El desarrollo tecnológico transformará la forma en la que los bancos hacen negocios en España, según un último informe analítico desarrollado por S&P Global Ratings. En primer lugar, además de llevar a cabo su negocio de ladrillo, los bancos tendrán que interactuar cada vez más con los clientes a través de canales digitales, garantizar que brinden experiencias de alta calidad y mantenerse al día con la innovación. Esto conllevará importantes inversiones y seguir planes de transformación que se extenderán durante varios años.
Las entidades tienen “algo de tiempo para adaptarse”, según explica S&P Global Ratings. Si bien la nueva generación de clientes nativos digitales se convertirá en mayoritaria, la mayoría de los clientes en la actualidad siguen siendo tradicionales. Es decir, no tecnológicamente calificados: favorecen las interacciones cara a cara y no presionan fuertemente a los bancos para que se produzca este cambio.
Sus redes de sucursales permiten la proximidad a los clientes y seguirán siendo, tal y como describe la agencia de calificación crediticia, clave en “las estrategias comerciales omnicanal, incluso si los deberes transaccionales se trasladan a los canales digitales”.
El riesgo de erosión empresarial por la aparición de fintechs es limitado. Sin embargo, estos nuevos participantes juegan un papel en presionar a los bancos para que su transformación, aumentando la competencia de precios en la industria y potencialmente llevando a la mercantilización de algunos productos bancarios.
Si bien son grandes en número, las fintechs son de tamaño “muy pequeño”, destacan estos expertos. Se centran en nichos muy específicos, se encuentran en las primeras etapas de desarrollo, no se ven particularmente favorecidas por el marco regulatorio existente y, lo que es más importante, carecen de la inversión que necesitarían para convertirse en verdaderos retadores para los bancos establecidos. Los neobancos o los gigantes tecnológicos, si realmente penetran en el mercado, podrían ser “una amenaza mayor”.
Se trata de una tesis que también respalda Miguel Ángel Fernández Ordóñez, ex gobernador del Banco de España, que considera que la irrupción de las tecnologías y del dinero digital “podría empeorar el sistema actual, aunque también tiene la virtud de animar el debate sobre la reforma del dinero y la banca”.
Un mercado sólido
El sistema bancario español, a su vez, está bien arraigado, con cinco instituciones que controlan más del 70% del mercado. Además, como resultado de estrategias centradas en el cliente, en lugar de focalizadas en el producto, las entidades han establecido una relación profunda con sus usuarios, según destaca S&P. Los españoles tienden a concentrar sus relaciones financieras con un número limitado de bancos y son bastante leales, lo que da resistencia a las franquicias.
Igualmente, están lidiando con la interrupción tecnológica al aumentar su infraestructura y equipos de tecnología. La apuesta por la digitalización es clara en aras de desarrollar sus marcas digitales o invertir en fintechs y, en última instancia, colaborar en proyectos regulatorios y del sector de alta tecnología más grandes.
Diferencia entre grandes y pequeñas
SS&P Global Ratings considera que los bancos españoles se digitalizan a dos velocidades diferentes, con los grandes bancos tomando la delantera en adoptar la innovación tecnológica y los jugadores más pequeños rezagados. Santander, BBVA, Caixabank, Bankia y Sabadell – que en conjunto tienen más del 70% del mercado de préstamos, dominan el mercado.
Por otro lado, la capacidad de las entidades pequeñas y medianas para hacer frente a las exigentes inversiones digitales es “algo limitada”, según S&P Global Ratings. Este tema merece ser monitoreado ya que la subinversión podría “pesar sobre el valor y la estabilidad de las franquicias comerciales de estos bancos”.
Una mayor consolidación de estos actores de la industria podría facilitar “la realización de las inversiones requeridas”, según describen estos expertos.
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