la economía española. En 2019, aportó 154.487 millones de euros a la riqueza nacional —el 12,4% del PIB— y generó 2,72 millones de puestos de trabajo, de acuerdo con el último estudio del Instituto Nacional de Estadística. Pero esto era antes de que una pandemia arrasara con el sector. El coronavirus ha dejado en sus países de origen a tres de cada cuatro visitantes que llegaron el año pasado. Un daño sin precedentes recrudecido por la escasa digitalización de la industria, en particular de un elemento tan indispensable, y repetido hasta la saciedad durante la última década, como el big data.


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Consciente de las deficiencias, Jorge Núñez decidió emprender hace cuatro años y fundar la startup AdQuiver. La tecnología que pone al servicio del turismo cuesta calificarla de disruptiva. Como explica, se encarga de convertir la información en inteligencia; y la inteligencia en ventas directas. Su propuesta es una combinación de los sospechosos habituales en cualquier transformación: ciencia de datos, inteligencia artificial, machine learning y algorítmica. A partir del volumen tan importante de información que maneja, que recaba tanto mediante datos únicos que facilitan los usuarios como de bases de datos agregadas, detecta quiénes están interesados en reservar en un hotel o un vuelo y crea la oferta casi al instante.

Un proceso aparentemente tan sencillo, que estamos acostumbrados a ver en forma de anuncio personalizado mientras navegamos o miramos nuestras redes sociales, para el turismo español es de todo menos simple. Grandes nombres como Booking y Airbnb copan estas técnicas. Ni siquiera las grandes cadenas hoteleras pueden competir de igual a igual con el tráfico de información que manejan. Y en el contexto actual se agrava porque toca vender casi puerta a puerta para mantener a flote el negocio. “Las carencias digitales del sector se han puesto de manifiesto con la pandemia. La industria no estaba preocupada por el cliente. No gestionaban digitalmente a los clientes. Es imposible que los conozcan tanto como Booking, por ejemplo”, sostiene Núñez.

El conocimiento al que hace referencia va más lejos de comprender cómo navega un usuario, qué páginas visita o cómo se desenvuelve por Internet. El turismo sería como una cascada de información proveniente de múltiples fuentes, entre las que incluir el contexto, saber si en ese momento hace sol o llueve y ser consciente de que después de reservar un vuelo existe un alto porcentaje también de reserva hotelera. El comportamiento digital, a través del que generar esas ventas directas, conlleva combinar infinidad de variables. “Las aerolíneas repercuten en el alquiler de coches, por ejemplo. Conseguir un ecosistema inteligente, donde los datos fluyan entre todos, mejoraría el rendimiento del sector. La inteligencia agregada de cada actor impulsa al resto”, sugiere Núñez.

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