Ellos son Juan de Antonio, Vicente Pascual, Sam Lown, Adrián Merino y Francisco Montero, los fundadores de la multinacional española que, bajo el paraguas de Maxi Mobility, está valorada en más de 1.400 millones de dólares. Entre todos nos cuentan las claves de este gigante.
Por sus frutos los conoceréis, decía la Biblia, y en este caso es totalmente cierto. Es posible que sus nombres no sean conocidos, pero sus actos o, para ser más exactos, su impacto ha sido y está siendo brutal. Y es que desde que lo crearon hace ya ocho años, su proyecto no ha dejado indiferente a nadie.
Han sido el foco de las críticas de muchos sectores, especialmente el de los taxistas, y han sido víctimas de más de una acusación que ellos denuncian como falsa. Pero, sobre todo, han sabido revolucionar el sector de la movilidad y convertirse en todo un referente para los emprendedores españoles y de medio mundo. Hoy los fundadores de Cabify , Juan de Antonio, Vicente Pascual, Sam Lown, Adrián Merino y Francisco Montero, desentrañan para Emprendedores muchos de los entresijos del que se ha convertido en el primer unicornio español.
Durante toda la sesión fotográfica no han parado de intercambiar bromas, risas y chistes, lo que ha facilitado mucho la producción. Se llevan bien y se les nota. Es muy difícil ver un caso como éste donde hay tantos socios desde el principio que siguen presentes después de ocho años y tras un crecimiento tan espectacular. ¿Cuáles son las claves para mantener esta relación? “Juan es un buen pastor. Siempre hemos estado muy unidos. Desde el principio hemos hecho piña. Nos sentimos cómodos y confiamos mucho entre nosotros”, explica Francisco (Paco) Montero, actualmente encargado de las configuraciones globales. Y Adrián Merino, actual Global Head of Customer Experience y Excellence, lo corrobora: “Desde que montamos esto, gran parte del objetivo era pasarlo bien. De manera que no es sólo una relación profesional sino también personal, de amistad, que ha trascendido”. “No sólo en España con los equipos globales sino también en Latinoamérica con cada equipo local hemos tratado de incorporar a gente que compartiese los mismos valores, de compromiso, de ganas de hacer, de trabajar, pero también con ganas de pasarlo bien”, insiste Vicente Pascual, actual responsable de la marca Cabify. Y Sam Lown, CTO hasta 2018 y hoy al frente técnico de Lana, la fintech de la compañía, lo resume en pocas palabras: “desde el principio hemos tenido la idea de buscar personas con las que te pudieses tomar una cerveza”.
Juan de Antonio es el nexo común de todos ellos. “A Adrián le conozco desde los 14 años, a Vicente desde los 23 o 24; a Sam le conocí un mes antes de empezar a trabajar juntos a través de amigos comunes que nos validaban el uno al otro, y a Paco por medio también de amigos comunes. El título de cofundador lo tenemos todos porque somos todos los que hemos iniciado este proceso. Es importante separar el control de la empresa de la posición de cada uno y de la propiedad. Este proceso es muy duro, siempre hemos sido flexibles ante nuestros errores, pero también a la hora de buscar dentro de la empresa áreas donde trabajar”. Precisamente, ha sido esta flexibilidad en las áreas de responsabilidad una de las claves que ha permitido mantener intacto el entusiasmo en el equipo fundador. “Al pasar de 5 a 50, de 50 a 500, surgen diferentes oportunidades y cada uno ha ido estando allí donde tenía más sentido que estuviera. Eso hace que vayas al trabajo con ganas”, reconoce Pascual.
“Hay gente que piensa que las decisiones hay que tomarlas entre los cinco, de forma asamblearia, o, todo lo contrario, de forma dictatorial. No somos ninguna de las dos opciones. Definimos las tareas y dentro de cada rango cada uno está empoderado para hacer las cosas bien. Y, si no lo haces bien, vas a estar a disgusto. Es un tema, pues, de sentirnos a gusto y de tener un área de impacto donde nos encontremos cómodos y eso puede ir cambiando. De hecho, todos hemos variado nuestras funciones a lo largo del tiempo”, recalca De Antonio. De ahí que, a la hora de nombrar sus cargos, aparezca constantemente el adjetivo de “actual”.
CUESTIÓN DE TECNOLOGÍA Y DE ACTITUD
Cabify es una empresa donde trabajan cerca de 1.500 personas de forma directa y más de 200.000 a nivel mundial de forma indirecta y que, como señala De Antonio, crece muy rápidamente. Entre las razones que les han llevado a convertirse en el gigante que es hoy, sus fundadores destacan dos: tecnología y actitud. En palabras de Sam Lown, “hay una primera parte que es tener una clara visión hacia la tecnología y una segunda parte, que es cómo hacer crecer el equipo y eso es terriblemente complicado. En el terreno tecnológico, intentamos solucionar muchos problemas al principio, eso fue lo que nos aportó mucho valor. Buscamos crear un producto que se pudiera expandir fácilmente y que pudiera crecer. Pero para conseguirlo también es necesario rodearte de gente y conseguir que esa gente tenga la actitud y el control. La actitud es fundamental”. La rápida internacionalización también fue una clave, a pesar de que como el propio Pascual reconoce, “fue una internacionalización muy arriesgada porque abrimos en tres países, además de España, muy rápidamente, con un producto que funcionaba, pero que era muy mejorable, sin conocer del todo cómo funcionaba el negocio y experimentado bastante en esos tres países”. En palabras de Merino, “nos ayudó muchísimo ser los primeros en llegar a los mercados. Pero es cierto que eso también tenía algún problema porque no entendían las apps, había que darles los smartphones, no sabían coger el teléfono…” Montero incluso recuerda que “al principio los conductores nos llamaban a las tres de la mañana porque no les funcionaba la aplicación y a veces era tan sencillo como quitar los dedos de la pantalla…”
EL APOYO INVERSOR Y LAS TRABAS AL CRECIMIENTO
Luego las apps y los smartphones se extendieron y hoy Cabify está presente en 12 países con más de 25 millones de descargas. Todo ello ha propiciado que los inversores hayan confiado en la fórmula hasta el punto de invertir 365 millones de euros en diferentes fases, lo que les ha convertido en el primer unicornio español. “El concepto de unicornio es un concepto artificial que se pone a partir de una valoración, pero en tu día a día no cambia nada. Es cierto que en nuestro país está habiendo una revolución digital, pero hay muchos países que ya van una etapa por delante de los unicornios. Si te fijas en la Bolsa de EEUU, por ejemplo, las principales empresas cotizadas son tecnológicas: ahí tienes a los Apple, a los Facebook, a los Alphabet, a los Microsoft… Y en España todavía estamos muy lejos de eso. El siguiente paso pasa, pues, porque empresas como la nuestra no sean privadas, sino que puedan crecer más, que salgan a los mercados públicos y que cualquier persona pueda invertir en ellas y ser propietario. Pero para eso necesitamos que no se nos penalice por crecer”, explica Juan de Antonio. Y hablando de salir a Bolsa, ¿qué hay de cierto en lo que se rumorea de que tenéis intención de terminar 2019 en el mercado?: “No nos hemos puesto una fecha concreta pero sí, es un plan a medio plazo. A mí me encantaría hacerlo en España. De ser así, sería directamente al mercado maduro”.
Y ¿por qué en nuestro país no hay más unicornios? “El ecosistema digital en España ha surgido más tarde que en otros países. Somos un país con una gran tradición emprendedora. De hecho, el primer fondo de venture capital se creó en España: el descubrimiento de América por Cristóbal Colón fue una empresa de muy alto riesgo financiada por los Reyes Católicos. En España somos muy innovadores en muchas cosas y líderes mundiales en muchas industrias, pero en tecnologías digitales no hemos sido los primeros, lo que no quiere decir que no podamos llegar a ser los primeros. Es muy necesario precisamente que haya casos de éxito para que la gente vea esto como una posibilidad. En España tenemos un talento tecnológico espectacular. Todos tenemos que poner de nuestro lado, no teniendo miedo y siendo ambiciosos, creyéndonos que podemos. Y entendiendo que en España se puede ganar y generar dinero a través de la tecnología. Y también hace falta que el sector público ponga de su parte. Las normas societarias en España no están tan preparadas como en otros países para generar los incentivos necesarios para que este ecosistema crezca a la velocidad que lo hacen fuera. Esta industria se mueve a unas velocidades en las que las trabas burocráticas tienen un impacto notable de freno que suponen una desventaja competitiva notable. Esperamos que desde el gobierno central se trabaje para que una compañía tecnológica pueda tener la sede social en España y se puedan ofrecer las mismas ventajas a los inversores, a los emprendedores y a los empleados que en otros países”, insiste Juan de Antonio.
Y hablando de sede social, entramos en uno de los puntos candentes relacionados con Cabiy: ¿por qué, si es una empresa española 100%, tiene su sede en Delaware? “Es un tema que se nos ha criticado, pero que requiere un tiempo para que la gente lo entienda. Vivimos en la época de la inmediatez y es más fácil decir: Delaware, paraíso fiscal, Cabify no paga impuestos. Mentira. España necesita unas leyes corporativas ágiles que nos permitan, por ejemplo, hacer una ronda de financiación sin que la gente vaya a un consulado a hacer un poder; con una capacidad de generar stockoptions para empleados que puedan capturar parte del valor que se crea, y que además los empleados podamos mantener el control de la empresa a pesar de que la mayor parte de las acciones no estén bajo nuestro control. Cabify se asemeja más a una cooperativa que a una malvada multinacional, porque los empleados, pese a tener solo el 25% de las acciones, mantenemos el control total de hacia dónde va la compañía. Y eso es difícil o, en algunos casos, imposible de hacer con la regulación española. Y, sin embargo, en Delaware hay una flexibilidad a la hora de estructurar tus normas corporativas. Para nosotros no tiene ninguna ventaja fiscal. Para que la gente lo entienda, es equivalente a tener un accionista británico, a mí como empresa me da igual porque yo pago mis impuestos en España. Y el día que se reparta dividendos o se venda la compañía, cada accionista declarará en su país”.
REFERENTE PARA EMPRENDEDORES
“Sin duda Cabify es una empresa a la que los emprendedores ven como un caso de éxito porque ha conseguido escalar rápidamente, porque ha captado fondos, porque compites con gigantes a nivel mundial, pero mirándonos hacia dentro nos queda muchísimo para llegar a ser un éxito como tal. El éxito es cumplir con tu misión y disfrutar con lo que haces. Nosotros seguimos disfrutando del día a día y en ese sentido sí somos un éxito, pero para cumplir con nuestra misión -ser una alternativa al coche particular y transformar las ciudades- nos queda todavía bastante. Lo que sí es verdad es que somos conscientes de que tenemos un nivel de responsabilidad ante el ecosistema”. ¿En qué se traduce esa responsabilidad? “A veces tienes que pensar en qué cosas son relevantes para el ecosistema y no sólo para tu empresa. Cabify ha estado mucho en las noticias y ha recibido un tratamiento muy diferente según el medio. La realidad es que somos una empresa que ha creado muchos puestos de trabajo, tanto dentro de las oficinas como fuera, a través de los conductores que han encontrado una segunda oportunidad laboral. Cabify ha sufrido muchos ataques regulatorios, intentando limitar su crecimiento en base a unas afirmaciones que creemos que no son ciertas. Si Cabify, que ha creado empleo, que está transformando una industria sin destruir empleo (sabemos que el sector del taxi en España sigue aumentando su facturación y a lo mejor sus líderes no están contando toda la realidad), ha pasado por esta crisis reguladora, miedo me da lo que le puede pasar a esos emprendedores que necesitamos que surjan, que lleven sus empresas a grandes volúmenes y que temporalmente inventen un robot que suponga, por ejemplo, una reducción temporal de empleo. Porque eso va a pasar y es necesario, además, que pase para que la sociedad avance. Ese conocimiento y esa creación de valor tiene que crearse aquí. Si evitas que eso surja en España, se creará en otro país. Tenemos que ser conscientes de que hay una responsabilidad que como país tenemos que asumir”.